A 23 años de su candidatura como Mejor actor de reparto por Magnolia (1999), Tom Cruise vuelve a estar en carrera por una estatuilla dorada. Aunque esta vez su aparición en los Oscar tiene un sabor diferente: no es en reconocimiento a su labor como intérprete sino que como productor, por Top Gun: Maverick, una de las diez postulantes al premio a Mejor película que se revelará el próximo 12 de marzo.
La cuarta nominación de su carrera es la que lo llevó este lunes hasta el Hotel Beverly Hilton, donde se desarrolló el tradicional almuerzo con todos los aspirantes a la 95° edición de los Premios de la Academia. Arribaron Brendan Fraser, Cate Blanchett, Colin Farrell, Steven Spielberg y Michelle Yeoh, pero ninguno desató tanta algarabía como la estrella de Nacido el 4 de julio (1989).
Con un traje azul y un tono de piel más anaranjado que el que ostentó durante la gira promocional de la secuela de Top Gun, el actor de 60 años hizo su primera aparición en la actual temporada de premios. Siempre con buena disposición, posó ante los fotógrafos y en el salón fue por lejos el más requerido por colegas y el resto de los nominados (según expresan las imágenes y el relato de la prensa que cubre Hollywood, porque la Academia no televisa ese evento).
Tuvo un efusivo reencuentro con Steven Spielberg, con quien trabajó en Sentencia previa (2002) y La guerra de los mundos (2005). “Salvaste el trasero de Hollywood”, le dijo el director. “Puede que hayas salvado la distribución en salas de cine. En serio”.
Difícil de refutar: los US$ 1,48 mil millones que recaudó en la taquilla mundial consolidaron a Top Gun: Maverick como el mayor fenómeno comercial desde el inicio de la pandemia (hasta que apareció Avatar: El camino del agua), por sobre cualquier filmes de superhéroes o cinta animada.
Pero ese no fue el único impacto de la superproducción: como el principal impulsor de la película –junto al director Joseph Kosinski y el productor Jerry Bruckheimer–, Cruise salió más fortalecido que nunca como estrella. El fervor que desató en la instancia de los Oscar es sólo la constatación final de aquello.
Cruise compartió con Austin Butler (Elvis), Michelle Williams (Los Fabelman), Angela Bassett (Pantera Negra: Wakanda por siempre) y Michelle Yeoh y Ke Huy Quan, ambos candidatos por Todo en todas partes al mismo tiempo. El mexicano Guillermo del Toro, con quien años atrás estuvo a punto de adaptar En las montañas de la locura, de H. P. Lovecraft, fue otro que lo saludó con especial cariño.
Y Ricardo Darín no quiso quedarse afuera. El actor argentino se tomó una foto con el intérprete de Misión imposible y con Santiago Mitre, su director en Argentina, 1985, aspirante al galardón a Mejor película internacional. “No pudimos decir que no”, bromeó el cineasta.
Jamie Lee Curtis, también postulante por Todo en todas partes al mismo tiempo, ocupó sus redes sociales para explicar su encuentro con Cruise. “No nos conocemos bien, pero ambos hemos estado haciendo esto durante mucho tiempo. Nos miramos el uno al otro con esta increíble expresión de conmoción y asombro por dónde estábamos y con quién estábamos”, señaló.
Kyle Buchanan, periodista de The New York Times, resaltó que el actor fue uno de los más aplaudidos cuando los nominados fueron llamados uno a uno para posar en la foto grupal de este año. Devoción absoluta.
Su asistencia al evento de ayer podría llevar a concluir que Cruise no se perderá la ceremonia del 12 de marzo, pero no habría que darlo por garantizado. Su pertenencia a la Iglesia de la Cienciología suele ser un blanco perfecto para comediantes, como ocurrió en enero en los Globos de Oro, donde no asistió. El presentador Jerrod Carmichael bromeó con Shelly Miscavige, exesposa del líder de esa organización, David Miscavige, de quien se perdió el rastro en 2007.
¿Se aguantará de lanzar algo similar Jimmy Kimmel, el anfitrión de la gala de los Oscar? ¿Se lo tomaría con humor el actor? ¿O preferirá seguir el evento desde su casa? Todas por ahora son preguntas abiertas.