Este lunes, en un nuevo capítulo de Juego Textual, Katty Kowaleczko, “Tita” Ureta, Begoña Basauri, María Jimena Pereyra, “Pepi” Velasco, “Chiqui” Aguayo, Rayén Araya y Yazmín Vásquez llevarán al límite al actor Álvaro Gómez.
Entre otros temas, el actor oriundo de Osorno, conocido por roles en teleseries como Pacto de sangre, Las Vega’s, Martín Rivas y Amanda, hablará sobre su relación con su abuelo, quien asumió la imagen paterna en su vida tras la separación de sus padres. Según contará, el hombre falleció de una manera trágica.
“Él tomó la decisión de quitarse la vida a una muy entrada edad. Fue muy potente porque cuesta mucho asimilar algo como eso”, revelará Gómez, indicando que probablemente tenía un cuadro depresivo.
“Cuando sucedió esto me costó mucho asimilarlo, pero después entendí que él se sintió solo, ya no tenía a su compañera desde hace mucho tiempo, que el taller mecánico en el que trabajaba ya no le daban las lucas para sostenerlo, entonces de alguna manera sintió que ya no valía la pena seguir viviendo”, explicará.
La tragedia sucedió cuando el actor estaba estudiando Teatro en Santiago, por lo que inevitablemente lo invadió la culpa por no haber estado allá. “Sentí que había estado perdiendo el tiempo acá y que se lo debería haber dedicado a él. Él me sostuvo en muchos ámbitos de la vida así que me hubiese gustado regalarle un poco más de mi trabajo y haber tenido conversaciones más adultas con él”, señalará.
Además, Álvaro se referirá al momento más duro de su vida, cuando a los 13 años fue abusado sexualmente por un sacerdote de su colegio.
Según recordará, todo partió cuando el religioso lo sacó de la sala de clases para palparlo y, supuestamente, usarlo de ejemplo para evaluar el estado físico de niños de escasos recursos. “Afortunadamente no fue con violencia. Lo que me pidió fue medirme otras partes de mi cuerpo, no me tocó nunca. Pero obviamente si estás desnudo frente a otra persona te sientes muy vulnerable y sin herramientas para defenderte, porque eres chico”, relatará.
Como suele ocurrir en estos casos, guardó silencio sobre lo sucedido hasta que se sintió preparado para contarlo, y la revelación fue un punto de quiebre para su familia. “Asimilé que era abuso como 4 años después, cuando tenía 18 y le conté a mi vieja, y quedó la cag...”, contará.
“Él era uno de esos curas que iban a comer a mi casa porque mi familia era bastante religiosa. Desde entonces el punto de vista de mi familia cambió radicalmente. Con el tiempo incluso se convirtieron en uno de los precursores para sacar al obispo Barros de Osorno”, indicará sobre el efecto en sus seres queridos.