Cuando Bob Dylan escapó del precipicio
En septiembre de 1997, el músico lanzó Time Out of Mind, álbum que revivió su carrera y una de sus últimas grandes entregas. Hoy, un revelador box set celebra el disco. Esta es su historia.
En septiembre del año pasado se cumplió el aniversario número 25 de un triunfo y una conquista: el estreno de Time out of mind (1997), el álbum de Bob Dylan que significó su gran renacer tras años de estancamiento artístico.
Producido por Daniel Lanois, conocido por sus colaboraciones con U2, el LP dio a conocer sus primeras canciones originales en siete años, las que lo exhibían contemplativo, atmosférico, a momentos algo siniestro, abordando temas como la muerte, el amor que se esfuma y el arrepentimiento. Howard Sounes, autor de Down the highway: The life of Bob Dylan, una de las biografías más extensas sobre el artista, lo considera el mejor título del cantautor desde el lejano Blood on the tracks (1975).
“Estoy perdido en algún lugar, debo haber hecho algunas vueltas malas”, lamenta el músico en Highlands, el blues de 16 minutos que concluye el trabajo. “Yo también me siento así. Es lo que se siente envejecer y preguntarse qué salió mal y cómo salió mal el amor. Te molesta sin cesar, pero no puedes volver atrás. La vida es un infierno podría ser otro título para el álbum”, comenta Sounes ahora a Culto.
Fragments - Time out of mind sessions (1996-1997), un box set lanzado el 27 de enero, se encarga de conmemorarlo. Parte de la antología Bootleg Series ofrecida por el músico, la caja compila demos y versiones alternativas de canciones del disco, como también una nueva remasterización que para Sounes “deja la sensación de que Dylan nunca ha apreciado que un productor le diga qué hacer. Este nuevo lanzamiento muestra el rico período creativo que fue para él”.
El periodo previo a la grabación estuvo marcado por la soledad del artista y una relevancia que se desvanecía con cada disco que publicaba; muchos ya empezaban a considerarlo como un figura cuya luz ya se había apagado. Su última entrega de material original -Under the red sky (1990)- fue pésimamente recibido, y esto lo llevó a un bloqueo creativo.
El cantautor bebía excesivamente en este periodo, al punto de afectar sus presentaciones en vivo; en una oportunidad, la leyenda del rockabilly, Ronnie Hawkins, dijo que había conocido muchos guitarristas malos en su vida, pero Dylan era el único de ellos que “ganaba un sueldo”.
Mientras grababa World gone wrong (1993), disco de covers de folk, Dylan encontró la inspiración para volver a componer. A fines de 1996, ya había vuelto a escribir canciones prolíficamente; ideas que le llegaban de forma esporádica en noches de insomnio, poco a poco se convertían en canciones completas. También dejó de beber y sus presentaciones en vivo mejoraron: la luz estaba volviendo.
Aunque habían tenido conflictos mientras grababan Oh Mercy (1989), Dylan decidió reunirse con Lanois para grabar sus nuevas composiciones. Músicos de la banda que lo acompañaba en sus tours fueron situados en círculo dentro del estudio, y el productor les instruyó imaginarse a Dylan como un tren corriendo por una vía y a ellos mismos como el paisaje alrededor. “Vemos un cactus, luego un perro, luego un vagabundo, luego un monumento desintegrado, luego una tormenta”, contó Lanois en una entrevista con Los Angeles Times. “Ustedes son el cactus, y un cactus no toca algo que tocó la noche anterior”.
Dylan, perfeccionista, cambiaba aspectos de sus canciones entre cada toma, y años después expresaría su descontento con el sonido crudo que les dio Lanois. El box set aborda este aspecto, incluyendo una remasterización donde su voz y los instrumentos se oyen con mayor claridad.
El álbum, tras su publicación en 1997, significó para muchos la vuelta de la leyenda; la revista Newsweek tituló una de sus portadas “Dylan vive!”, y luego el artista se embarcó en un nuevo capítulo de su llamada “gira infinita”, la que incluyó un debut en vivo en Chile (el 15 de abril de 1998, en el Teatro Caupolicán)
Los elogios fueron tales que Time out of mind fue nominado a tres categorías en los premios Grammy de 1998. Dylan asistió a la ceremonia, dando una presentación recordada por la invasión de un hombre semidesnudo al escenario. El incidente no lo interrumpió, y el disco terminaría recibiendo un premio por Mejor Álbum del Año.
El músico, al haber recobrado su motivación para componer tras los elogios recibidos, mantendría este exitoso regreso creativo con cinco discos de composición original en los años siguientes. El último fue el altamente aclamado Rough and rowdy ways (2020). De alguna forma, Time out of mind fue el ticket de ingreso hacia lo mejor de su adultez.
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