Parecía un típico espectáculo musical de verano, pensado sobre todo en quienes se encontraban de paso por Reñaca. El cartel tenía los shows de una prometedora agrupación femenina local , Mamma Soul; los colombianos Aterciopelados; y el plato fuerte de la noche desde Argentina, Los Fabulosos Cadillacs.
Se trataba de dos grupos latinoamericanos con peso. Aterciopelados venía sonando mucho en las radios nacionales con un single pegajoso y juguetón, Bolero falaz, de su segundo álbum El Dorado (1995). En tanto, lo de los Cadillacs era una locura. A partir del álbum compilatorio Vasos Vacíos (1993), su popularidad subió como la espuma, sobre todo a partir del seminal éxito de Matador, que sonaba matinée, vermouth y noche. Además, en 1995, habían publicado un nuevo álbum de estudio, el fundamental Rey azúcar, que incluía otro hit como Mal bicho (con featuring del ex miembro de The Clash, Mick Jones).
Por entonces, los Cadillacs ya acumulaban algunas presentaciones en el país. La primera fue una aparición televisiva en 1988 en el programa Siempre Lunes, entrevistados por Antonio Vodanovic y actuando con playback.
Luego vinieron otras, como el 1 de julio de 1994, en el Teatro Monumental. A esa siguieron tres más. Así llegó el 30 de enero de 1996. El lugar escogido eran las dunas de Montemar de Reñaca y sería un espectáculo gratuito para el público que veraneaba por esos días. Al lugar, llegaron cerca de 30 mil personas efervescentes según estimaciones posteriores. “Prendidas” con toda clase de estímulos.
Y el problema fue justamente esa efervescencia. Y eso quedó demostrado incluso antes que sonara un solo acorde. “Nosotros éramos pendejos, nadie tenía auto todavía. Entonces, para llegar al lugar nos fuimos en unas micros. Iban repletas de pendejos gritando, pegándole al techo, tomando vino en caja, pisco. Era el hueveo del siglo”, recordó el youtuber Mister Roka en un video.
El escenario se encontraba en la parte inferior de las dunas, lo que obligaba a los espectadores al doble ejercicio de subir primero, y bajar después. Ello fue enrareciendo más el panorama. “No sé a quién se le habrá ocurrido esa genial de idea de hacer un escenario con una pared de dunas y de gente encima. Con esa idea empezó todo mal”, recuerda Mister Roka.
“El público era una masa diversa, impaciente, difícil de manejar y algo agresiva, que pifió e hizo muy difícil el show de las bandas que abrían e, incluso, el de los propios Fabulosos”, recuerda Cristóbal González Lorca en su libro Un paso adelante. Una cronología del ska en Chile (Santiago-Ander, 2022). González tenía bastante que ver con la escena, ya que era el vocalista de una banda ska nacional que por entonces daba sus primeros pasos: Santo Barrio.
Mister Roka fue con un amigo al recital y se ubicaron en medio de la multitud, en la parte baja. Ahí estaba cuando empezaron los primeros desmanes. “De repente, la gente que estaba atrás, más arriba, empezó a tirar cosas a los que estaban más abajo. Y la gente de abajo le tiraba cosas a los de atrás. A nosotros no nos llegaba nada porque estábamos al medio”.
Siguiendo la luna
Y todo se empezó a caldear, ya que la gente comenzó a tirarse botellas. “Yo veía botellas de cerveza, de pisco pasando por encima de mi cabeza. Sin exagerar, veía cómo las botellas caían en las cabezas de la gente. La cuestión se empezó a poner grave”, recuerda Mister Roka.
Y tan grave, que la guerra de botellas se extendió hasta el escenario. “Alguna gente, en medio de la locura, arrojaba objetos al escenario como latas y hasta una garrafa”, añade González. El ambiente estaba caldeado, y pese a las canciones optimistas de los trasandinos, la tensión se negaba a bajar de temperatura. El verano, el alcohol y las ganas de desbande hacían lo suyo.
Una de las botellas terminó impactando directamente al vocalista Vicentico. Ahí, la presentación debió cancelarse. “Me acuerdo una vez tocamos con los Cadillacs en Reñaca y eso fue pero terrible, porque se convirtió en una una vaina rarísima. Porque era en las dunas y la gente empezó primero a hacer guerra de arena y terminaron con piedras, fue ‘miedosísimo’, terrible. Creo que al guitarrista de los Cadillacs le pegaron con una piedra”, recordó años más tarde la cantante de Aterciopelados, Andrea Echeverri a Las Últimas Noticias.
Vicentico también lo recordó años después, en 2017, con El Desconcierto. “Me acuerdo de ese momento con mucho cariño, de verdad. Fue impresionante el quilombo que se armó, pero también me di cuenta que estamos vivos, que por algo la gente reacciona de esa forma. Fue impactante, pocas veces en mi vida vi algo igual”.
Por supuesto, la suspensión del show de los Cadillacs -a la mitad- exacerbó los ánimos. “Lo que vino luego fue una lluvia de botellazos hacia el escenario y la inmediata represión policial”, agrega González Lorca. “Se fueron los Cadillacs, apagaron las luces del escenario, y ahí quedó la cagada [sic]. Todos decían ‘cálmense’ pero la gente seguía tirando cosas. Luego, la gente empezó a arrancar, igual era peligroso si eran 30 mil personas en las dunas aplastándose, pasándose a llevar. Ahí sentí olor a gas lacrimógeno”; recuerda Mister Roka.
En el lugar se hizo presente un piquete de las entonces Fuerzas Especiales de Carabineros dispuestos a controlar la situación. “Empezaron a correr palos para que la gente se fuera, y se disolviera la aglomeración...había gente gritando, gente sangrando”, añade Mister Roka.
El saldo de la jornada fueron 52 detenidos y 19 heridos. Por su lado, Los Fabulosos Cadillacs retornaron al país al año siguiente, el 1 de agosto de 1997, cuando se presentaron en el Teatro Monumental. Hoy, el conjunto tocará en el Movistar Arena.