Rompió el silencio con pocas oraciones. Precisas y directas, al estilo de los autores estadounidenses, y como suele hacer en su propia literatura, Siri Hustvedt no se guardó nada: “He estado alejada de Instagram por un tiempo. Es porque a mi esposo le diagnosticaron cáncer en diciembre (del 2022) después de haber estado enfermo durante varios meses antes”.
Si bien la autora de Los ojos vendados no especificó qué tipo de cáncer aqueja a Paul Auster, su esposo desde 1987 y con quien tiene una hija, sí entregó otros datos. “Está siendo bombardeado con quimioterapia e inmunoterapia”, en el Memorial Sloan Kettering, en Nueva York, un centro médico especializado en el tratamiento contra el cáncer. Hustvedt sí comentó además que la vida le ha cambiado mucho, y que ahora está viviendo en un lugar llamado Cancerland.
“Muchas personas han cruzado sus fronteras, ya sea porque están o han estado enfermos o aman a alguien, un padre, hijo, cónyuge o amigo que tiene o ha tenido cáncer. El cáncer es diferente para cada persona que lo tiene. Todos los cuerpos humanos son iguales y no hay dos iguales”.
Los tiempos más recientes de Auster han sido difíciles. De hecho, ha tenido poca figuración pública. Una de sus últimas apariciones fue el 16 de junio del 2022, cuando se dejó ver en España, adonde viajó para recibir el título de doctor honoris causa de la Universidad Autónoma de Madrid.
Ataviado con el tradicional birrete de los graduados, Auster se mostró de buen humor. “Mírenme, nunca pensé que me pondría algo así”, comentó entre risas. En el final del texto que leyó, hizo una reflexión -en base a lo que le escuchó a un poeta- de lo que ocurre cuando los hechos no cuadran, y algo huele más a mito. “¿Qué debemos creer cuando no se puede estar seguro de si un supuesto hecho es cierto o no? A falta de información que pueda confirmar o desmentir la historia que me contó el poeta, prefiero creerle. Con independencia de que estuvieran allí o no, elijo creer en los lobos”. Eso se entiende al revisar la literatura de Auster, entroncada con los sucesos concretos que ocurren en su país.
Y de hecho algo ocurrió en su propia ciudad de residencia, Nueva York. Lo cierto es que el ataque a Salman Rushdie, por parte de un fanático islámico, no fue algo ficcionado, sino absolutamente real. Ante esto, Auster y un grupo de autores como Gay Talese, Colum McCann y su esposa Siri Hustvedt, junto a la ONG PEN América -creada para defender la libertad de expresión- se reunieron frente a la Biblioteca Pública de la “Gran Manzana” para respaldar públicamente al autor británico. En el acto, del 19 de agosto de 2022, Auster señaló que la escritura de Rushdie “abre el universo, empuja las fronteras de las lenguas, hace el mundo más amplio y ayuda a identificarnos con quienes no son como nosotros”.
Aunque sin duda, algo que impactó profundamente al autor de Ciudad de cristal, fueron las muertes de su hijo mayor, Daniel (fruto de su primer matrimonio, con la escritora Lydia Davis), a los 44 años, y de su nieta de solo 10 meses, Ruby. El primero feneció en abril del 2022, y hasta ahora, Auster no se ha referido públicamente al tema. Más aún, consultada por este medio en noviembre del 2022, en una visita a Chile, acerca de lo ocurrido y cómo se encontraba su marido, Hustvedt declinó hacer comentarios. Es que el hermetismo ha marcado a la pareja de escritores.
Daniel Auster habría muerto por una sobredosis accidental de droga. Su fallecimiento ocurrió en momentos en que estaba en libertad bajo fianza y enfrentaba cargos de homicidio involuntario, homicidio por negligencia criminal y por poner en peligro el bienestar de un niño debido a la muerte de su hija de 10 meses, Ruby, el pasado 1 de noviembre de 2021. La autopsia posterior concluyó que la pequeña Ruby murió de una sobredosis de fentanilo y heroína, dijeron las autoridades. Daniel Auster trató de salvarla administrándole Narcan, el tratamiento al que se suele recurrir cuando hay sobredosis de opioides, pero fue inútil.
Auster hijo tuvo una vida problemática, todo producto del consumo de drogas, a las cuales llegó en su adolescencia. Ya con 18 años comenzó a frecuentar los bares y a los dealers de sustancias ilícitas. Cuando se conoció el arresto de su hijo, Paul Auster fue contactado por el New York Times, pero declinó hacer declaraciones.
En el campo estrictamente literario, Auster volvió a los escaparates en el verano austral con Un país bañado en sangre (Seix Barral), y que también llegó a Chile en idioma castellano. En el volumen aborda la relación que históricamente ha unido a sus compatriotas con las armas y cómo eso ha decantado en una crisis de salubridad, con millones de víctimas cobradas en los últimos 50 años. No solo echa mano a su propia biografía, que incluye a un abuelo asesinado a tiros por su propia abuela; también pone el acento en la historia fundacional y contemporánea de Estados Unidos, las difusas motivaciones de los asesinos que han protagonizado algunos de los tiroteos más devastadores, las políticas adoptadas por las autoridades para mitigar las consecuencias mortales detrás del uso de armas y datos.
En declaraciones a The Guardian, Auster comentó que espera que su libro sea un aporte al debate interminable que se da en su país sobre la posesión de armas, y que ha significado matanzas y tiroteos, por ejemplo en la escuela secundaria de Columbine, Colorado, en 1999. “(Con este libro espero) que inicie una discusión que realmente no hemos tenido en Estados Unidos sobre cómo enfrentar esta monstruosa situación que hemos construido para nosotros mismos. Lo veo como un proyecto nacional por el que estoy dispuesto a seguir adelante y ser un misionero, y tengo muchas ganas de ver qué tipo de efecto tendrá. Con suerte, también será instructivo para las personas fuera de los EE.UU., porque una gran cantidad de mis amigos británicos y europeos están completamente perdidos cuando se trata de tratar de comprender la violencia armada estadounidense. Así que traté de explicar la historia detrás de esto”.
¿Logrará Auster salir de Cancerland? Las informaciones son herméticas y su esposa no ha entregado muchas pistas al respecto. Solo que se preocupa de estar en la posición adecuada para ayudar. “Vivir con alguien que tiene cáncer y está siendo bombardeado con quimioterapia e inmunoterapia es una aventura de cercanía y separación. Uno tiene que estar lo suficientemente cerca para sentir los tratamientos debilitantes casi como si fueran propios y lo suficientemente lejos para ser una ayuda genuina. ¡Demasiada empatía puede hacer que una persona sea inútil! Esta cuerda floja no siempre es fácil de caminar, por supuesto, pero es el verdadero trabajo del amor”.