Pedro Pascal conoce a la perfección el mundo de los tipos duros. En Narcos, uno de los proyectos que alimentó su fama a mediados de la década pasada, encarnó al agente de la DEA Javier Peña a lo largo de tres temporadas. En el cine, a punta de puños y balas se enfrentó al mismísimo Denzel Washington en El justiciero 2 (2018) y luego, en Triple frontera (2019), se unió a Ben Affleck y Oscar Isaac como parte de un escuadrón que combate a un cartel de drogas.

¿Pero cuán sencillo es dar vida a una figura de ese tipo? “De alguna manera, es fácil interpretar a un tipo duro”, plantea Neil Druckmann, para luego matizar: “Es muy desafiante interpretar a un tipo duro que es vulnerable en formas interesantes”.

“Tras conocer a Pedro y saber lo divertido que es en la vida real, verlo suprimir todo eso y convertirse en este personaje roto que regresa lentamente a la vida a través de su interacción con Ellie, fue una alegría”, sostiene el cerebro detrás de The last of us, la adaptación televisiva del videojuego homónimo, que tiene a Pascal en el rol principal de la serie estrenada el domingo como una de las producciones más esperadas del año.

El actor chileno encarna a Joel, un hombre que habita un mundo posapocalíptico y al que la vida ha castigo de manera implacable. El primer capítulo de la ficción lo muestra a comienzos de los 2000 en Texas, pero luego, tras un salto temporal de dos décadas, lo vemos convertido en una persona que sobrevivió a una pandemia y a una tempestad personal. Exuda rigidez y frialdad, pero todo aquello será puesto a prueba por la energía de Ellie (Bella Ramsey), una joven de 14 años con la que deberá atravesar el país a pesar de sus diferencias.

Identificar a Joel como un héroe está sujeto a debate de muchas maneras”, indica Pascal sobre su rol. “Creo que realmente todo se reduce a comprender cuáles son los aspectos humanos de un personaje, ya sea heroico o no heroico. Esa sería la mejor manera de interpretarlos: a través de la comprensión y no necesariamente de la expectativa o el juicio”, agrega en conversación con Culto.

Vale una aclaración: aunque hay zombies y secuencias trepidantes, The last of us es primero un drama antes que una serie de acción. Es una historia de personajes más que un despliegue incesante de adrenalina y pirotecnia. Un conjunto de cualidades que seguramente no sorprenderán a los fanáticos del videojuego que la inspira, un título del estudio Naughty Dog y disponible en PlayStation que ha vendido millones de copias desde su lanzamiento, en el año 2013, y que tuvo una exitosa secuela que llegó al mercado en 2020.

“Mi introducción a The last of us fueron los guiones escritos por Craig Mazin y Neil Druckmann. Así ese mundo se abrió ante mí”, dice Pascal mientras agita las manos e intenta expresar la fascinación que le generó. El actor se detiene en el trabajo de los dos principales responsables de la adaptación, el creador del videojuego y de su segunda entrega, y Mazin, el guionista que arrasó en los Emmy con la miniserie Chernobyl, también de HBO. “Estuvimos increíblemente respaldados por una escritura realmente excelente”, apunta.

La fuente original es una experiencia inmersiva uno a uno, distinta a la que mayoría de las personas han experimentado antes. Entonces, intentar tomar la preciosidad de eso y ponerla en nuestras actuaciones y nuestro diseño de producción fue uno los mayores desafíos que cualquiera de nosotros ha enfrentado. Pero me sentí muy respaldado por mi compañera de escena, por nuestros escritores, por nuestros directores y por nuestro equipo de diseño”, explica.

Aunque ha participado en franquicias de Hollywood enormemente populares como Star Wars y Mujer Maravilla, admite que al comienzo de la producción surgieron nervios. En particular le preocupaba la relación que forjaría con la actriz británica Bella Ramsey, a quien no conocía a pesar de que ambos participaron en Game of thrones (pero en diferentes temporadas). “Al principio éramos muy tímidos el uno con el otro”, reconoce el actor, detallando que se volvieron inseparables durante el año en que rodaron el proyecto.

Sus personajes en la ficción forman un vínculo paternal que ha sido comparado con el que establece el misterioso protagonista de The Mandalorian con Grogu (o Baby Yoda). Lejos de sentir que se está repitiendo, Pascal luce cómodo sumando otro papel que en algún punto está emparentado con algo que le resulta familiar, y que en este caso implicaba compartir con una intérprete y, según dice, protegerla.

“Creo que en muchos sentidos me sentí protector con la experiencia de Bella. Y creo que ella también se sintió protectora conmigo. La dinámica padre-hija es muy, muy obvia, pero fue muy fácil para mí sentir esas cosas en mi imaginación y en la ejecución práctica de hacer la serie”, resume.

Mucho antes de que ambos fueron confirmados a la cabeza del elenco, los seguidores del videojuego ya tenían a su Joel y su Ellie: Troy Baker y Ashley Johnson, quienes les prestaron sus voces a los personajes en las dos partes de la historia. El dúo ganó elogios e inevitablemente provocó que cualquier nueva encarnación tuviera como gran reto encontrar a una pareja de actores a la altura.

“Sabíamos que a Pedro sería un muy buen Joel. Y ya habíamos visto la audición de Bella y sabíamos que ella lo lograría como Ellie. Pero, hasta que no comenzamos, no estábamos muy seguros de cómo sería la química”, confiesa Druckmann.

“Se sintió como una hazaña. Sentimos que teníamos mucha suerte por segunda vez. Verlos no sólo en la pantalla, sino fuera de la pantalla; Pedro tomó a Bella bajo su protección y estaban realmente conectados entre tomas. Me recordaron mucho a Troy y Ashley”.

Sobre Pascal, enfatiza: “Es un privilegio trabajar con alguien tan talentoso, que se sumerge tan profundamente en el personaje y comprende los matices”.

Los peligros de la adaptación

Antes de que la idea de una serie se materializara, el videojuego se trabajó como una película en la que el cineasta estadounidense Sam Raimi participaría como director. Pero por algún motivo la idea no arrancó y se terminó por cancelar. “Era demasiada historia para tratar de condensarla en dos horas. Entonces, por un montón de razones diferentes, (el proyecto) no iba a ninguna parte”, cuenta Druckmann.

Gracias a que tenían una amiga en común (la actriz Shannon Woodward, que prestó su voz en The last of us parte II), el realizador conoció a Craig Mazin. El creador de Chernobyl no sólo era un gran fanático del videojuego y de esa industria en general, sino que tenía las puertas completamente abiertas para seguir trabajando en HBO luego del fenómeno rotundo de su miniserie sobre el desastre nuclear.

Con una velocidad atípica para los tiempos de Hollywood, las piezas se acomodaron y en marzo de 2020 se hizo oficial que la compañía estaba desarrollando una serie con ambos al mando.

“Hay una línea que un personaje dice en la serie: ‘Prestar atención a las cosas es la manera en que mostramos amor’. Ese básicamente soy yo hablando de cómo adaptamos The last of us”, especifica Craig Mazin. “Todos los detalles, la cantidad de tiempo, energía, ideas, atención y cuidado que ponemos en ello… Ese es nuestro esfuerzo por proteger la relación que la gente tiene con el videojuego”.

Pedro Pascal, Bella Ramsey, Craig Mazin, Neil Druckmann, parte del elenco tras The Last of Us

Tanto Druckmann como Mazin conocen la mala fama asociada a las adaptaciones de videojuegos en cine y televisión. Si el resultado no es un desastre, en general son mediocres y no contentan ni a fanáticos ni al público general, por lo que casi siempre involucrarse en una tarea como aquella es un kamikaze.

A veces, dice Druckmann, “el material de origen no es lo suficientemente fuerte o no se puede adaptar fácilmente”. En otras ocasiones, asegura, los implicados son personas demasiado ajenas al mundo gamer. No es lo que le ocurrió con su dupla. “Él amaba y entendía el videojuego en un nivel fundamental. Tuvimos una relación sencilla. No quiero decir que siempre estuvimos de acuerdo; a veces estuvimos en desacuerdo. Pero se trata de cómo manejamos esos desacuerdos, cómo resolvimos eso para hacer lo mejor para la serie”.

“Soy un gran creyente de que el arte se trata de la relación entre el espectador y el arte”, dice Mazin. “Millones y millones de personas tenían una relación muy poderosa y significativa con The last of us, el videojuego. Entonces, al hacer la serie de televisión éramos conscientes de lo poderoso que era y de lo importante que era no dañarla, interrumpirla, arruinarla, ni burlarse de ella, de ninguna manera o forma”, agrega.

La primera temporada de la ficción, que adapta la primera parte del juego (la segunda continuaría en futuros ciclos), conserva la hebra central de la historia, pero realiza ajustes propios del cambio de lenguaje y soporte. Como siempre, algunos quedarán más contentos que otros.

Druckmann tiene una opinión clara al respecto: “Creo que al intentar predecir lo que le gustaría o no le gustaría a la gente te estás condenando al fracaso. Tienes que confiar en tu propio gusto, en tus propios instintos como narrador”. Y añade: “Obtendrás todo tipo de reacciones, y no puedes darle demasiada importancia a ninguna. Para mí consiste en contar la mejor historia que podamos, tan auténtica como podamos, tan honesta como podamos, disfrutar el viaje y luego, si tenemos suerte, lograremos que sea lo suficientemente exitosa como para poder hacerlo una vez más”.

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