* U2 - Songs of surrender
Songs of surrender es el correlato musical del libro de memorias de Bono, Surrender: 40 Songs, One Story (2022). Con The Edge como curador y productor de esta reelaboración, con aportes estrictamente subordinados de Adam Clayton grabando bajos sin saber si serían usados, y Larry Mullen con mínimas intervenciones por problemas físicos, estos cuarenta títulos reconfigurados arriesgan el mismo destino de la discografía de los irlandeses en las dos últimas décadas: un surco en el agua, la evidencia del otoño creativo de una banda que por años fue magnífica.
Compilar tal número de canciones resulta excesivo, innecesario, finalmente fatídico. Parte importante del nuevo ropaje coincide en versiones acústicas que, despojadas de la electricidad clave en una banda como esta, y sin la posibilidad de compensar esa energía mediante desbordes dramáticos a cargo de Bono, cuyas capacidades exhiben un desgaste insoslayable, son taciturnas a lo sumo. El vocalista ensaya algunas salidas -el crooner, el tono de un cantautor-, pero el trabajo suele quedar a medias, desganado, sin nervio. El listado, acordonado a los títulos usados por Bono en su bio, es una camisa de fuerza para un ejercicio que rara vez triunfa, como es reversionar material propio. Boxear con la sombra sigue siendo inútil.
*Kali Uchis - Red moon in Venus
La cantante estadounidense de origen colombiano, presente en el último Lollapalooza, pertenece a la venerable genealogía del soul, el R&B y el jazz, pero en una descendencia mestiza y osada sin hacer mayor alarde, agitada y servida con ideas, comunicando esas y otras vetas con soberbia elasticidad. El pasado funciona como una cantera rica en ecos lejanos y reinterpretados, un punto de referencia abordado en alta definición.
A diferencia del camino de algunas de las más grandes estrellas de la casilla en este siglo como Amy Winehouse y Adele, tan extraordinarias como revivalistas y respetuosas, Kali Uchis (28) opta en el disco por un encuadre sónico que concita electrónica en busca de un pop más refinado, lenguaje secundado por detalles análogos reverberantes. Hay infinidad de voces y personalidades, incluyendo desvíos al urbano y el hip hop en Hasta cuando y Not too late (interlude), el pop de diva de Endlessly, y el trip hop de Moral conscience, con destellantes demostraciones de virtuosismo. Blue es un collage por donde cuela Sade, mientras Happy now se despide con señalética indie. Kali Uchis irradia vibra de superdotada, como si no hubiera límites, una seductora sutil o cachonda, según las necesidades.
*Alejandro Sanz - Correcaminos
Alejandro Sanz asegura que los tiempos ya no están para producir álbumes íntegros. Prefiere regresar a formatos como el EP y el single, mecanismos promocionales dominantes antes de que los Beatles pusieran de manifiesto el valor de escuchar un disco completo. Con tres canciones, Correcaminos arranca mediante el corte homónimo junto a la estrella pop venezolana Danny Ocean, presente en el último Lollapalooza. La pieza resalta cómo el astro de Madrid se mueve cómodo en el urbano, con el que coqueteó por primera vez en el hit La Tortura de Shakira, hace ya 18 años. El título es una clase sobre componer y producir urbano con melodía, y una exacta combinación entre lo orgánico y los recursos electrónicos.
Cuándo es una power ballad de engañoso arranque. Toma fuerza paulatinamente hasta adquirir envolturas épicas, empujadas por ese fraseo característico de Sanz, amparado en versos que rehuyen a toda costa el estribillo. La acústica Volé saborea algunos acordes que recuerdan a Shape of my heart de Sting, una composición que subraya determinación por buscar un ruta y cierta nostalgia.
Con más de 30 años de trayectoria, Alejandro Sanz no afloja en su intención permanente de dignificar la canción romántica de Hispanoamérica.