Ravani en sus propias palabras: “Nuestra intención jamás fue comprometernos con la dictadura”

Eduardo Ravani wsp

En su libro de memorias publicado el 2019, Con Ja y sin Ja, mis archivos secretos, el director de TV hizo una serie de interesantes reflexiones en las que abordó, por supuesto, acaso su programa más icónico: el Japenning con Ja.


Eduardo Ravani fue un personaje histórico de la TV chilena. Y como tal, quizás consciente del peso que tenía su figura, publicó un libro de memorias, Con Ja y sin Ja, mis archivos secretos (Paparazzi Ediciones, 2019), en que dejó una serie de revelaciones sobre su paso por la pantalla chica.

Por ejemplo, abordó los desencuentros entre los miembros del Jappening con Ja: “Jorge (Pedreros) y Gladys (del Río)tienen una discusión de alto grado con la dirección del programa. Abandonan el estudio con la intención de renunciar (...) Alegan contra todos e, incluso, discuten violentamente contra el personal de seguridad, arrojando sus credenciales para luego abandonar el canal. Al irse, no nos permiten seguir usando ‘Ríe’, el himno del programa”, relata Ravani sobre el primer quiebre del elenco a mediados de los ochenta.

Sobre los 80, comentó: “En ese tiempo todos nuestros actos eran seguidos. No podíamos creer en nadie ni emitir juicios críticos que afectaran al gobierno”.

Aseguró que el mismísimo general Pinochet era un fanático de su programa: “Los escoltas, apurados, preparan los autos para volver a Santiago. Sale corriendo Pinochet. ‘Se echó a perder el televisor y no hay señal. No me puedo perder el Jappening’”.

Asimismo, aseguró que en el equipo había diversidad de pensamiento: “(convivían) demócratas cristianos, pro militares, izquierdistas y, en alguna oportunidad, hubo integrantes del MIR”.

Ravani asume que el programa humorístico fue visto por los militares como una forma de “aquietar y aletargar” a la gente.

“Desde ese punto de vista sí creo que fuimos utilizados y pasamos a ser tontos útiles, sin quererlo ni desearlo, porque nosotros tratamos de ser apaciguadores del dolor, de las penas compartidas y de la angustia permanente (...) Nuestra intención jamás fue comprometernos con la dictadura”.

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