A las 22.04 apareció en el escenario de la Quinta Vergara la cantante estadounidense Christina Aguilera. De inmediato echó mano a su repertorio más pop y lanzó un arranque demoledor con Dirrty y Can’t Hold Us Down, cortes de Stripped, el cuarto álbum que marcó la transición de su inicio más juvenil hacia un estilo más adulto y personal.
En escena la cantante luce su poderosa voz, un sello que la diferencia de sus contemporáneas, acompañada de cuerpo de baile que ocupa variados accesorios para acompañar, como barras de luces y reflectantes. Por sentido del espectáculo, no se queda.
Sin embargo, el show de una hora se hizo corto y marcó un contraste con las shows principales de las noches anteriores lo que provocó la sonora rechifla del público. Un detalle que Martín Cárcamo trató de manejar cuando pasó a la tanda comercial explicando que el equipo de Christina ya se estaba desmontando. Durante la pausa, el público siguió pifiando, aunque lo hizo con más fuerza cuando la transmisión volvió con el backstage. Con todo, sin lugar a dudas, es uno de los mejores números anglos que han pasado por el Festival en toda su historia.