Todo indicaba que el vuelo 370 de Malaysia Airlines cumpliría su ruta sin problemas. Los viajes desde Kuala Lumpur hacia Pekín eran rutinarios: duraban apenas cinco horas y solían realizarse varias veces al día.
A las 00:41 horas del 8 de marzo del 2014, la aeronave modelo Boeing 777 -considerada como una de las más seguras del mundo- despegó desde la ciudad y se desplazó por más de una hora con total normalidad. A las 01:21 horas, el piloto Zaharie Ahmad Shah se reportó con la base de Malasia, minutos antes de pasar al control del territorio vietnamita.
“Malaysia 370 contacta con Ho Chi Minh 120, buenas noches”, sentenció el piloto a través de la radio, con un semblante que no despertó sospechas. “Buenas noches, Malaysia 370″, respondió el controlador desde el otro lado. Esa fue la última vez que se conocieron noticias sobre la embarcación. Pronto, el avión y las 239 que viajaban en el -entre tripulantes y pasajeros-, desaparecería sin dejar rastros.
Han pasado nueve años desde el accidente y, al menos hasta hoy, no existe una respuesta clara y precisa por parte de las autoridades que explique qué pasó con el Boeing 777. Tampoco hay rastro de los cuerpos. Muchos expertos lo han calificado como uno de los casos más insólitos de la historia aeronáutica. Uno que, a pesar de contar con largas y costosas búsquedas, se mantiene como un completo misterio para más de 200 familias.
El día del noveno aniversario de la tragedia, Netflix agregó a su catálogo una miniserie documental dirigida por Louise Malkinson que capturó rápidamente el interés de los usuarios de la plataforma. A través de tres capítulos de una hora, MH370: El Avión Que Desapareció reconstruye la historia, recogiendo los testimonios de familiares de las víctimas, autoridades, expertos y periodistas que han reporteado el caso, al mismo tiempo que hila algunas de las teorías más populares que buscan dar una explicación a lo sucedido.
Varias teorías, ninguna respuesta
A medida que avanzaban los días, las autoridades se encontraron con una serie de datos considerados como “claves” dentro de la investigación. Entre ellos, el más relevante era la información otorgada por un satélite militar, que registró parcialmente los movimientos del avión durante las horas posteriores a su desaparición dentro de los radares.
Según estos, la nave realizó un giro brusco hacia la izquierda, en dirección al suroeste, yendo hacia la Isla de Penang, para luego volar hacia el noroeste por el estrecho de Malaca en una maniobra que se mantuvo al menos hasta las 2:22 horas.
El jefe de la Fuerza Aérea malasia confirmó la información, agregando que, en total, la nave habría recorrido cerca de seis horas más antes de desaparecer por completo. Un descubrimiento que cambió no solo las zonas de búsqueda, sino también las bases de lo sucedido.
La primera hipótesis esbozaba que, probablemente, la máquina se estrelló en medio del océano. Sin embargo, también era casi seguro que el cambio de dirección se manipuló de forma manual, al igual que la desconexión del sistema de comunicaciones que cortó cualquier tipo de intercambio con la tripulación.
Pronto, las autoridades de Malasia anunciaron que la muerte de quienes se encontraban en el vuelo era segura. Confirmación que, lejos de calmar a la familia y amigos de las víctimas, despertó aún más dudas. Estas son retratadas en el documental a través de una pregunta clave para el proceso: ¿Qué tipo de investigación declara a más de 200 personas como muertas sin ninguna prueba material?
Así, pasó poco tiempo para que comenzaran a surgir varias teorías sobre lo sucedido, algunas más descabelladas que otras (incluso hubo quienes plantearon la posibilidad de una abducción extraterrestre). Entre las más fuertes están las especulaciones que apuntan al capitán de la nave, que, según varios investigadores y aficionados a la aeronáutica, pudo protagonizar un suicidio que, como consecuencia, cobró la vida de los pasajeros.
Algunas voces apuntaron a que el hombre, con más de 30 años de experiencia en el pilotaje, estaba pasando por un momento personal difícil. Hace poco había terminado su matrimonio, y en el tiempo del accidente habría estado sumergido en un noviazgo con una mujer casada. Esa teoría, publicada por el medio The Atlantic, apunta a que el piloto pudo haber descendido 12 mil metros para despresurizar la cabina, dejar inconscientes a los pasajeros y que, una vez muertos, se adentró al océano para esperar a que el combustible se gastara.
A esto se suma que el periodista a cargo aseguró haber sido testigo de una de las pruebas que más reafirma esta teoría: los registros del simulador de viaje que Zaharie tenía en su hogar, entre los que había una ruta muy similar a la realizada en el desvío.
La hermana del capitán afirmó en un comunicado que se trataba de una hipótesis carente de pruebas reales, señalando que su hermano sería incapaz de atentar contra su vida y la de una cantidad significativa de personas. Varios investigadores cuestionaron la verosimilitud de aquella posibilidad al no existir suficientes pruebas. Sobre todo por la cantidad de tiempo que implicaría la realización de dicho plan.
Otra versión apuntó a que el avión pudo ser derribado por un misil estadounidense, y que los registros que apuntaban a una desviación de la nave hayan sido evidencia plantada por el gobierno del país norteamericano. ¿El motivo? Haberse acercado demasiado a una base militar instalada en la isla Diego García, en el Océano Índico. Ni si quiera se apunta a un ataque premeditado. Para quienes se aferran a esta versión, lo más probable es que los militares hayan detectado el avión como desconocido, y que, por temor a un ataque, hayan decidido disparar.
Incluso hay algunos que creen que las piezas del avión encontradas en diversos lugares cercanos al incidente pudireon ser falsificadas por el gobierno de Malasia para restar parte de su responsabilidad en lo ocurrido, apuntando a que reconocieron los restos sin aplicar las pericias necesarios. Pero, nuevamente, no existen las pruebas necesarias para comprobarlo.
También se ha popularizado la teoría de un ataque bélico ruso. La principal prueba sería el derribamiento de otro Boeing 777 de la aerolínea malasia, que cobró 298 vidas y que se registró apenas cuatro meses después de la desaparición del vuelo 370. Esto, cuando sobrevolaba cerca de Donetsk, una de las regiones de Ucrania con mayor influencia de los separatistas pro-rusos. Todo, en medio del conflicto que involucra a ambas naciones y que el 2022 se intensificó con la invasión liderada por el presidente ruso, Vladimir Putin.
En todos estos años, el caso ha sumado una serie de antecedentes que incluyen la sospecha de terroristas infiltrados, un secuestro, ataques bélicos por un cargamento no notificado de litio, e incluso la presunta aparición de un segundo Triángulo de las Bermudas, entre muchas otras cosas. Sin embargo, a casi una década de la tragedia aún no hay una hipótesis clara que explique lo sucedido. Actualmente, las búsquedas organizadas por el Estado de Malasia se encuentran finalizadas, al menos hasta que surjan nuevas pistas que ameriten reanudar los esfuerzos.