Es uno de los nombres más reconocidos de la canción popular chilena. Dueño de una narrativa que mezcló lo criollo con lo entrañable de lo cotidiano, lo elemental con lo universal en canciones como Me gusta el vino o La casa nueva, Tito Fernández (cuyo nombre real era Humberto Waldemar Asdrúbal Baeza Fernández) ocupa un sitio de relevancia en la cultura local, pese a que su carrera quedó duramente manchada en los últimos años por diversas acusaciones de abuso sexual por parte de distintas mujeres, lo que lo llevó a cumplir prisión preventiva.
Una historia que llega a su fin. El cantautor falleció hoy a los 80 años en Puerto Montt, donde residía desde hace un tiempo, debido a una falla generalizada de su salud. Estaba en su domicilio y desde hace años sufría de distintas enfermedades que complicaban su organismo. Estaba ya retirado de los escenarios, ante el deterioro que sufría.
El hospital de la ciudad emitió un comunicado donde señala que el autor murió en su casa acompañado de sus familiares. Además, indica que era paciente crónico y recibía atención domiciliaria para llevar a cabo sus tratamientos médicos.
Fue autor de más de 40 discos -aunque él estima que fueron casi cien-, que publicó entre 1970 e inicios del siglo XXI, cuando él mismo resolvió que -antes de las investigaciones- quería retirarse de la vida pública.
“No quiero ser recordado. Yo sé que va a ser inevitable, por eso le he contado a algunos familiares muchas cosas que van a tener que aclarar cuando yo no esté. Pero no quiero ser recordado. Ya no voy a estar. Punto”, dijo en 2016 a Culto. “Hace 20 años que no escribo un verso, una línea, una estrofa. ¿Para qué? He grabado 96 discos y 800 canciones”, siguió en la misma conversación.
“Yo no he sacado nunca un disco, lo sacó una empresa, pero yo no. ¿Cómo de un destino vas a hacer una carrera? Todavía me siento un extraño cuando la gente me saluda en la calle. Hay señoras que me abrazan y se ponen a llorar, y yo no sé qué hacer. Entonces ni salgo. ¿Cómo te sentirías si un desconocido te empieza a besar las manos?”.
“No fui hecho para las entrevistas. Mira: yo fui muy curado. Curado curado. Y no creo que a nadie le interese ser como a ese tipo. Lo hacía para evadirme de la gente. Después descubrí que vivo del público. Pero yo no sé cómo atender a la gente. El Tito Fernández, sí. El tiene como 35 años, pero yo ya tengo 75″, decía con respecto a su figura.
Sus inicios
Nacido el 9 de diciembre de 1942 en Temuco, el futuro músico estudió en el Liceo Pablo Neruda, donde participó en diversos actos culturales que cimentarían su futuro y lo convencerían de la actividad a la que se dedicó después.
Dejó la casa de sus padres junto con sus estudios a los 13 años, para trasladarse a Santiago e ingresar a la Escuela de Especialidades Sargento 1º Adolfo Menadier Rojas de la Fuerza Aérea de Chile, perteneciendo a la Escuadrilla “Icaro” 1958-1960, camarada de un personaje icónico dentro de la Fach, el mítico “SOM Cacho Opazo”. En Santiago se casó, tuvo hijos, y cuando regresó a Temuco, con más de veinte años, se enteró que su madre ya había fallecido. Realizó algunos estudios inconclusos de psicología.
Pero lo suyo era la música. Empezó a oficiar como cantante de distintos lugares nocturnos en la capital, donde también escribía canciones dedicadas a todo lo sucedido en la ciudad, a personajes citadinos que le daban vuelo para hablar de lo cotidiano, lo común y lo normal. Fueron también sus primeros momentos como agudo observador de lo que sucedía en su entorno.
Recorrió el norte del país junto con amigos en busca de dinero, cantando en pubs y bares hasta llegar a Perú donde se hizo conocido. Después recorrió Bolivia, donde fue encarcelado en medio de la lucha entre el ejército boliviano y la guerrilla del “Che” Guevara.
Volvió a Chile y, en 1971, ingresó a estudiar pedagogía en la Universidad de La Frontera en Temuco, hasta que, influenciado por Ángel Parra, regresó a la capital para comenzar con su carrera musical, lanzando sus primeros discos bajo el sello de la Peña de los Parra. Ahí trazó fuertes lazos con el mismo Ángel Parra, tomando su influencia como un cantautor de sensibilidad social y política, pese a que Fernández nunca se sumergió en los temas coyunturales que por esos días agitaban de forma fuerte la agenda nacional.
También tuvo acercamientos con Pablo Neruda y Víctor Jara, con quienes cimentó lazos. Y también su manera de escribir se vería permeada por ellos.
En 1971 lanzó su primer álbum, titulado El temucano, donde venían éxitos como El ajuerino, Hace unos días fui a Santiago y El atrinque, lo que lo hicieron merecedor del premio Artista Revelación por el popular espacio radial Chile ríe y canta.
El suceso explosivo como inesperado ídolo juvenil lo llevó a viajar al extranjero y a lanzar su segundo título, además de un hit mayor: La casa nueva, quizás el tema más popular de toda su carrera y cuyas ganancias autorales, curiosamente, lo llevaron a comprar su primera casa.
En paralelo, Fernández militaba por entonces en las Juventudes Comunistas de Chile (JJ.CC) y grabó para Dicap, el sello de las mismas JJ.CC.. Pese a ese activismo, y a diferencia de otros íconos de la Nueva Canción Chilena, siempre se cuidó de cultivar un carácter más transversal, donde también simpatizara con sectores de derecha e incluso con el mundo militar. Pocos artistas en el país, sobre todo surgidos en ese período, pueden decir que abarcaron un público tan amplio.
“Alguien me dijo que Pinochet era mi admirador. Puede ser, si era un ser humano”, comentó en esa entrevista de 2016.
El Golpe
Según el sitio Musicapopular.cl, “el Golpe de Estado de 1973 truncó de modo sustancial su ascenso artístico, aunque no con la brutalidad que afectó a compañeros suyos de generación, como Víctor Jara, Patricio Manns o el propio Ángel Parra. Diez días después del asalto militar a La Moneda, Fernández fue arrestado por cargos absurdos (como porte de armas) y llevado a la Escuela de Especialidades de la Fuerza Aérea; por una mala broma del destino, la misma por la que había pasado en 1958 como alumno destacado. Fernández fue liberado a los pocos días con un certificado que lo obligaba a ‘dedicarse exclusivamente a su trabajo’. Muchos de sus captores, ha contado después, eran admiradores suyos”.
También lo “ayudó” que fuera conocido, que ejerciera en esos momentos un improvisado rol de garzón dentro de la mencionada escuela y, en parte, que el brutal crimen de Víctor Jara sirviera como antecedente para no repetir el mismo hecho con otro representante artístico.
Pero igual “el Temucano” siempre ha dicho que su arresto fue una situación muy compleja. “Fue terrible: yo fui detenido, era un artista perseguido y cantaba en TV porque un fulano de determinado canal me consiguió un espacio para ese programa. Mi canto no era mío, ni yo tampoco, me podían matar al otro día. Pasé 17 años en esa disyuntiva. Pero había que comer, el canto era lo que me daba más dinero”, recordaba en 2016 con respecto a los días de la dictadura de Pinochet.
Bajo el toque de queda y la persecución impuesta por los militares, el cantante se convirtió en un caso singular de sobrevivencia artística. Pese a sus innegables vínculos con la generación más combativa del lapso de la UP (para entonces condenada en gran parte al exilio), “El Temucano” pudo vivir con relativa normalidad entre los recovecos mínimos de expresión que se permitían entonces a los músicos en los medios masivos.
Por ejemplo, su rostro era habitual en emblemas de la pantalla chica de esos días, como Sábados Gigantes o Chilenazo. En ese contexto de ambivalencia, llegó otra cumbre de su discografía: Me gusta el vino, otra pieza convertida en parte medular de la cultura popular del país y parte intrínseca de su obra, reflejo de su talento y olfato como artista.
Y en esa época de dictadura, ¿tuvo buena relación con los militares? Esa era la pregunta que diversos medios le hacían al músico ya en el nuevo siglo, para que mirara en retrospectiva los 70 y los 80. Su respuesta: “Muchísimos eran más admiradores que siete del Temucano. ¿Y se los voy a prohibir? Muchos me quisieron ayudar. Alvaro Corbalán era un gran admirador. ¿Y cómo me lo hago a un lado? ¿Lo echo del camarín? Nunca me dijo si realmente me salvó la vida. Una vez me invitó a una gira con Pinochet y le dije que no. Otra vez me llamó para decirme que intentara parar una entrevista que yo había dado a la revista de la Vicaría, porque me iba a perjudicar. Hablé con la periodista y la sacaron. Otra vez hubo un simulacro de fusilamiento donde él tuvo algo que ver para que no me hicieran nada. Años después, le fui a preguntar si él me salvó la vida. Sólo se sonrió”.
Fue en el período de mayor exposición pública durante los 80 que su trayectoria logró hitos como el disco Tito Fernández en el Olympia de París. Su música ha sido difundida en sectores de Europa, Estados Unidos y Australia. Los mismos 80 marcaron, además, un período de trabajo en composiciones por encargo para chilenos como Marcelo, Patricio Renán, Patricia Maldonado y Ginette Acevedo (antes, ya Los Ángeles Negros habían grabado su A ti, y Lucho Barrios hecho lo propio con Mamá mujer).
De 1990 en adelante, su carrera se revitalizó gracias a su decisión de participar de festivales. Por ejemplo, en 1997 ganó el primer lugar de la categoría folclórica del Festival de Viña (con Cartagena, una canción de Claudio Guzmán), lo cual estimuló una buena relación con ese escenario que se repitió luego con aplaudidas presentaciones en 2001, 2002 y 2004.
En lo político, durante las elecciones presidenciales de 2009-2010, se declaró socialista y opositor del candidato Sebastián Piñera. Pese a ello, desde el mundo de la izquierda rebrotó cierto recelo por los vínculos con los militares que había demostrado en dictadura y por su lazo con nombres como Corbalán.
Acusaciones
Pero sus mayores problemas irían por otro lado.
Fernández aseguraba que en agosto de 1974, tuvo un encuentro con ovnis en una carretera camino a Antofagasta. A partir de entonces comenzó a leer decenas de libros sobre astrología, esoterismo y espiritualidad, y se hizo seguidor de figuras como el escritor español J.J. Benítez. Alrededor de 1988, fundó el Centro Integral de Estudios Metafísicos (CIEM), grupo de lectura y conversación en torno a la metafísica a partir de textos espirituales escritos por él mismo unos años antes.
Ya en el nuevo siglo, tres mujeres pertenecientes a este grupo, todas mayores de edad, lo acusaron de abuso sexual y violación. El cantor fue formalizado en julio de 2020 por los abusos cometidos entre 2010 y 2016.
El Ministerio Público solicitó ese año su prisión preventiva, algo que fue aceptado por la justicia, pero luego revocada por la Corte de Apelaciones de Santiago. Al momento de su deceso, la indagatoria aún estaba en manos de la justicia.