Mientras habitaba el Olimpo musical como la máxima deidad de la guitarra sobre la faz de la Tierra, Jimmy Page manifestó problemas para lidiar con sus pares. Se impacientó muchísimo cuando conoció a Elvis Presley junto a Robert Plant y John Bonham en una suite de hotel en Los Angeles en 1974. ¿Razón? El rey no les prestó atención inmediatamente, en el primero de distintos encuentros entre dos de las máximas encarnaciones del rock de todos los tiempos.
En una noche de juerga, Page echó de su mansión a un sorprendido y muy drogado David Bowie, por haber derramado una copa de vino tinto en un sofá, no sin antes dirigirle una furibunda mirada que aterrorizó al Duque Blanco por varios días, debido a la fama satánica del líder de Led Zeppelin. Paranoico por la cocaína, Bowie estaba convencido de haber sido víctima de un conjuro.
George Harrison felicitó al grupo por brindar intensos conciertos de tres horas, a diferencia de The Beatles, que solían tocar apenas 25 minutos en el peak de su fama. Pero el hecho de criticar el repertorio por carecer de canciones más reposadas -”el problema con ustedes es que nunca hacen baladas”, comentó Harrison a Bonham-, fue casi un insulto para Page. La observación lo impulsó a coger la guitarra para acallar al ex Beatle.
La respuesta fue una obra maestra: The Rain Song, una de las piezas centrales del quinto álbum de Led Zeppelin, Houses of the Holy, publicado en marzo de 1973.
“De hecho, te darás cuenta de que incluso cito ‘Something’ en los dos primeros acordes de la canción”, reveló al biógrafo Brad Tolinski.
Led Zeppelin podía dominar el mundo, pero no todo el mundo estaba a su favor. La prensa, en particular la estadounidense, los había tachado de plagiadores desde el debut. Las críticas no eran gratuitas porque, efectivamente, Page solía tomar prestado sin darse la molestia de reconocer los créditos originales. Cada LP -esos títulos totémicos rotulados del I al IV entre 1969 y 1971-, afianzaron a Led Zeppelin como la mayor fuerza creativa del rock, pero los especialistas seguían reservando elogios a competidores directos como The Rolling Stones y The Who.
Fue entonces que Robert Plant declaró algo parecido a una advertencia en 1972.
“Ya es hora de que la gente sepa algo de nosotros”, dijo, “aparte de que nos comemos a las mujeres y tiramos los huesos por la ventana”.
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El último encuentro del ingeniero de sonido y productor británico Eddie Kramer con Led Zeppelin, había acabado a los gritos. Kramer, famoso por trabajar con Jimi Hendrix, colaboró exitosamente en Led Zeppelin II (1969). Pero durante las sesiones de Led Zep III (1970), cuando el cuarteto ya era un fenómeno de ribetes mundiales y se comportaba con las maneras de la realeza rockera, un incidente menor gatilló una trifulca.
La banda famosa por sus hábitos barbáricos (“¿son ciertas esas historias que se cuentan sobre ustedes en la carretera?”, fue lo primero que les preguntó Elvis) pidió comida india, y la derramó por el suelo del legendario estudio Electric Lady de Nueva York.
“Pedí a los roadies que por favor lo limpiaran”, relató Kramer, solicitud dirigida a esos mismos asistentes que solían asaltar farmacias para obtener drogas en cada ciudad que el grupo actuaba, proclives a golpear a quien se opusiera.
“El estudio era nuevo y estaba muy orgulloso de él. De repente (Led Zeppelin) gritaron: ‘¡no les digas a nuestros roadies lo que tienen que hacer! Y se retiraron; se fueron, ¡y no volví a hablar con ellos durante un año!”.
De hecho, Kramer no participó en Led Zeppelin IV (1971), pero “volvieron a llamar y me pidieron que les grabara de nuevo como si nada hubiera pasado”.
Jimmy Page quería sesionar sin estar sometido a los tradicionales estudios. El grupo se trasladó en mayo de 1972 a la finca Stargroves, que Mick Jagger había comprado un par de años antes. La edificación ya tenía currículo en materia de discazos. The Rolling Stones habían grabado parte del material de Sticky Fingers (1971) y Exile on main street (1972), lo mismo The Who con Who ‘s next (1971).
La banda utilizó el estudio móvil de los Stones, un camión acoplado con una mesa de 16 pistas habilitada para grabar donde fuera. Machine head (1971) de Deep Purple fue registrado allí, entre otros clásicos.
Según Kramer, la casa era una maravilla “porque podías conseguir esta increíble acústica variable en cada habitación”, permitiendo la experimentación con los instrumentos, en particular la voluminosa batería de John Bonham, o meter micrófonos por una chimenea para capturar el amplificador de Jimmy Page.
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John Paul Jones, el bajista y multiinstrumentista que se mantenía relativamente alejado del ambiente bucanero característico de Led Zeppelin (“los veía cuando me juntaba en el aeropuerto para ir de gira”), había montado un estudio en su casa al igual que Page, para trabajar sus propias composiciones. Jones, un reputado sesionista capaz de “dirigir una orquesta mientras tocaba el bajo con una mano”, en palabras de Kramer, dio forma a No Quarter, una composición donde pivotan los teclados y el piano.
“Creo que nunca antes habían hecho un tema tan sutil”, comentó el ingeniero. “Esa es la prueba de un gran arreglista: hacer algo tan sutil pero que tenga tanta fuerza. Muy bonito”.
Además de The Rain Song, Jimmy Page arribó a Stargroves con Over the Hills and Far Away. La letra, escrita por Robert Plant, se basó en el poema homónimo de J.R.R. Tolkien.
En la finca se grabaron ocho temas, pero algunos no quedaron en el álbum. Entre ellos, la canción que dio nombre al disco, cuyos versos son un homenaje a la ferviente fanaticada de la banda, prácticamente un culto a esas alturas. Lo mismo sucedió con The Rover y Black Country Woman, publicadas en Physical Graffiti (1975).
En tanto, Walter ‘s Walk, una pieza instrumental insertada en las improvisaciones de Dazed and confused, sólo apareció en el álbum de descartes Coda (1982), con voces grabadas por Robert Plant tras la disolución del grupo en 1980.
Houses of the Holy contiene momentos que dividieron a la banda como es el caso de D’Yer Mak’er. Plant estaba entusiasmado con la idea de montar una especie de reggae, mientras Bonham y Jones no. Según el bajista, “a John le interesaba todo menos el jazz y el reggae”. Este último género le parecía particularmente “aburrido” y, por lo mismo, el tema “sonó horrible” porque “Bonzo” no cuadró el tiempo como requiere el ritmo de Jamaica. En 1991, John Paul Jones dejó en claro que D’Yer Mak’er no estaba entre sus favoritas del conjunto.
The Crunge nació como una jam que cuajó entre homenaje y parodia a James Brown, con un gran despliegue de Bonham y Jones desdoblado entre el bajo y los teclados, Page con una Fender Stratocaster -un modelo que sólo utilizó hacia el final de la carrera de Led Zeppelin, como se advierte en los multitudinarios conciertos en Knebworth en 1979-, y Plant imitando el registro del padrino del funk. Sin embargo, la canción es bastante simple en su estructura, al punto que remata con el vocalista preguntando dónde está el puente.
La pieza final de Houses of the Holy -The Ocean- es otro homenaje de la banda a su fanaticada, por el aspecto de la masa -un mar de gente- asistente a sus conciertos. John Bonham recita en el inicio “ya hemos hecho cuatro, pero ahora estamos firmes y luego fueron, 1... 2... 3... 4…”, en alusión a las tomas fallidas.
El quiebre hacia el doo woop -género vocal famoso en los 50, cuando los miembros de Zeppelin eran niños- contiene coros de Plant, el baterista y Jones, toda una rareza en el grupo.
Si se pone atención, se escucha el timbre de un teléfono al minuto 37, que repica nuevamente cuatro segundos más tarde.
Los resultados de la fenomenal Dancing Days, una de las mejores canciones del álbum inspirada en un viaje de Page y Plant a la India, puso tan contentos a los miembros de Led Zeppelin, que improvisaron una coreografía en el prado de Stargroves, mientras Eddie Kramer ponía el tema a todo volumen desde el estudio móvil.
El arranque de Houses of the Holy -The Song Remains the Same-, es el genio de Jimmy Page en uno de sus momentos más inspirados, con sus diversas capas de guitarra trabajadas en la icónica Gibson EDS-1275 de doble mástil, con seis y doce cuerdas.
Uno de los riffs centrales de una de las canciones más progresivas del repertorio Zeppelin, proviene de una antigua composición de Page para The Yardbirds, titulada Tinker, Tailor, Soldier, Sailor, publicada en 1967. La suite rockera tuvo títulos provisionales como Worcester And Plumpton Races, alusivas a propiedades de Page y Plant, respectivamente, como fue presentada en Japón en 1972 bajo el nombre The Campaign. Se convirtió en un clásico en vivo hasta la disolución del grupo.
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Houses of the Holy estaba programado para enero de 1973, pero la edición se retrasó hasta marzo debido a la carátula. A Jimmy Page le había llamado la atención el diseño del aclamado Argus (1972) de Wishbone Ash, y contactó a Aubrey “Po” Powell, cofundador de Hipgnosis, diseñadores de algunas de las carátulas más legendarias en la historia del rock, incluyendo The Dark Side of the Moon (1973) de Pink Floyd.
Acostumbrado al misterio, el guitarrista no dio datos a Powell, ni siquiera el título del álbum. Sólo pidió una reunión tres semanas más tarde.
“Proponme algunas ideas”, dijo. “Ya sabes el tipo de banda que somos”.
El socio de “Po”, Storm Thorgerson, arribó a la cita con un bosquejo de una cancha de tenis “verde eléctrico” con una raqueta encima, según los recuerdos de Page a Guitar World.
“Le dije: ‘¿qué demonios tiene eso que ver?’. Y él respondió: ‘raqueta, ¿no lo entiendes?’. Le dije: ‘¿insinúas que nuestra música es una raqueta? Lárgate’”.
“Po” iba más preparado, y propuso trazar los símbolos característicos de Led Zeppelin -ZoSo- en las líneas de Nazca, aunque “no creo que hubiera sentado muy bien a las autoridades peruanas”.
Finalmente optaron por montar una imagen con niños trepando, en la formación geológica Calzada del Gigante de Irlanda del Norte.
Aunque el diseño final muestra a varios menores, solo fueron retratados y superpuestos Samantha y Stefan Gates, de siete y cinco años respectivamente, en una producción improbable hoy en día. Fueron fotografiados completamente desnudos.
La lluvia alargó las sesiones por más de una semana, y luego hubo dificultades con la colorización de las imágenes debido al cielo gris que dominó esa parte del proceso. Aunque la intención original era que los chicos lucieran entre dorados y plateados, el tratamiento posterior de la imagen timbró un tono púrpura. Inicialmente, Powell creyó estar en aprietos hasta que observando por segunda vez sintió que el resultado poseía “una calidad de otro mundo”.
Cuando presentó el diseño a Jimmy Page y el temible manager Peter Grant -mitad empresario, mitad matón- sobre el maletero de un auto tras un concierto del grupo, con el guitarrista sudado y un cigarrillo entre los labios, “unas 200 personas se habían reunido alrededor del coche mirando la obra de arte”.
Recibió un aplauso cerrado.
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En su momento, las críticas fueron implacables con Houses of The Holy. Los especialistas se preguntaban dónde estaban los riffs, el cachondeo, la magia negra, y toda la parafernalia asociada a Led Zeppelin.
“Vacíos”, “trabajo inconsistente” y “pierden el rumbo”, fueron algunas de las sentencias.
Gordon Fletcher de Rolling Stone declaró que se trataba de “uno de los álbumes más aburridos y confusos que he escuchado este año”.
“Una burla al rock & roll”, sintetizó.
El público dijo otra cosa. Los últimos conteos de 2014 apuntan más de 12 millones de copias vendidas en todo el mundo.
“Llegó Led Zeppelin y les dio un subidón como nunca antes habían tenido”, declaró a The Guardian el cantante Michael Des Barres, contratado por la banda para su sello Swan Song. “(...) No había TMZ, ni internet. Sólo había ese conjuro, ese lamento a los dioses”.