Varias reacciones ha causado la publicación del libro En la sombra, escrito por el príncipe Harry. El revuelo ha sido tal que ya se ha agotado en todas las librerías de nuestro país, y desde Penguin Random House Chile ya se ha anunciado una segunda edición.
Una de las historias relatadas dentro del libro es la controversia por el disfraz nazi vestido por el Duque de Sussex a principios de 2005. El príncipe fue captado en una fiesta con un disfraz, y las fotografías fueron filtradas a la prensa tabloide del Reino Unido, generando una gran polémica.
Harry escribe que el disfraz originó en sus ganas de hacer reír a Kate, la pareja de su hermano William. Se acercaba una fiesta a la que asistirían los tres, y pensó en un disfraz que cumpliera este propósito. El mismo día de la fiesta decidió ir a una tienda de disfraces.
“Fui recorriendo todas las hileras de prendas, rebuscando entre los colgadores, sin ver nada que me gustara. Como se me agotaba el tiempo, reduje mis opciones a dos. Un uniforme de la aviación británica. Y un uniforme nazi color arena. Con un brazalete de la esvástica. Una gorra plana.”
El príncipe llamó a William y Kate para ayudarlo a decidir, y estos le dijeron que alquilara el uniforme nazi. “Lo alquilé, además de un ridículo bigote, y volví a casa. Me lo probé. Willy y Kate empezaron a reír a carcajadas. ¡Era peor que el traje de leopardo de Willy! ¡Mucho más ridículo!” Sin embargo, el príncipe creyó que el bigote necesitaba un retoque, así que lo recortó para que se pareciera más al de Adolf Hitler.
Luego cuenta que acudió a la fiesta, que tenía una temática de nativos y colonos. Nadie le dijo nada al verlo disfrazado del dictador de la Alemania Nazi, lo que el príncipe consideró como una pequeña victoria.
Sin embargo, alguien logró sacar par de fotografías que posteriormente fueron compradas por los tabloides británicos. La foto sería publicada después, acompañada de titulares como “¡Heil, Harry!”, “Herr Aberrante” y “Ira por Heil real”.
El príncipe luego describe lo que siguió a la publicación de las fotografías: “Una tormenta de fuego tal que llegué a creer que me sepultaría. Y sentí que merecía ser sepultado. Hubo momentos durante las semanas y meses que siguieron en los que pensé que moriría de vergüenza.”
“Cuando vi las fotos, reconocí de inmediato que tenía el cerebro apagado, que tal vez llevara tiempo así. Quería salir de viaje por todo el Reino Unido, puerta por puerta, explicando a la gente: ‘No estaba pensando. No quería ofender a nadie’. Pero eso no habría cambiado nada. El dictamen fue rápido, implacable. O bien era un nazi en la sombra o un retrasado mental”.