Esta es una hazaña en tres actos con un protagonista convencido de convertirse en la mayor estrella del mundo, como una forma de revancha. Con 23 años en 1982, Michael Jackson era un veterano de la industria musical desde los seis. Thriller marcaba su décimo noveno paso por el estudio, entre discos solistas y junto a The Jackson 5. El título previo, Off The Wall (1979), había sido un éxito comercial aclamado por la crítica -el tercer LP más vendido en EE.UU. en 1980-, pero Michael resentía mayor reconocimiento y difusión. Los artistas negros no estaban entre los intereses de la naciente MTV, ni del periodismo musical tradicional. Más fácil llevar por enésima vez a Bob Dylan en la portada de Rolling Stone, que jugársela por un afroamericano veinteañero que hacía bailar al mundo y vendía millones.
Jackson quería ser la máxima estrella pero no soportaba la alienación de la fama, incluyendo episodios insólitos como la chica que se coló en su casa para tomar sol en traje de baño, y que solía escribirle cartas endosando la paternidad de uno de sus hijos. Al productor Quincy Jones. socio de Jackson desde Off The Wall, la situación le parecía divertida. A Michael no tanto, pero convirtió esa experiencia de acoso en una de sus obras maestras.
“Un músico conoce el material de éxito”, afirmó. “(...) Lo sabes cuando lo escuchas. Eso es lo que sentí con Billie Jean. Sabía que iba a ser grande mientras la escribía”.
Otra forma de convertir en arte una existencia que le imposibilitaba conocer otras realidades, fue Beat it. El productor lo alentó a escribir una canción rockera en la línea de My Sharona de The Knack. Inspirado en West side story (1961), Jackson imaginó la vida de pandillas, un mundo que ignoraba por completo.
Cuando las sesiones de Thriller comenzaron el 14 de abril de 1982 en los estudios Westlake en West Hollywood, Quincy Jones planteó el proyecto como un desafío que debía alterar el negocio de vender discos. “Se dirigió a nosotros”, contó el ingeniero Bruce Swedien que ganaría un Grammy por el álbum, “y nos dijo: ‘bien, chicos, estamos aquí para salvar la industria discográfica’”.
Michael compuso cuatro canciones. A Billie Jean y Beat it, se suman Wanna be startin’ somethin’ y The Girl is mine. Esta última, una colaboración algo sosa con Paul McCartney grabada en su rancho en Tucson. “Aunque me hubiera gustado que fuera un material mejor”, confesó el tecladista David Paich de Toto, “fue genial trabajar con esas dos personas”.
La super bailable Wanna be startin’ somethin’ alude a los problemas de la fama y también asuntos familiares. Según el ingeniero Swedien, el tema trata de “las esposas de los hermanos de Michael y de cómo siempre creaban problemas”.
Aunque Michael tocaba algo de guitarra, batería y sintetizadores -el único video suyo lidiando con un instrumento es una visita a la casa de Tomita en Japón en 1987-, solía explicar los arreglos utilizando sólo su voz, como lo demuestra el demo de Beat it. Lo mismo las orquestaciones. Sabía exactamente lo que cada instrumento debía hacer.
Beat it incluye el incendiario solo de Eddie Van Halen por el cual, dice la leyenda, no cobró excepto dos packs de cervezas. Tocó tan fuerte que un par de parlantes se incendiaron. Los restantes músicos fueron Steve Lukather en guitarra rítmica y bajo, y Jeff Porcaro de Toto.
“Pasamos mucho tiempo trasteando con esa canción”, relató el guitarrista, “y, para ser sincero, cuando la escuchamos me dije: ‘¿esto es rock ‘n’ roll? No lo creo’”.
Human Nature, una pieza definitiva del sonido de los 80 y que notoriamente extiende su influencia a bandas del momento como The 1975, fue escrita por Steve Porcaro, uno de los tecladistas de Toto. “Una canción inacabada” reveló el músico, con un estribillo que repetía -”¿Why, why?”-, que fascinó a Quincy Jones.
Como faltaban versos, el productor sugirió a John Bettis, letrista de The Carpenters y, posteriormente, co autor de Crazy for you de Madonna.
Para Sheryl Crow, corista de Jackson en la gira de Bad (1987), su momento musical favorito de cada show era aquel single. “(Michael) Lloraba, y esas lágrimas estaban tan directamente relacionadas con las heridas que le llevaron a anestesiarse”.
La canción que dio nombre al álbum fue escrita por Rod Temperton, que ya había trabajado en Off The Wall. Barajó títulos tentativos como Starlight, Starlight love y Midnight man, hasta que tras una noche anotando más de 200 nombres, Temperton despertó con la palabra. “Podías visualizarlo en la cima de las listas de Billboard. Podías ver el merchandising (...)”.
Temperton deseaba introducir un relato macabro con una voz reconocida. Quincy Jones sugirió a Vincent Price, símbolo del cine de terror. El actor hizo apenas dos tomas y cobró -no se sabe con exactitud- entre 1000 y 10.000 dólares, en vez de un porcentaje por las ventas del álbum. Un año más tarde, ante el éxito descomunal de Thriller, estaba telefoneando a Jackson para pedir más dinero.
Músicos como el tecladista Brian Banks, recuerda a Jackson como un tipo distante en las grabaciones. “Era definitivamente la estrella, no interactuaba mucho con nosotros (...). Normalmente estaba practicando sus pasos de baile si estaba en el estudio, en la esquina. Cuando llegaba a cantar, no había nadie, sólo él, Bruce Swedien y Quincy”.
Las sesiones de Thriller se extendieron hasta el 8 de noviembre de 1982, para ser publicado el 30 de ese mismo mes. El costo de la grabación fue de $750.000 dólares.
Corre video
Si el primer acto de Thriller fue la música, el segundo implicó transformar los singles en videos inolvidables. “Michael Jackson quiere convertirse en un monstruo”, le dijo el director John Landis a Rick Baker, el responsable de los efectos especiales de Un Hombre lobo americano en Londres (1981), tras recibir el llamado de la estrella pidiendo que dirigiera Thriller. Inicialmente, Landis declinó la oferta. Para un cineasta como él, los videoclips eran anuncios. El tesón de Jackson para convertir el sencillo en un cortometraje lo impresionó.
“El álbum había estado en el Top 10 durante un año, y tal vez el número uno durante la mayor parte de ese año, pero ahora estaba bajando - ¡pero aún así, en el Top 10 después de un año!-. Se habían hecho dos vídeos, Billie Jean y Beat it, y ambos habían tenido mucho éxito”.
El primer clip fue un alarde de ingenio. Las franjas negras verticales encajonando la imagen, se aplicaron porque el set era mínimo y no permitía abrir mucho el plano, concentrando la acción en los fenomenales pasos de baile de Michael Jackson.
En el segundo video, el director Bob Giraldi descartó alguna influencia de West Side Story. El mundo de las pandillas era una realidad que conocía bien en New Jersey. “Escuché la canción una y otra vez, y me di cuenta de que trataba de todos los matones italianos con los que crecí: todo el mundo intenta ser más duro de lo que es, pero en realidad todos somos cobardes en el fondo”.
Thriller fue un salto cuántico en el formato. La propuesta de Landis implicó un presupuesto de medio millón de dólares, trabajadores sindicalizados, y diez días de ensayos para los bailarines. El equipo firmó acuerdos de confidencialidad y no podían dirigirse al artista.
Además del grueso maquillaje, los bailarines usaban prótesis dentales que no les permitían cerrar la boca. Como consecuencia, babeaban. En cámara se veía espectacular.
Jennifer Beals de Flashdance (1983) había declinado protagonizar el video como la inocente novia de Jackson. Landis eligió a la modelo Ola Ray por su hermosa sonrisa y porque “estaba loca por Michael”. Solo después del casting supieron que la despampanante morena había sido Miss junio 1980 en Playboy. Michael dudó. “‘Es una playmate, pero ¿y qué? No es una playmate en esto’”, argumentó el director.
Jackson visitaba a la modelo diariamente (“está muy buena”, le comentó a un amigo), con la excusa de que le diera consejos a su maquilladora. La joven lo hizo hasta que la asistente de Michael interrumpió. “Chica, ¿no sabes que por mucho polvo que le ponga en la nariz va a brillar? ¿Sabes cuántas operaciones de nariz se ha hecho?”. El cantante se largó a reír. Ola Ray contó en 2010 a Vanity Fair que hubo algo más que besos y arrumacos con el rey del pop.
La celebridad y el momento creativo de Michael impresionaron a John Landis. “Era ridículamente famoso”. Lo llamaban por teléfono Fred Astaire, Henry Kissinger y el presidente Ronald Reagan. Mientras rodaban la escena del cementerio, Landis fue requerido por Michael en su remolque a las 03:30 de la madrugada. Cuando el director llegó, Jackson le presentó a Jackie Kennedy.
Enséñalo otra vez
Thriller ha vendido más de 50.2 millones de copias a la fecha. Figuró 37 semanas no consecutivas en el primer lugar de Billboard entre 1983 y 1984. Tuvo siete singles y todos alcanzaron el top 10. La calidad de las canciones y los videos construyeron el éxito, pero también la insistencia y los riesgos asumidos por el astro para promocionar el material.
Cada vez que el álbum cedía puestos, Michael Jackson telefoneaba en medio de la noche a Walter Yetnikoff, presidente de CBS/Columbia Records.
“‘Walter, el disco ya no es número uno y se trata de ‘Thriller’. ¿Qué vamos a hacer?’”, se quejaba con su voz infantil.
“Nos vamos a dormir y nos ocuparemos de ello mañana”, respondía el ejecutivo.
En este tercer acto hacia el estrellato total, Jackson asumió inicialmente el medio millón de dólares del video de Thriller, tras la negativa del sello a financiarlo. Llamó a Yetnikoff, hablaron un par de minutos, y luego pasó el auricular a John Landis.
“¡Hijo de puta! ¿Qué mierda te pasa?”, gritó Yetnikoff al director.
Surgió entonces la idea de hacer un making off para luego venderlo al cable. Llegaron ofertas de MTV y Showtime, hasta que cada una puso 250 mil dólares. Para Jackson y CBS/Columbia, era un triunfo que MTV apostara por el video, considerando que Billie Jean lidió con la oposición de la estación, porque preferían Beat it debido a la presencia de Eddie Van Halen.
Vestron Video se puso en contacto con Yetnikoff para sacar Thriller en VHS. Para el ejecutivo era una mala idea. En aquellos días, comprar una película para la videoteca casera era carísimo.
“No podemos venderla por 90 dólares, está en la televisión gratis cada cinco segundos”, replicó.
La respuesta de Vestron sorprendió a Yetnikoff. “Lo venderemos por el precio de venta a 24,95 dólares”. Era la primera vez que el CEO escuchaba ese concepto. Siguió escéptico hasta que la cinta despachó un millón de copias sólo en EE.UU., creando el video de venta.
Michael Jackson quería un estreno para Thriller. Landis recuerda que estaba todo el mundo “desde Diana Ross y Warren Beatty, hasta Prince”.
Después de los 14 minutos del cortometraje imborrable con los zombis bailando y Michael con su chaqueta roja convertido en un muerto viviente, el público estalló en aplausos clamando que lo repitieran. Landis se encogió de hombros. “No hay un puto bis’”.
Eddie Murphy gritó la solución.
“¡Enseñen la maldita cosa otra vez!”.