Cuando Pedro de Valdivia, extasiado por las tierras del valle del Mapocho, le escribió una carta al rey de España, Carlos V (en una costumbre habitual entre los capitanes de conquista), le anotó: “Cinco años ha que vine de las provincias del Perú con provisiones del Marqués y gobernador don Francisco Pizarro a conquistar y poblar estas de la Nueva Extremadura, llamadas primero Chili, y descobrir otras adelante...Dél podrá v. m. (vuestra merced) saber todo lo que de más fuere servido saber de mí y destas partes, porque, como testigo de vista, sabrá dar buena relación...Ahora despacho al capitán Alonso de Monroy, mi teniente general, a esas provincias, y irá a la cibdad del Cuzco y a donde estoviere el señor Gobernador, a darle mis cartas y cuenta destas partes”.
Nótese que el extremeño usa términos que ahora parecen faltas de ortografía, pero que en rigor, eran el castellano de su tiempo. Porque si hay algo que no está escrito en piedra, es el lenguaje. La fluidez del uso que le da una sociedad y la dinámica misma de los significados, variables en el tiempo, hacen que los diccionarios necesariamente tengan que irse actualizando. “Como consecuencia del constante proceso de revisión, se producen siempre en la macroestructura del Diccionario un número variable de entradas y de salidas, que suele arrojar en conjunto un saldo favorable a las primeras”, rezaba en su introducción el diccionario de la Real Academia Española de la lengua, en su edición del 2014.
No debe de sorprender entonces, que la señera institución haya introducido nuevas palabras al diccionario acorde a los tiempos que vivimos. Este miércoles se presentó la actualización número 23.6 del catálogo, en su versión online, que suma 280 términos.
Las novedades incorporan tres propuestas del fallecido escritor y académico español Javier Marías. Estas son: Hagioscopio: “Abertura o pequeña ventana hecha en la pared de una iglesia, desde donde se puede ver el altar, especialmente la consagración”. Además, añadió un nuevo significado al término Traslaticio como relativo a la traducción. Además de la palabra Sobrevenido, como un adjetivo que significa “impostado, artificial”.
Así también entran otros términos. Por ejemplo, Panetón: “Dulce navideño de origen italiano, que consiste en un bizcocho grande en forma de cúpula, relleno de pasas y frutas confitadas”. Es decir, el término castellano exacto de nuestro popular “Pan de pascua”.
Además, y a tono con los tiempos se incorpora Micromachismo: “Forma de machismo que se manifiesta en pequeños actos, gestos o expresiones habitualmente inconscientes”. Además, se le sumó un nuevo significado al término Mamitis, de uso común y coloquial en nuestras tierras: “Excesivo apego a la madre”.
También se agregó Videojugador: “Persona que juega a videojuegos, especialmente de forma habitual”. Asimismo, se adicionó una palabra que se escuchó mucho en la pandemia, Conspiranoia: “Tendencia a interpretar determinados acontecimientos como producto de una conspiración”, a lo que también se le sumó Conspiranoico.
Se añadió también Micromecenazgo: “Financiación de un proyecto mediante la participación de un gran número de personas que contribuyen con aportaciones relativamente pequeñas de dinero”. Ello no sorprende si se piensa en la tendencia de los museos del mundo a abrir suscripciones y membresías al público general a bajo costo, a la manera de un streaming. La iniciativa, por ejemplo, la replicó en Chile el Museo de Arte Precolombino.
Aunque parezca increíble, se sumaron acepciones con fondo muy literario. Por ejemplo, Cortazariano: “Perteneciente o relativo a Julio Cortázar, escritor argentino, o a su obra”, y Garciamarquiano: “Perteneciente o relativo a Gabriel García Márquez, escritor colombiano, o a su obra”. Incluso, otras que parecen algo coloquiales también se sumaron, como Portuñol: “Habla de base portuguesa que incorpora numerosos elementos léxicos, gramaticales y fonéticos del español”.
Incluso, a un verbo tan usado como Ir, se le agregaron cuatro nuevas acepciones: como vestir de una determinada manera; dicho de un libro o película cuando se pregunta “de qué va”; aparentar una actitud: “Va de simpática”, o cuando se llama la atención sobre algo: “El día va hoy de sustos”.