La chispa nació en el set de Múnich (2005). El reputado dramaturgo y escritor Tony Kushner se vio las caras por primera vez con Steven Spielberg y escuchó de primera fuente la historia de cómo el director de algunos de los filmes más célebres de la historia de Hollywood decidió dedicarse el cine.
Aunque al guionista le pareció que en ese relato estaba el germen de una gran película, esa posibilidad tardó más de una década en materializarse. La dupla trabajó en otros dos proyectos de alto vuelo (Lincoln, Amor sin barreras) y recién en 2020 el autor de Encuentros cercanos del tercer tipo (1977) lo contactó para tantear el escenario de crear un guión en conjunto. Trabajaron en secreto –y a distancia, producto de la pandemia– durante unos meses hasta que el texto adquirió consistencia.
Sammy, el protagonista de Los Fabelman (que llega hoy a los cines locales), es producto de ese trabajo en conjunto. Pero también es innegablemente un personaje construido a partir de la silueta de Spielberg, un director que vivió parte de su infancia en Arizona y encontró en el cine tanto una forma de expresión como una válvula de escape. Estas son sus claves:
*Un cuento de adolescencia
Los Fabelman arranca con la versión infantil de Sammy –encarnada por Mateo Zoryan Francis-DeFord– en los días en que acude al cine a ver The greatest show on Earth (1952), de Cecil B. DeMille, y expresa el impacto que le generó esa primera experiencia en la pantalla grande.
Pero pronto la película se vuelca a la adolescencia del protagonista, ahora interpretado por Gabriel LaBelle, dando paso a un relato de descubrimiento y maduración con la impronta de Spielberg, uno de los mayores prodigios cuando se trata de indagar en esa etapa de la vida. El filme se concentra en la realización de las primeras películas que crea en su casa junto a sus hermanas y luego con amigos, cruzado por el retrato del clan del adolescente.
Mitzi (Michelle Williams) y Burt Fabelman (Paul Dano) se mueven en polos diferentes –ella es una artista y él un ingeniero–, pero de algún modo han conformado una familia. Esta, sin embargo, está a punto de dinamitarse, tal como ocurrió con la relación real de los progenitores del director.
*Un tributo al cine
El más clásico de los cineastas estadounidenses con vida examina sin vacilaciones el vínculo con sus referentes y sus inicios en Hollywood. Tal como señala su propia biografía, el protagonista de Los Fabelman filma sus películas caseras y progresivamente se zambulle en la industria, hasta tener un singular encuentro con un reputado director (interpretado en el filme por otro gigante del cine). Aunque se toma libertades creativas respecto a parte de sus propias experiencias, es particularmente frontal en trazar en pantalla los ejes de su propio mito. Y de esa empresa, siempre de alto riesgo, sale totalmente airoso.
*La revelación actoral
El año 2002 fue una temporada particularmente prolífica para Spielberg, estrenando con seis meses de diferencia Sentencia previa y Atrápame si puedes. Entre ambos lanzamientos, en septiembre, nació Gabriel LaBelle, el joven actor que protagoniza Los Fabelman.
Sin saber los detalles de la trama, el intérprete pasó las diferentes etapas del proceso de casting liderado por Cindy Tolan, hasta conocer al director y empaparse de la historia construida junto a Tony Kushner. No es un talento particularmente experimentado, pero se muestra dúctil y aplicado en escenas que explotan el candor de la juventud y el drama de un colapso familiar. Tal como ha ocurrido en ocasiones previas, aquí parece haber encontrado a una nueva revelación de la pantalla.
*Reunión con viejos colaboradores
Spielberg creó Los Fabelman como respuesta a la urgencia de un mundo en pandemia, donde el futuro de la realización –y exhibición– de películas estaba bajo gran amenaza. Por ello, no imaginó un escenario en que no trabajara una vez más con sus colaboradores de siempre: el infaltable John Williams en la composición del score y el polaco Janusz Kamiński en la dirección de fotografía. Ellos –más el guión escrito junto a Tony Kushner– dan forma al retrato de sus días de inocencia y posterior crisis familiar.
*Zona de contrastes
Quien fuera conocido como uno de los mayores magos de Hollywood, capaz de lograr gran convocatoria con películas de diferentes tamaños y géneros, se ha encontrado de golpe con la indiferencia del público. Primero naufragó en taquilla con el musical Amor sin barreras (2021) y luego con Los Fabelman. Sin embargo, la obtención del premio del Festival de Toronto (el People’s Choice Award), que entregan los asistentes el certamen, sugiere que ha creado otra película capaz de sintonizar con el respetable.
Al mismo tiempo, sus últimos dos largometrajes son los que les han permitido obtener su octava y novena nominación al Oscar a Mejor director, igualando a Martin Scorsese y quedando sólo por debajo de William Wyler (13). Y acaba de ganar los dos principales reconocimientos de los Globos de Oro 2022. En definitiva, zona de contrastes para el director de E.T.