Hace varios años que la vida de Polimá Ngangu Orellana (25) está inmersa en una vorágine constante. La música siempre ocupó un lugar especial en su biografía. A los ocho años dio sus primeros pasos en el góspel, y luego de estudiar tres años de Ingeniería en Electricidad, decidió apostar todas sus fichas en cimentar un camino propio dentro de la escena del trap nacional.

Desde entonces que su carrera no ha hecho más que crecer. Con cinco intensos años de trayectoria, cuatro álbumes de estudio y varios hits, el nombre de Polimá Westcoast ya es uno de los más relevantes del género urbano chileno. Su música tiene cada vez más presencia en el resto del continente (México y España son dos de los países donde acumula más oyentes), e incluso ha sido coreada por figuras como Dua Lipa y Bad Bunny.

A principios de este año, Ultra solo, sencillo que comparte con el puntarenense Pailita, desató un éxito que se mantiene vigente hasta hoy, transformándose en una de las canciones más coreadas del 2022. Un fenómeno que lo puso ante el radar de J Balvin –con quien grabó el tema Kawaii- y Daddy Yankee, que le encargó la apertura de sus últimos shows en el Estadio Nacional; y que también fue el germen de un masivo concierto en formato 360° brindado en el Movistar Arena. Fue, sin lugar a dudas, su gran año.

Su popularidad también le ha significado la apertura de nuevos horizontes profesionales: por estos días, el músico selló una alianza con Dr. Lemon, que trabaja en Argentina con exponentes urbanos de la talla de Duki. Experiencia que el mismo Polimá describe como gratificante. “Me encanta sobre todo trabajar con él, que es mi hermano. Siempre me ayudó, incluso cuando yo llevaba poquito. Tenía 10 mil seguidores y él me etiquetaba y me invitaba a sus conciertos, a sus cosas, publicaba mi música. Compartir este trabajo en común se siente bien. En este punto, en que a ambos nos está yendo tan bien, la cúspide hasta ahora de nuestras carreras”, comenta a Culto desde un rincón de Estudios del Sur, lugar donde fue convocado para preparar la campaña con la marca y donde, además, graba toda su música.

Retrato de Polima Westcoast Foto: Luis Enrique Sevilla

-Hace varios años que tu carrera viene en ascenso, pero el 2022 ha sido particular. ¿Cómo te cambió la vida este año?

Fue un cambio rotundo. Este año di el salto que esperaba, de entrar a las grandes ligas, conectarme con los productores más grandes, con la nueva ola, con lo que está pasando actualmente. Como empecé al principio de este año no es nada en comparación a como están sucediendo las cosas ahora. No era el mismo fenómeno en la calle o en otros países. No tenía nada construido en México y ahora es el país que más me escucha. Luego España y luego Chile.

Ha sido impactante el crecimiento, todo el rato vertical. Y no se va a detener, porque durante el proceso hemos ido trabajando muchísimo... Por eso nos pasan estas cosas, porque estamos linkeados en todos lados. La Dua Lipa, J Balvin, todas esas cosas que suceden porque estamos trabajando sin parar. Somos muy adictos a esto porque lo amamos mucho. Tienes que amar mucho esto para que te vaya bien, porque requiere de harto tiempo, mucho sacrificio, de la familia, de tantas cosas. Uno deja todo atrás y salta al vacío por esto. Y ahí es cuando te va yendo bien y explotas de una manera más grande de lo que te imaginabas.

-A veces pueden pensar que la vida de los artistas urbanos es casi de ensueño, pero hay mucho trabajo por detrás

Si. Por lo menos en lo personal casi nada de carrete ni esas cosas. Me gusta mucho estar encerrado en el estudio. De hecho, los productores me tienen que tener paciencia porque puedo estar dos días seguidos sin parar. Me da algo en la mente, en el espíritu. Le entrego mucho de mi tiempo y es por eso que todo ha salido tan bien. Así como a los otros artistas que les va así, como el Pailita. Le dedican mucho tiempo de su vida, trabajan, trabajan y trabajan.

Ahora los frutos se están viendo. Acabamos de hacer un Movistar y todo lo que está pasando ahora está realmente increíble, no para de sorprenderme. Fue uno de los mejores conciertos que he hecho en mi vida.

-Revisando los hitos que has logrado este año, ¿cuál fue el más significativo para ti?

Haber trabajado Ultra solo y que todos esos artistas hayan creído en mi proyecto, en lo que hice. Me sentí valorado, porque de eso sufría yo. Sentía que mi música no la valoraban, o que no entendían que yo era chileno y cosas así. Pero esa canción me ayudó a sentirme más seguro y a encontrar mi camino en la música. Entendí que hacer música honesta y hablando desde el sentimiento provocó que Ultra solo tuviera la explosión, que pudiera llegar a las personas. Que se sumara Feid, que la Paloma (Mami) quisiera ser parte, De la Ghetto... Y que hayan venido para acá, a participar del show en Movistar. Es el compromiso que tienen. La manera en que nos ven desde otros lados es algo impresionante. Para ellos somos algo impactante. Eso fue uno de los hitos que más me marcó en este año y que no deja de ser menor. El remix ya tiene 200 millones de escuchas, y me siguen etiquetando.

Ahora hay otra noción de la música. La hacen mucho más a corto plazo. Como que una canción de cuatro o cinco meses ya la consideran vieja, pero no es así. Ultra solo remix tiene cinco meses, Baby Otaku tiene cuatro. Kawaii tiene tres…

-Baby Otaku también significó un éxito, incluso se volvió tendencia dentro de TikTok…

Sí, y qué bueno eso, que a la gente le guste bailar. Yo lo veo de esa manera, no tanto por la plataforma, sino por lo que genera en la gente. Eso me encanta, que te den ganas de expresar algo. Y que nazca a raíz de mi música es lo que me conmueve, lo que más me gusta. Es una sensación rara que da gusto. Cuando la canto en un concierto la gente lo baila todo el rato. Es raro, me encanta. Como una catarsis.

-¿Qué aspectos de tu vida sientes que han cambiado con el éxito y la popularidad?

Tiene muchas cosas buenas, muchos pros, porque la gente me da amor en todos los lugares a los que voy. Me reconocen y cosas así. Me siento bien querido y seguro en mi país, porque gracias a Dios le gusto a la gente buena y a los de la calle también les caigo bien. Mi música es transversal, parcial. Eso es lo que me gusta de la fama.

El contra es que todo el tiempo hay que estar entregado a eso. Y como también somos seres humanos, a veces hay días en que uno no está tan bien, sin la misma paciencia por X motivo... Pero nunca decimos que no, al menos yo nunca me niego, aunque a veces te pille en un momento donde genera un desgaste. Nunca lo veo de una manera negativa, porque ellos (los fanáticos) son los que nos dan, los que nos crean. Estoy dispuesto a hacerlo en el momento que sea. Ya no puedo ir solo a algunos lugares. Tengo que ir acompañado al mall, por ejemplo. Pero es el precio. Y está bien, tiene que ser equilibrado. Es una muestra de cariño lo que yo siento cuando quieren una foto.

-¿Qué tanto te preocupa la sobreexposición? ¿Cómo cuidas la frontera entre tu vida pública y la personal?

No vinculo mi vida personal con la de artista. Trato de ser Poli en mi casa y ser Polimá Westcoast para la gente que me conoce como artista, en la calle, en todos lados. Marcar el límite, la frontera entre las dos. Aunque siga siendo igual, teniendo el mismo espíritu, los mismos valores. Mi vida personal, amorosa y familiar la protejo.

-¿Recuerdas cuál fue el momento en que te percataste de que tu vida había cambiado para siempre?

Hace un mes o dos.

-Muy reciente…

Fue hace muy poco que hice clic y dije “wow”... Desperté, estaba tan cegado, trabajando... Pasaban hitos e hitos. Y ahora me di cuenta de todo lo que somos y de todo lo que vamos a ser. Me frené y vi todos los proyectos que tengo, las cosas que van a salir, los featuring, la gente que cree en nosotros. El mundo que nos rodea también, que nos acompaña y nos sigue, nuestros fans, que son tan entregados. Me di cuenta de eso y fue emocionante, dentro del alma, en el espíritu. Fue un llanto alegre. Es la parte más difícil, encontrarse a uno mismo, entenderse. Saber en qué estoy parado y qué soy.

-¿Fue en un contexto particular o pasó de forma repentina?

Fueron muchos días seguidos de ir a la calle, el programa Urbanos (de TVN), no sé... Ir al Movistar, toda la cantidad de gente que trabaja por y para nosotros. Es impresionante. Decíamos con el Pailita: la edad que tenemos y nos conocen hasta los abuelos, las abuelas… Eso es loco.

Y ven algo de esperanza en nosotros. Es especial, porque cuando partí con el Pablo (Chill-E) aún no había artistas como el Pailita o Standly. Una vez Pailita me dijo ‘hermano, yo te fui a ver dos o tres veces cuando fuiste a Punta Arenas a dar tus conciertos’. Dos o tres veces Pailita fue a verme, como si yo tuviera 40 años... El Standly fue a un show de San Felipe como dos veces más... Es loco, y ahora ellos son artistas grandes.

Retrato de Polima Westcoast Foto: Luis Enrique Sevilla

-De una u otra forma, tú y Pablo Chill-E cimentaron el camino para los que vendrían después

Claro. Después nos pilló el 18 de octubre... Hicimos los conciertos en la calle, todos protestando, y estábamos ahí con el Pablo. Fue especial. Nos tocó la guerra. Y ellos florecieron de todo eso. Fueron como las flores de todo lo que pasó ahí. Nacieron todos esos artistas. Yo soy fan de ellos. Me gusta la música que hacen.

-Desde afuera se pueden reconocer varios motivos que explican tu popularidad. Pero tú, introspectivamente, ¿te has preguntado por qué tu trabajo ha sido tan exitoso?

Te mentiría si te dijera que sí. No he tenido ese momento de tranquilizarme y de hacer una introspección, pero ahora siento que es momento de hacerlo, de darme cuenta, de frenarme un poco, y que lo estoy haciendo... Darme cuenta de todo lo que hicimos atrás, lo que ha pasado a lo largo de los años, del tiempo. Es algo impactante. Siento que le entrego algo particular a la música chilena por los matices que tengo en mi voz, por la sangre africana, por mi familia. Creo que eso marca harto la diferencia. Suena diferente.

Y eso me lo decían desde siempre, de chico, mi abuela u otras personas. Cuando C Tangana me llamó a 5 STARS le hice muchas preguntas. Ahí estaba más chico y era muy fan. Era el momento de conocerlo y él me brindó ese espacio. Me dijo que lo más lindo de la música es cuando cierran los ojos y te visualizan, te imaginan solo con escucharte. Y es especial, porque él se refería a la frecuencia de las ondas sonoras, una explicación muy literal. Cuando el sonido entra en el oído y la gente visualiza tu imagen o lo que eres, tu identidad. En verdad tenía razón, y trabajé mucho para encontrar mi camino en la música, mis matices.

Me costó entender también mis etnias, lo que soy, porque me crie aquí, entre chilenos, siendo que mi familia es de África. Pero logré encontrar el equilibrio y ser aceptado como soy, con mi familia inmigrante. Yo soy chileno y hay mucho afro en Chile. Este año lo descubrí más.

Con las raíces presentes

A lo largo de su carrera, Polimá se ha preocupado de llevar siempre con orgullo sus orígenes afrodescendientes. Estos juegan un rol fundamental en su identidad, la que ha ido descubriendo, construyendo y fortaleciendo en el camino.

-¿Sientes que has derribado barreras en la sociedad chilena? Hasta hace no mucho, la población afrodescendiente no tenía demasiada visibilidad en la escena cultural nacional. Y porque también vienes de una comuna que quizás no sea de las más aventajadas en términos sociales. ¿Crees que has botado los estigmas que puede haber en torno a eso?

Lo siento. Siento que sí. En un tiempo más me van a nombrar embajador de una comunidad africana aquí en Chile, y por lo mismo, porque aportamos mucho a eso, por lo que somos, por la cantidad de gente que movemos, por la masa. Quiero representar eso: la raza, la etnia, el pueblo mapuche, África, todo lo que somos, todo lo que tenemos de nativos. Y es lo que estoy llevando. Por ejemplo, ser nombrado como artista del año y estar acompañado por los chamanes, por los guías, por toda la gente afro de allí... Me sentí especial, aceptado y seguro. Estamos en casa, aquí en Chile. Me siento bien con la manera en que nos están viendo ahora y cómo nos están abriendo las puertas, el respeto que nos dan. La música es el factor que nos une a todos como seres humanos, a todo el planeta.

-¿Te sentiste discriminado alguna vez dentro del mundo del género urbano?

No. El hip hop viene todo de la música afro, de los negros. Entonces me sentía bien, hacíamos trap con el Pablo, con todos, y me sentí siempre incluido. Siempre. Jamás he tenido problemas. Solo en la calle, por cosas raciales, pero dentro del género urbano siempre he estado tranquilo en mi posición.

Y nunca he mirado al lado. He estado todo el rato tratando de construir algo propio, personal. Por eso ahora estoy focalizado en la gente afro. Durante la pandemia me enfocaba en eso, en ayudar a los haitianos. Yo no lo soy, mi familia tampoco lo es, pero son hermanos. Nos enfocamos en ayudarlos, en mantener bien a la mayor cantidad de gente que podíamos con lo que Dios nos brindaba. Por eso la gente me linkeaba tanto a ellos.

-En tu entrevista en La Junta, comentaste que muchas veces la gente te decía haitiano como si fuese un insulto…

Y eso contribuyó a derrocar las burlas contra los haitianos. Esa entrevista ayudó mucho, por supuesto que junto a tantas cosas más. Y más acciones así, que estamos haciendo, trabajando, van a hacer que después nos vean a todos por igual, como en los países que están más desarrollados. A que no haya diferencia racial ni nada.

-¿Crees que en Chile aún hay demasiados prejuicios con respecto al trap y al reggaetón? Por ejemplo, se suele asociar erróneamente con cierto tipo de gente o de perfil. ¿Qué crees de eso? ¿Es clasismo? ¿Es algo que se está pasando o se mantiene ahí?

Al principio era fuerte. Salía en todos los medios a cada rato, tratando de ensuciar un poco el panorama. Pero ahora ya cambió, porque antes florecían más canciones que hablaban de otros temas. Cuando pasó lo de Ultra solo y se posicionó número uno sin hablar de cosas de la calle ni nada, contando cosas más relacionadas a lo emocional, cambió un poco el Spotify, el algoritmo. Se amplió más allá de un tipo de música, que es más flaite, lo que también está perfecto, porque es parte de la cultura chilena.

Pero sí cambió un poco el panorama, y la canción ayudó mucho a que eso pasara. Ya no creo que sea un tema del que hablar, que la música esté necesariamente metida con la calle. Ahora es más profesional. Los artistas que acabamos de mencionar, todos tienen equipos profesionales con muchas personas trabajando. La gente ya sabe que nuestro trabajo es hacer música, conciertos, donde asisten adultos, todo el mundo. Ya es diferente. Este año cambió. La policía, todos me piden fotos. No hay quien no. Sea sargento, no importa la edad o lo que sea, todos esperan una foto, un saludo.

-En el género urbano se ve mucha fraternidad. ¿Es tan así? ¿Cómo lo describirías?

Es tan así como la gente lo imagina. Muy, muy hermanos. Y es porque nuestros círculos se acotan y cada vez se hacen más pequeños. Cuando les dijimos lo del Movistar Arena ni se lo pensaron. Todos dijeron que sí. Fueron al ensayo, cumplieron con el horario. Fueron todos. Tienen un compromiso y cada vez que nos unimos salen canciones grandes. Lo sabemos y lo valoramos. Valoramos el talento que tiene el otro y lo que podemos encontrar. Los atributos que tiene el otro. Por ejemplo, si tengo un corito, o necesito un rap… Le dije: ‘Pailita, mira esta canción, aquí estoy, ultra solo’. Y listo. Y cumplió con lo que yo buscaba. Así pasa. Si quiero hacer una canción que tenga más la calle, Pablo Chill-E. Si quiero hacer algo más amoroso, Young Cister. Es así. Entendemos los atributos que tienen los otros y lo vamos complementando para hacer música.

-Con todo eso, ¿Cómo estás preparándote para el Festival de Viña? Pensando que será una plataforma donde tu trabajo será visto por público de muchas partes del mundo...

Nos estamos preparando mucho. Vamos a llevar una serie de artistas invitados especiales a representar a nuestra raza también, la etnia, en la línea de lo que te venían comentando. Y a disfrutarlo. Para mí es algo gigante. Es impresionante ser parte del jurado también, ser considerado para eso. Estar ahí, representar a Chile. Va a ser una instancia hermosa y ya quiero que llegue el día. Quiero que pase eso, queda poquito. Vamos a pestañar y ya vamos a estar ahí.

Retrato de Polima Westcoast Foto: Luis Enrique Sevilla

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