Hay una característica que nunca cambia durante la semana festivalera: todos los chilenos son especialistas en humor y dan su veredicto sobre los comediantes. Y son exigentes. Aunque algunos artistas lo hayan hecho muy bien, siempre hay un porcentaje de la población que dice que el show de todos los humoristas fue pésimo, aburrido y lamentable.
Con Fabrizio Copano, sin embargo, existía un denominador común: la unanimidad que triunfaría. Quizás sea porque hace unas semanas estuvo en uno de los programas respetables de la televisión estadounidense o porque vimos la evolución de su talento desde Canal Copano en Vía X hasta conducir su propio late en Chilevisión, el nombre del joven comediante generaba confianza. Seguridad en su capacidad de sacar risas y más risas.
Su segunda presentación en la Quinta Vergara fue su consolidación absoluta. La certeza que su estadía en Norteamérica lo ha hecho exigirse, evolucionar y estar en un nivel superior. Copano es un especialista en humor negro y, lo mejor, no olvida y repasa a sus adversarios. Cuando llevaba unos veinte minutos en el escenario, dijo que, en un principio, se había asustado porque los fans de Christina Aguilera seguían pifiando por el final de su espectáculo. “Gonzalo Feito se debe estar masturbando”, afirmó y las carcajadas sonaron en cada rincón.
El hombre de La Florida siempre fue agudo y perspicaz. Ese carácter punzante lo expuso en varias oportunidades. Dijo que estaba chato de hablar del Covid y expuso con escarnio a José Luis Repenning. “Es Repe o Nepe”, manifestó. Y no lo soltó: dijo que se parecía a Kike Morandé, en un chiste venenoso. Golpeado, el conductor del matinal de Canal 13 se paró a saludar a la gente y Copano nuevamente lo dejó en evidencia. “El protagonista soy yo”, afirmó. El periodista se sentó de inmediato, humillado.
Aunque tangencialmente, fue, hasta ahora, el único que hizo chistes políticos. “Hay que hueviarlo”, dijo por Boric, quien recibió el apoyo de la galería. Todo lo contrario a Sebastián Piñera y José Antonio Kast, que obtuvieron una rechifla cuando los mencionó. “Manifiéstense con libertad”, repitió el comediante al auditorio.
La experiencia internacional le ha otorgado una suficiencia mayor a Copano. Está convencido de su talento y de su manejo frente a las audiencias. Hizo chiste sobre el género urbano, también sobre Marcianeke –presente en la Quinta Vergara-, relató una desopilante historia sobre un carrete con Miley Cyrus, se burló del presente nefasto de Tonka Tomicic –”es como preguntarle la hora a Tonka”- y cuando citó a Benjamín Vicuña miraba a su alrededor para preguntar donde estaba su señora.
La sensación –a estas alturas, certeza- de la capacidad humorística transversal de Copano fue recogida con algarabía por el público. Siguió con un chiste sobre un gringo que era fan de Pinochet y recibió una merecida Gaviota.
Como esas estrellas que abren caminos, su final –tras recibir un segundo trofeo- fue lo más parecido a lo que hace Damon Albarn en Gorillaz. Instó a los jóvenes comediantes a que no se detengan en su camino humorístico e invitó al escenario a sus ex compañeros de El Club de la Comedia, Pedro Ruminot, Sergio Freire y Rodrigo Salinas, más los integrantes de Los Bunkers –luego de contar que, en los pasillos de Chilevisión, Sebastián Piñera los había confundido con los músicos penquistas- y todo su equipo. Fue un cierre tan hermoso como emotivo. Con Copano abrazado de todos aquellos que fueron importantes en su carrera. Un gesto de humildad y agradecimiento para uno de los shows de humor que quedarán en la memoria histórica de la Quinta Vergara.