Videos y baile

Rodrigo Villegas bailó por varios momentos de la rutina en el Festival de Viña, sabiendo que un gordo que baila siempre será algo divertido de ver. Acaso el paso por el programa Aquí se baila, de Canal 13, le dio otro recurso para su actuación.

Eso sumado al uso de videos, tan parte de la sociedad virtual en la que vivimos. Su aparataje visual fue parte esencial de su suceso. Por ejemplo, la utilizó para inventar una canción en doble sentido solo con productos lácteos –que se sucedían en imágenes- y el Monstruo se entregó por completo.

También, en un pasaje donde hablaba de las fiestas que se hacían vía Zoom en pandemia y como hasta hoy las disfruta de manera solitaria, mostró secuencias de Juan Gabriel, Álvaro Torres, Olivia Newton-John, Michael Sembello, Locomía y Miguel Bosé. Según él, de repente se pone a disfrutar solo de esas canciones. Eso sí, cuando sobre la Quinta Vergara personificaba esos carretes, los “videos” siempre eran interrumpidos por una publicidad protagonizada por Eduardo Fuentes, la típica de YouTube, con el animador justo sentado en la parte de los jurados de la competencia.

*Un minuto

Se puso a golpear el micrófono acompasadamente, y en un ejercicio arriesgado -ya que requería de la paciencia de la gente- Villegas se rió del tiempo que los hombres duran en las relaciones sexuales. Con ese golpe al micrófono, quería simbolizar una relación íntima.

Y puso un cronómetro. En el curso del chiste, la relación era salpicada de distintas distracciones. Al final, demostró que con un minuto está bien. Remató con un final recordable: “Un minuto es mucho tiempo”. Seguro veremos la frase convertida en memes.

*Hijo DJ y comida china

Cuando ya tenía la Gaviota de plata en su poder, el actor volvió al escenario y comenzó una rutina igual de rápida y efectiva. Esa capacidad la demostró incluso en temas sensibles, como una alusión a carabineros que realizó un poco antes, imaginando como actúan los que deben realizar su trabajo montados en bicicleta.

Pero en el bis, hilvanó la idea de su hijo poniendo música como DJ en una fiesta, el sueño máximo de su retoño. También imaginó una escena donde su mujer le dice que ese fin de semana quiere quedar “pidiendo agüita”.

“Vamos a comer comida china”, responde él, por supuesto equivocando el blanco. De esa manera, van también a un motel, donde atraviesan toda clase de peripecias y son interrumpidos a cada momento por el citófono de la recepción. Él se intenta desnudar frente a su pareja al ritmo de Chayanne, pero simplemente no puede. Una noche de fracaso. Pero cómica.