Crítica de discos: entre Gaz Coombes, Dave Rowntree y John Cale

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Turno esta semana para grandes nombres que dejan atrás el legado de sus bandas madre: Gaz Coombes (Supergrass), Dave Rowntree (Blur) y John Cale (The Velvet Underground). El resultado es dispar, aunque estimulante.


Gaz Coombes - Turn the car around

Cuando debutó en la música a los 15 años, Gaz Coombes era tan pequeño que sus padres debieron firmar el contrato con su discográfica. Han pasado tres décadas de ese episodio seminal y el líder de Supergrass –que se reúnen para realizar giras cada cierto tiempo y todavía tienen un disco, Release the drones, sin publicar- no ha perdido ni la creatividad ni las ganas de explorar nuevas formas de hacer música.

Su cuarto disco solista, Turn the car around, lo encamina a paso firme como uno de los artistas ingleses que tiene categoría de clásico. Con la libertad como elemento insustituible, el vocalista construye nueve canciones de rock deslumbrantes, impresionantemente sutiles y que se balancean entre el glam, una sicodelia tenue y unas baladas enternecedoras que no caen en el melodrama lacrimógeno.

A sus casi 47 años, Coombes fija la mirada en la sabiduría y el paso de la vida en canciones refinadas dedicadas a su esposa e hijos –Don’t say it’s over y Not the only things, respectivamente- o en el tradicional desequilibrio emocional de un campeón de boxeo –Sonny, the strong-. Si su segundo álbum, Matador (2015), era la confirmación de su valía artística más allá de su banda original, Turn the car around apunta como la consolidación absoluta de un músico con clase, frescura y originalidad.

Dave Rowntree - Radio songs

El rol de baterista en un grupo, sea grande, mediano o pequeño, casi siempre pasa inadvertido. Es por esa razón que los responsables de las baquetas aducen falta de confianza o timidez antes de lanzarse a una experiencia en solitario. Con más de 30 años tocando en Blur, Dave Rowntree apuesta en su debut por un disco introspectivo y de baja fidelidad que lo emparenta –sin querer, dice- con Everyday robots (2014), el excelente primer álbum en solitario de Damon Albarn.

Atravesado por la importancia que tuvo la radio –y los cambios que produjo- en su vida, Radio songs es una colección de canciones que se refugian en la melancolía y que evalúan la vida del propio músico como en Tape measure –mira mi vida/mide mi tiempo/¿qué he hecho?-.

Entre teclados atmosféricos, coros espectrales y un rock sosegado, por todo el disco sobrevuela la sensación de estar en presencia de lados B de los últimos Blur. Volcano y el bellísimo instrumental Who’s asking son melodías teñidas por el otoño, Downtown y HK poseen belleza y reflexión, mientras que London Bridge es el único momento en que persigue la pista de baile. Rowntree se tomó su tiempo en dar a conocer sus virtudes artísticas sin más compañía que su talento. Y aprueba con distinción y, sobre todo, elegancia.

John Cale - Mercy

Habitualmente sin las luces ni la trascendencia que le prodigan a Lou Reed, su compañero en Velvet Underground, la banda más influyente en la historia del rock, John Cale ha plantado su semilla de vanguardia en bandas sonoras, trabajos personales y producciones a otros grupos –como el extraordinario debut homónimo de The Stooges (1969)-.

Ahora, a más de una década de su último álbum con canciones originales, el galés que en marzo cumple 81 años sigue en su travesía por hacer música sin concesiones, inspirada en su intuición y acompañado de colaboradores jóvenes como Weyes Blood, Fat White Family y Laurel Halo, que lo observan como a un faro erudito del que deben aprender.

Cale nunca ha dejado de interesarse en los nuevos sonidos ni tampoco en el rumbo del mundo y este disco no es la excepción. Pero su música alérgica a las normas en Mercy suena algo plana y repetitiva. El europeo quiere vestir sus canciones con la originalidad estética de Scott Walker en The Drift (2006) o David Bowie en Blackstar (2016), pero faltan matices. Tiene puntos altos, eso sí, en la ternura de MOONSTRUCK (Nico’s Song), dedicada a la desaparecida cantante germana, en el final hipnótico de Everlasting days junto a Animal Collective y en el trip hop de Night crawling en que recuerda sus noches de juerga neoyorkinas con Bowie. Lo nuevo de Cale no tiene nostalgia, pero tampoco pegada.

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