Bien sabe Fito Páez que el dolor y la rabia son un motor al momento de componer y dejar flotar la creatividad. Uno de los discos que dejó ver el lado oscuro del argentino, que se presentará este miércoles en el Festival de Viña, fue Ciudad de pobres corazones. Publicado en 1987 -y con carácter de urgente-, el rosarino, que ya era considerado un ícono de la música por su exitoso álbum Giros, daba un cambio radical en su apariencia y mutaba a un sonido caracterizado por un rock más duro, con letras cargadas de impotencia y furia.

Meses antes, dos de las mujeres más importantes de su vida, su abuela y tía abuela habían sido asesinadas junto a la empleada del hogar en su natal Rosario. La noticia de que su abuela paterna había sido encontrada con un disparo en la cabeza y las otras dos mujeres acuchilladas, establecieron un antes y un después en la carrera de Páez, que en ese entonces tenía 23 años y que ya había perdido a su padre, Rodolfo, el año anterior.

El hogar donde ocurrieron los hechos fue el mismo que vio crecer al argentino, que tras la muerte de su progenitora cuando tenía solo ocho meses, fue acogido por Belia de Páez y Josefa Páez, que asumieron el rol de madres postizas. O sea, fueron las figuras más importantes de su vida, quienes lo criaron y lo formaron.

Cuando ocurrieron los hechos, Fito se encontraba con Charly García -como su invitado especial- en Río de Janeiro promocionando su álbum que contenía hits como 11 y 6 y Yo vengo a ofrecer mi corazón. Además, recientemente había grabado La la la junto a Luis Alberto Spinetta.

La trágica historia fue un golpe duro para el cantante, que ya se había hecho un nombre y un camino en la escena musical. La misma ruta que la tragedia se encargaba de interrumpir “No puedo explicar cómo quedó el cuarto del hotel en Río. Lo destrocé. Dolor violento. Perdí tanto la conciencia que hoy no me acuerdo exactamente lo que sucedió. Era como un animal enjaulado en su propio dolor. Creo que me la pasé todo el día llorando, tomando whisky y lexotanil”, dijo en una entrevista al periódico La Nación. Según cuenta el libro Historias del rock argentino en los 80, Charly habría acompañado a Páez esa noche e incluso le habría cantando Red rain de Peter Gabriel, mientras lo acariciaba hasta que se durmiera.

De vuelta en su país, y con el fin de esclarecer los hechos ocurridos, el cantante retomó cierta tranquilidad. “No puedo creer esta cosa loca que ha ocurrido. No la entiendo (...) mi abuela y mi tía eran las personas que más quise”, le dijo a la prensa.

Un año después los culpables fueron identificados. Walter de Giusti, un excompañero de Páez del colegio, y su hermano. “No puedo calificarlos. Son locos, pero todos estamos locos. Yo tengo mis rollos y ellos los suyos. Los conocía desde hace muchos años, eran vecinos”, declaró en ese entonces el músico, que ya mostraba un cambio de actitud, reflejado también en su look dark y rockero.

Giusti fue atrapado luego de que la policía viera a su pareja utilizando uno de los collares de la abuela de Páez. Fue condenado a cadena perpetua, pero por tener VIH terminó con arresto domiciliario. En 1998 falleció por complicaciones del sida.

Un disco que tal vez nunca quiso escribir

En una entrevista con Rolling Stone en 1999, Páez dijo que no podía odiar a los asesinos de su familia, pero eso no significaba que pudiese olvidar. Desde ahí es que nace Ciudad de pobres corazones. Su pareja de ese entonces, Fabiana Cantilo, fue quien lo ayudó durante el proceso de duelo y lo incentivó a seguir su camino de la música.

Acosado e inculpado por los medios, Páez escapó de Rosario y huyó a Tahití, donde compuso casi todos los temas de su cuarto álbum. Melodías pesadas que reflejaban el sentir del cantante en ese entonces. Me centré en los hechos reales. No inventé nada. Ahí se transformó en una crónica in situ. Si bien yo no estaba allí, pero bueno, tuve que reconstruir los hechos con las crónicas y los expedientes policiales”, dijo en una entrevista a Culto el año pasado.

De regreso en su país natal, fue Cantilo quien lo obligó a ir al estudio a grabar los nuevos temas. “Cuando encontré a Baglietto (Juan Carlos) en La Mar Studios, me preguntó: ‘¿Cómo estás?’. Yo le di play a la consola de grabación y comenzó a escucharse el tema: ‘¡En esta puta ciudad todo se incendia y se va, matan a pobres corazones!’ Cuando terminó le respondí: ‘Así estoy’”, dijo Páez.

En canciones como Track Track y la homónima del álbum habla de cómo era su vida en ese entonces. “Yo soy sospechoso como vos y él. Vino todo el mundo, la radio y la TV. Vino el comisario, los ángeles también” y “No quiero empezar a pensar quién puso la yerba en el viejo cajón”, son parte de las letras. Un disco que según él, tal vez nunca quiso escribir.

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