Es uno de los nombres destacados en la poesía nacional, Rosabetty Muñoz Serón. Candidata al Premio Nacional de Literatura en 2020 (que finalmente recayó en Elicura Chihuailaf) además de haber recibido, entre otros, el Premio Consejo Nacional del Libro de Chile 2002, Premio Municipal de Literatura de Santiago 2021, ahora acaba de recibir el Premio Nacional de Poesía Jorge Teillier.
El galardón, que le fue entregado este miércoles, ha reconocido a importantes nombres de la poesía nacional, como Manuel Silva Acevedo (2012), Elicura Chihuailaf (2014), Elvira Hernández (2018) o Jaime Huenún Villa (2020). En charla con Culto, la oriunda de Ancud y autora de Técnicas para cegar a los peces otorga sus impresiones. “Este premio en particular es emocionante porque tiene características que me interesan mucho: se da en provincia y ha logrado señalar una lectura nacional; leo y sigo a los poetas que han ganado, son parte de mis lecturas permanentes; tiene el nombre de un poeta que admiro profundamente”.
¿Qué cercanía tiene usted con la obra de Jorge Teillier?
Lo he leído siempre, desde muy joven. Ha sido también parte de mis preguntas a propósito de la poesía lárica que él apuntó y cuya denominación nos ha sido aplicada a los poetas del sur sólo por habitar acá. Como siempre, hago el ejercicio de pensar hasta dónde es usado como un nombre para clasificar, archivar y cerrar la puerta a una cierta poesía. No era la intención de Teillier, claro, al revés. Es muy valioso lo que hizo al señalar una posición desde la cual se enfrentaba un mundo degradante; tal vez el retorno a un estado donde otra vida es posible no se distancia mucho de la ecopoesía de hoy. Además, como dato, hace más de veinte años, llevo una página literaria semanal en el periódico El Insular de Chiloé que se llama El Guardián del Mito en honor a Teillier.
Usted ha recibido otros galardones, como el Premio Municipal de Literatura de Santiago 2021, por su libro Técnicas para cegar a los peces, ¿cómo continúa escribiendo tras ganar un premio?
Como siempre, con calma y a veces con miedo de que se seque el pozo. Los premios son ocasiones festivas, celebratorias y tienden puentes con otros lectores que oyen / leen por primera vez la existencia de ciertos libros o autores, en ese sentido son virtuosos caminos. Pero la escritura no depende de ellos, tiene sus propios derroteros.
Su poesía, de alguna manera, se ha anotado fundamentalmente en los paisajes de su isla de Chiloé. ¿Cómo se fue dando ese vínculo con lo natural y lo poético?
Diría que, como todos los poetas, escribo desde mi voz que habita un tiempo y un lugar. He estado alerta al mundo que me rodea, a la gente y sus palabras siempre llenas de vida, pero no creo que escribir en la isla, acerca de las islas sea un cerco que limite el alcance de la poesía. En cualquier lugar se puede escarbar en la condición humana, en la condición de la naturaleza y cómo ha sido nuestro trato con ella. Así como la escritura es mi columna vertebral, vivir en el archipiélago es fundamental para mí.
Desde que empezó a publicar poesía, Canto de una oveja del rebaño, en 1981. ¿Cómo siente que ha evolucionando en su escritura hasta hoy?
Lo más importante es que he ido encontrando esa voz que se parece a la que me ronda en la nebulosa donde nacen los poemas. Como se sabe, ese amasijo de imágenes, emociones, percepciones que a veces logramos capturar, suelen ser distintas al dejarlas caer sobre la página. A lo largo de los años, con mucha lectura, ensayo, páginas amuñadas, balbuceos, siento que los esfuerzos se acercan más a la materia palpitante que he querido decir.
Generalmente, ¿cómo son los procesos creativos de sus libros?
Escribo todo el tiempo, en papeles, libretas, servilletas. Frases, ideas, imágenes que llegan de modos insospechados. No sé cómo, pero de alguna manera empieza a formarse un campo de sentido que va ordenando esos apuntes y ahí sí, me siento a escribir de lleno, a ordenar, escribir y reescribir. Normalmente un libro me ha llevado entre cuatro a cinco años.
Usted también da talleres, ¿considera que son necesarios para la formación y escritura de un libro?
No son necesarios, la escritura y los caminos para hallar la propia voz son muy personales, sin embargo, el trabajo colectivo de leer con otros y comentar los textos es un espacio muy bueno para escuchar y aprender técnicas, acortar caminos formales, poner en circulación los intentos y ver si comunican. Especialmente para jóvenes y niños, me parecen una tremenda experiencia de exploración de sí mismos y de expresión de quiénes son.
Enrique Lihn decía “porque escribí estoy vivo”. ¿Por qué escribe usted?
La escritura le da sentido a mi existencia, va integrada a cada decisión, está en todos los momentos de mi vida. Y escribo porque quiero decir también a otros, conversar con mi comunidad, decir lo que desaparece dejando la sombra grabada de quienes fuimos.