Acumula años transitando con fluidez entre su trabajo en estudio con discos y la composición de música para películas. Sin embargo, por algún motivo –quizá debido a que tardó tres décadas en aterrizar fortuitamente en la industria audiovisual, quizá porque prefiere esquivar las etiquetas– el rótulo de “compositor de cine” nunca le ha quedado demasiado cómodo.
En esa dimensión de su faena, Gustavo Santaolalla (El Palomar, 1951) no ha dejado de utilizar una técnica particular, un método de trabajo que reconoce es poco convencional en el rubro: una vez que accede al guión y se empapa de la historia y los personajes, empieza a crear y grabar los primeros temas, de modo que buena parte de las composiciones de la producción nacen antes del comienzo de las filmaciones. O sea, no necesita ver la cinta terminada para empezar la musicalización, ya sea se trate de Amores perros (2000), de Relatos salvajes (2014) o de un largometraje animado.
“El caso máximo es el de Secreto en la montaña (2005), donde todo fue hecho así. Después fue el genio Ang Lee quien dijo: esto lo vamos a poner acá, esto lo vamos a poner allá. Pero la música estaba lista”, indica a Culto sobre el filme que hace 17 años le concedió el primero de sus dos triunfos en los Premios Oscar.
Cuando Neil Druckmann lo llamó para ofrecerle que se hiciera cargo de la música incidental (o score) de The last of us se encontró con que su metodología calzaba bien con los tiempos y la lógica de la industria de los videojuegos, donde hasta ese momento nunca había incursionado. Le bastó leer la trama y conversar con el realizador para comenzar a imaginar los trazos musicales que acompañarían a Joel y Ellie, los protagonistas de la ficción posapocalíptica.
El exintegrante de Arco Iris dio forma a algo excepcional: un paisaje sonoro que le aportó espesor y matices al sombrío viaje por Estados Unidos de los sobrevivientes, amalgamando instrumentos de origen norteamericano con otros de raigambre sudamericano, como el ronroco, de procedencia boliviana y una de sus mayores debilidades.
Se convirtió en uno de los pilares de las pasiones que desató el videojuego de Naughty Dog, por lo que los fanáticos no habrían perdonado que Santaolalla no repitiera sus funciones en la segunda parte, lanzada en 2020, y luego en la ambiciosa versión televisiva que debutó en HBO y HBO Max en enero pasado. Encabezada por Pedro Pascal y Bella Ramsey, la serie se transformó en un éxito indiscutible luego de la emisión de sus primeros episodios, donde la música incidental sigue siendo un elemento crucial. Según cuenta en esta entrevista, su labor se acotó sobre todo a la adaptación del score que impactó hace una década.
-¿Qué es lo que más le ha asombrado del éxito de la serie?
Me sorprendió y no me sorprendió. De alguna manera, siempre creímos muchísimo en el poder de la historia. Pero, como todo, uno nunca sabe. No hay una fórmula; si no, sería muy fácil hacer las cosas en el mundo del entretenimiento. No me dejó de sorprender el hecho de cómo una historia poderosa puede pasar de un medio a otro y seguir marcando. Ocurre lo mismo con las grandes historias. Por eso yo digo que no es un remake. Esto es como tener La Cenicienta o Caperucita Roja y hacerla como obra de teatro, animación, película y serie. No son remakes. Son distintas maneras de contar el cuento, y si el cuento tiene ese poder lo vas a poder contar de mil maneras diferentes.
Y continúa: “Es increíble que algo que estaba totalmente alojado en un público, en un nicho, que eran los gamers, ahora sea consumido y absorbido por toda la gente, de distintas edades. Hasta por gente que a lo mejor odia los videojuegos. Es maravilloso”.
-El score que creó para The last of us no cae ni en la estridencia ni en la timidez. ¿Cómo trabajó en mantener ese equilibrio en la serie?
De alguna manera, la música estaba resuelta en el juego. Me gusta hacer mención a una cita de Neil Druckmann y Craig Mazin, el tipo que hizo Chernobyl, quien se le sumó (en la creación de la serie). Ellos dicen que la música es parte del ADN de The last of us. Es como si hubieran hecho la serie y no estuviera Ellie. Los temas, la trama sónica, el tipo de arreglos, las texturas, la instrumentación, todo estaba resuelto. La cuestión era adaptarlo al ritmo de cómo se cuenta una historia de manera cinematográfica, donde cambia la rítmica. Y esa es una labor, más que artística, casi artesanal, donde es muy importante el equipo que tienes. Yo me manejo con un equipo fantástico, en el cual están Aníbal Kerpel y Juan Luqui. El paso de una cosa a la otra fue muy orgánico. Siempre te pone en una situación de nervios lo que se puede perder, pero en este caso fue lo contrario, se ganó.
Musicalizar el apocalipsis
En su base, la serie de HBO se ha alzado como una adaptación notablemente apegada al arco de la primera parte del videojuego. Mientras los protagonistas intentan escabullirse de un régimen totalitario y de los infectados, ha habido momentos o diálogos que se han replicado sin mayor cambio entre una encarnación y la otra.
La excepción la han marcado algunos valiosos desvíos que se han abocado a profundizar en personajes queridos pero secundarios en la trama estrenada en 2013. El tercer capítulo de la temporada maravilló al presentar a Bill (Nick Offerman) y Frank (Murray Bartlett), dos sobrevivientes que se las arreglan para vivir su historia de amor durante décadas en un refugio aislado del mundo en ruinas. El quinto episodio también aplicó un recurso similar, ahondando en las circunstancias que llevaron a dos hermanos –Henry y Sam– a cruzarse con los roles de Pascal y Ramsey.
Además, las dos primeras entregas introdujeron inquietantes secuencias que ayudaron a dar pistas sobre el origen de la infección por hongos que produjo el colapso global. De ese modo se ha mejorado lo que a muchos les parecía un material inmejorable.
¿Pero cómo musicalizar ese ensanchamiento de la ficción? “Lo he vivido como algo muy orgánico”, plantea el productor de Corazones (1990). “Dentro de Joel y dentro de Ellie todavía hay mucha música que no ha salido, pero la tengo. Alguna, de hecho, está grabada y nunca se ha lanzado. Entonces con cada personaje sólo hay que meterse un poco y sale”. Y sintetiza: “Estoy muy cómodo en el proceso de seguir con la música pegada a la historia”.
-Así como el videojuego presentó a un elenco que se volvió icónico, la serie tiene al propio, con Pedro Pascal y Bella Ramsey a la cabeza. ¿Al adaptar sus composiciones cuán importante fue entender la cadencia de estos nuevos actores?
Si bien cada uno tiene su cadencia, yo creo que reflejan bastante a Joel y Ellie. Cada uno lo hace distinto, pero es el mismo personaje, indudablemente. No es que sea otra Ellie, no siento eso. Creo que también eso tiene su valor. Tanto Pedro como Bella conservan su personalidad y su identidad como actores, pero al mismo tiempo son fieles a lo que el personaje demanda.
Con el paso de las semanas (este domingo a las 23 horas se lanza el sexto capítulo en HBO y HBO Max), los elogios se siguen acumulando y los números de audiencia se mantienen al alza, encumbrándose como uno de los mayores fenómenos recientes del streaming. Pero Santaolalla dice que hasta ahora tiene una deuda que espera resolver pronto, ya sea en un futuro evento presencial o durante la realización del ya confirmado segundo ciclo (que se basará en The last of us parte II).
“Todavía no he podido conocer a Pedro”, señala sobre el actor chileno. “Es un tipo que me cae muy bien. Me gusta mucho cómo trabaja y viene de allá del sur”.