El éxito de Karol G, la performance soberbia de Christina Aguilera, la descarga rockera de Fito Páez o Los Jaivas, el fallido chiste de la ensalada de Belenaza: todo eso nunca pudo haber sucedido. Al menos en un día de principios de febrero, el Festival de Viña 2023 corrió serio peligro de no realizarse.
La causa no tuvo relación ni con la caída de artistas, como Maná o Yerko Puchento, ni con las renuncias de ejecutivos en los días previos. La razón fue un tema igual o más sensible: la decisión en un principio de prescindir de la orquesta en el escenario de la Quinta Vergara, para reemplazarla por pistas que el mismo grupo de músicos grabaría en Santiago.
Un hecho que desencadenó una sonora controversia en la escena local, con cartas y críticas de los artistas más diversos -con Valentín Trujillo como el reclamo más emblemático-, pero que esconde una trastienda incluso más compleja, que puso en jaque parte importante de la estructura del certamen.
La determinación de no trabajar con orquesta presencial se resolvió en junio de 2021 por parte de los canales organizadores -TVN y Canal 13 -, atendiendo a que la crisis sanitaria por el Covid-19 de ese entonces obligaba a contar con un número reducido de personas en espacios específicos. La medida estaba pensada para el Festival de Viña 2022. Pero esa versión, por la misma pandemia, nunca se hizo.
Eso sí, la idea de armar el espectáculo sin una agrupación de músicos en escena se mantuvo para la planificación de la cita siguiente, la de 2023. La emergencia del coronavirus seguía latente y era mejor prever una Quinta Vergara con menos personal. También corrieron razones económicas, ya que se atendió el estatus financiero en que se estaba organizando la fiesta veraniega, en un contexto de crisis y con menos presupuesto que en otras ediciones.
Era la primera vez desde su debut en 1960 que el espectáculo no tendría una orquesta en vivo, encargada por décadas de las cortinas musicales y de secundar a los participantes de las competencias internacional y folclórica.
El contrato de licitación entre la Municipalidad de Viña del Mar y los canales establece que debe haber una orquesta como parte del evento, pero no especifica si su trabajo tiene que ser presencial o remoto. Por tanto, ambas señales tomaron este punto para prescindir de ella en el recinto de la Ciudad Jardín, optando por trabajar con los mismos instrumentistas en Santiago y advirtiendo que no estaban infringiendo ninguna cláusula del trato.
Polémica renuncia
En agosto del año pasado, la firma Bizarro Live Entertainment -productores artísticos del Festival- llegó a un acuerdo con el director Carlos Figueroa para que asumiera nuevamente su rol de encabezar la orquesta, el que viene cumpliendo desde 2010, cuando reemplazó al histórico Horacio Saavedra. Figueroa aceptó el hecho de que esta vez no estaría presente en el mismo Festival junto a sus cerca de 30 músicos, aunque -según fuentes consultadas por Culto- habría expresado sus reparos desde un inicio con una situación que se podía volver impopular. Y, de alguna manera, desde un comienzo pujó para que se pudiera revertir.
Pero las partes ya estaban de acuerdo y el trabajo continuó. A partir de ese momento, Figueroa y su equipo comenzaron con la faena asignada, grabando después todos los detalles de la instrumentación y orquestación de las 12 canciones que integrarían ambas competencias en Viña 2023.
Sin embargo, el pasado 29 de enero, la opción de eliminar la orquesta de la Ciudad Jardín se haría pública. En una entrevista con este medio, el productor general del Festival, Daniel Merino, dijo: “La orquesta se va a quedar en Santiago y todo se va a llevar envasado al Festival. No vamos a llevar los 30 músicos, nos sumaría 30 personas más, pero todo se graba en un estudio con calidad profesional, con el mismo staff de los últimos años. En ese sentido, le agradecemos al maestro Carlos Figueroa. Él va a estar en Viña, dirigiendo el sistema digital que se va a usar”.
La polémica fue instantánea. La Sociedad Chilena de Autores e Intérpretes Musicales (SCD) emitió un comunicado donde calificó el escenario como “una absoluta contradicción entre un evento que busca poner la música en el centro”, mientras que días después el propio Valentín Trujillo apodó el asunto como un “musicidio calificado”. La alcaldesa de Viña del Mar, Macarena Ripamonti, aseguró que estos eran “los tipos de cosas que nos hacen pensar el modelo en que se está ejecutando el Festival de Viña”.
Algunos músicos en sus reclamos aludieron directamente a Carlos Figueroa. El histórico baterista Patricio Salazar, integrante de la orquesta Festival por décadas, comentó: “La responsabilidad mayor la tiene el director de orquesta. Según yo, él debió haber sido el primero en oponerse a esta medida”.
En ese contexto de presión popular, Figueroa decidió renunciar a su cargo esa misma semana, el 3 de febrero, a 16 días del inicio del Festival. A través de un correo a Bizarro, les aseguró que no estaba dispuesto a seguir con su trabajo y recalcó que desde un principio había intentado resarcir la medida.
Su paso al costado desencadenó un problema mayúsculo. Figueroa tenía la potestad sobre las pistas que ya se habían grabado para las competiciones, por lo que decidió llevárselas y así dejar al evento sin el soporte musical básico de uno de sus ejes centrales. En rigor, su partida dejaba al certamen sin poder realizar las competencias.
Por lo demás, era casi imposible encontrar a un director que en un margen tan estrecho de tiempo lo hubiera reemplazado en la misma labor, la que se había extendido por varias semanas previas.
Salvar al Festival
Casi en estado de emergencia, el lunes 6 de febrero se reunió en TVN el equipo organizador de la cita, encabezado por el director ejecutivo de Canal 13, Maximiliano Luksic, y su par en la red pública, Alfredo Ramírez, para analizar el escenario. Junto a ellos también estaba el área legal de cada estación. El diagnóstico fue lapidario: sin pistas, no se podían realizar las competencias. Y sin competencias, no se podía llevar a cabo el Festival de Viña del Mar.
Las bases del contrato entre los canales y el municipio decretan que el evento sólo se puede materializar con el desarrollo de las instancias folclórica e internacional. De no poder hacerlas, se estarían incumpliendo los términos establecidos en la licitación.
En tal caso, la municipalidad podría haber activado el cobro de una boleta de garantía por dos mil 500 millones de pesos, estipulada en caso de que no se cumpla alguna de las cláusulas del acuerdo. El hecho habría detonado en efecto dominó otra serie de movimientos y demandas igual de graves; por ejemplo, las estaciones televisivas podrían haber emprendido alguna acción judicial contra la productora Bizarro, por no haber asegurado la presencia de un director de orquesta.
En cualquier panorama, la situación era completamente incierta. ¿Qué hacer para salvar la inminente edición de Viña, ya en ese minuto con artistas contratados y anunciados, como Christina Aguilera, Karol G o Fito Páez? La alternativa de, por ejemplo, hacer las competencias en otro mes y en otra vitrina también habría significado vulnerar el contrato entre las partes.
Como el destino inmediato del Festival estaba dependiendo en esos momentos de la sola decisión de Figueroa, finalmente se decidió echar pie atrás en la medida de no contar con la orquesta de modo presencial.
Ante el apremio, los organizadores decidieron reintegrar al grupo de músicos a la Quinta para evitar poner en riesgo el certamen. Con ello, Figueroa también volvía a su puesto. El martes 7 de febrero, se oficializó a través de un comunicado que la orquesta sí estaría en vivo, como todos los años. “Se puso en riesgo el Festival y el trabajo de casi cuatro mil personas que hacen su labor sólo en la Quinta Vergara. El tema con Figueroa fue grave”, cuenta una fuente conocedora de los acontecimientos.
Figueroa ese mismo día ofreció una entrevista en radio ADN. “Se ha hecho justicia con los músicos de Chile, y esperamos que se sigan abriendo puertas y plazas para los músicos de todo el país en todas las instancias y festivales”, fueron parte de sus palabras.
Pero, sobre todo, los productores de la cita respiraban aliviados al haber zafado de un entuerto de máxima tensión. Viña ahora sí tenía Festival. Las pistas para ambas competencias se habían recuperado y terminaron entregándose el 13 de febrero, la fecha amarrada desde un comienzo para la finalización del proceso.
Un par de días después, en una comisión para tratar los últimos pormenores del Festival, la plana ejecutiva puso en conocimiento a la municipalidad del considerable inconveniente que había precipitado la renuncia de Figueroa. Por lo demás, en apenas dos semanas, también se debió readecuar un espacio en la Quinta para la orquesta, el que no estaba considerado debido a la planificación que empezó en 2021.
Consultado para esta nota, Carlos Figueroa, que estuvo liderando la orquesta en las seis noches festivaleras que acaban de concluir, declinó referirse al tema.
Por su lado, desde TVN y Canal 13 emiten esta declaración: “Aunque existan ciertos problemas, como canales organizadores, nuestro principal objetivo ha sido, ante todo, salvaguardar el patrimonio que significa el Festival de Viña para la ciudad y nuestro país, proteger el nivel de esta tradición y poner a su disposición los mejores recursos para que el Festival siga brillando”.
Luego siguen: “Esta edición, a pesar de todas las críticas iniciales, demostró que el Festival es una fiesta nacional que ha sido capaz de integrar nuevas generaciones que no veían televisión y que muchas veces eran ignoradas por los grandes espectáculos. En este sentido, lo que ha experimentado el Festival este año es fiel reflejo de la evolución de nuestra sociedad. En este contexto, los inconvenientes que puedan existir en su ejecución son elementos que serán abordados y analizados oportunamente durante los primeros meses del año”.