Ryuichi Sakamoto - 12

El maestro japonés, figura clave de la electrónica mundial, enfrenta la muerte. Con 71 años, Ryuichi Sakamoto padece cáncer con mal pronóstico. Retirado de la vida pública, esta docena de piezas instrumentales fúnebres y hermosas registradas durante 13 meses, componen un diario minimalista con sintetizadores y pianos reflejando el deterioro envuelto en una aparente contradicción: mientras menos notas son urdidas y los fondos electrónicos tienden un manto cósmico, las atmósferas retratan vívidamente la inmensidad de la existencia, la desolación ante un destino irremediable, la belleza lúgubre de la vida ante la tragedia del final.

Las composiciones reflejan el calendario. 20210310 abre las compuertas sin melodías. El sonido espectral del teclado arrulla como una sirena ralentizada que se espesa. 202111130 permea la dificultad para inhalar y exhalar -el músico cuela su respiración complicada en la mayoría de las grabaciones-, mientras el piano divaga reverberante tanteando una nota a la vez. Esa mecánica domina con ligeros cambios de temperamento. 20220123 bosqueja melodías y acordes; 20220202 semeja un viaje interestelar con ecos de campanas rebotando en el tiempo. Sakamoto prometió llevar este diario “hasta que mi cuerpo se rinda”. No es una crónica fácil. Ha musicalizado su partida.

Metallica - Screaming suicide

Este segundo adelanto de 72 Seasons, el undécimo álbum de Metallica con fecha de estreno para el próximo 14 de abril tras el single Lux Æterna, reincide en la temática del suicidio, un asunto recurrente en el heavy metal desde Ozzy Osbourne hasta Pantera, que la banda de San Francisco abordó magistralmente en Fade to black de Ride the lightning (1984), en una dosis insuperable de metal progresivo.

Este single se aprecia lejos de aquellas alturas. Líricamente, el acento es la chance ante la adversidad gatillada por la depresión. James Hetfield canta sobre “un salvavidas de esperanza”, a diferencia del pesimismo de hace cuatro décadas cuando proclamaba, en una arrebatadora mezcla de drama y angustia, “he perdido las ganas de vivir (...) necesito que el final me libere”.

Musicalmente implica un viaje con enlaces a las velocidades del cuarteto en los 90, un rock metalizado estándar ejecutado con el aplomo habitual donde, a diferencia del anterior sencillo, el bajo de Robert Trujillo se deja oír. Todos los instrumentos brillan, quizás en exceso y sin mucha profundidad, para un género cuya misión desde los tiempos fundacionales de Black Sabbath, es retratar el lado oscuro de la existencia. Demasiada luz en las tinieblas provoca resultados poco convincentes.

Måneskin - Rush!

Los italianos de Måneskin lo tienen todo y nada a la vez. Lo que les falta en originalidad les sobra en actitud, ganas, desparpajo, energía y un look perfecto para pasarelas y revistas de moda. Líricamente son vacíos como una tarde de domingo, pero dominan al dedillo el manual del rock glamoroso e irresistible, cantando sobre supermodelos y alusiones a la cocaína. Las canciones de este tercer disco se montan en repeticiones cuadradas de bombo como una marcha apurada sin muchas curvas ni giros, solo confiadas en la velocidad, el estribillo, y el vértigo propio de la juventud y el desprejuicio. Toman prestado con descaro -Franz Ferdinand es su copiloto, y deberían pagar derechos a Idles por un corte como Kool Kids- y, sin embargo, todo lo anterior no contiene pecado alguno, porque finalmente el álbum es efervescente, adictivo y se pasa chasqueando los dedos.

Los momentos más calmos como la balada If not for you revelan singularidades en Måneskin, particularmente en el vocalista Damiano David. El chico sabe cantar y dotar de sentimiento una composición manida y efectiva. El rock para las masas, que busca desesperadamente una tabla de salvación, alberga una genuina oportunidad en este cuarteto.