Cinco debutantes en los Oscar se medían en la disputa por la estatuilla a Mejor actor. Al menos tres de ellos llegaban con buenas posibilidades de triunfo en la 95° edición de los Premios de la Academia. Y de esa tríada ganó el dueño de la interpretación que removió más emociones durante el último año: Brendan Fraser, por La ballena.
El actor de filmes como Código de honor (1992) y La momia (1999) también tenía preparado uno de los discursos más conmovedores de la jornada.
“Empecé en este negocio hace 30 años y las cosas no me resultaron fáciles, pero había una facilidad que no aprecié en ese momento, hasta que desapareció. Quiero agradecer este reconocimiento porque no lo podría haber logrado sin mi elenco”, señaló, junto con saludar con especial afecto al director Darren Aronofsky, “por lanzarme un salvavidas creativo y llevarme a bordo del buen barco La ballena, escrito por Samuel D. Hunter, quien es nuestro faro”.
En sus poco más de dos minutos sobre el escenario del Dolby Theatre, Fraser usó la imagen del animal del largometraje para múltiples fines y no escondió las dificultades que atravesó para llegar a obtener su primer Oscar.
Aunque en los últimos años coleccionó roles en series como The affair, Trust y Doom Patrol, la cinta de Aronofsky revitalizó una trayectoria que a comienzos de los 2010 estuvo a punto de extraviarse debido a diversos problemas. En entrevista con GQ, en 2018, contó que pasó de ser un actor con trabajo a casi no recibir ofertas profesionales. Como resultado, él también se aisló. “Sentí que no podía ser parte de eso. No sentí que perteneciera”.
Según su relato, el detonante principal de su alejamiento momentáneo de la industria fue la agresión sexual que en 2003 habría sufrido a manos de Philip Berk, entonces presidente de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood (HFPA, por sus siglas en inglés), la entidad que organiza los Globos de Oro.
El actor contó que el ejecutivo lo habría manoseado en un evento de la organización y la respuesta del involucrado y de la institución no habrían estado a la altura. “Me deprimí. Me culpé a mí mismo y me sentí miserable”, contó sobre las consecuencias de ese episodio, el que siempre ha sido negado por Berk.
Su vida personal sufrió otro golpe tras el divorcio de la actriz Afton Smith, en 2007, y la muerte de su mamá, en 2016. Con su primera esposa es padre de tres hijos, Griffin, Holden y Leland, y según contó en 2018, el primero está dentro del aspecto autista. “Él apunta los nombres de todas las personas que conoce, y mantiene un registro de todos de esa manera”, afirmó este año. En la ceremonia de los Oscar estuvo acompañado por Holden y Leland, y su pareja, Jeanne Moore, con quienes se enfundó en un abrazo al escuchar su nombre como ganador de su categoría.
Fraser también superó una serie de inconvenientes físicos. Debido a su exigente trabajo en escenas de riesgo en cine, su cuerpo empezó a dar preocupantes señales de deterioro y tuvo que someterse a diversos procedimientos médicos durante un período de siete años. “Creo que probablemente me estaba esforzando demasiado, de una manera que es destructiva”, reveló sobre un infierno que lo llevó a considerar el retiro.
Pero ocurrió un giro inesperado. Primero recibió el llamado del director Steven Soderbergh, quien lo fichó para un papel secundario en la película criminal Ni un paso en falso (2021). Luego llegó Darren Aronofsky y su propuesta para que encarnara a Charlie, el protagonista de La ballena, un largometraje que estaba intentando sacar adelante desde 2012 junto al dramaturgo Samuel D. Hunter.
Recluido en su casa, el personaje vive una situación sobrecogedora debido a su obesidad (pesa más de 270 kilos y se niega a acudir al médico) y a sus infructuosos intentos por volver a vincularse con su hija adolescente (Sadie Sink), a la que le rompió el corazón luego de que la abandonara cuando era niña.
Es un rol que implicó una transformación radical, la que logró gracias al uso de un traje prostético, pero también algo mayor. Aunque los trucos del cine en este caso son fundamentales, estos no ocultan su capacidad actoral, su emoción y su plena conexión con un personaje que entiende como si lo conociera de toda la vida. Es un protagónico que difícilmente se olvida con facilidad y que podría marcar el triunfal inicio de una nueva era en su dispar trayectoria.
Mientras aguarda por el estreno de Killers of the Flower Moon, de Martin Scorsese, y la comedia Brothers, de Max Barbacow (Palm Springs), Fraser asegura no sentir nostalgia ni por sus 20 ni por sus 30. “No me veo como en esos días, y no es algo que necesariamente quiera. Pero he hecho las paces con quien soy ahora”, indicó al periódico The Telegraph en enero.
“Me alegro de que el trabajo que puedo hacer se base en una realidad emocional que no sea mi propia vida, pero con la que me puedo identificar fuertemente”, cerró.