El pasado viernes 17 de marzo, mientras Billie Eilish empezaba en Lollapalooza Chile su presentación con algunos problemas de audio y frente a miles de fanáticos, los fans argentinos de Drake aun esperaban que él comenzara la suya en la réplica trasandina del evento. Esto incluyó no solo a quienes se encontraban en el hipódromo de Buenos Aires en el que se realizó la cita, sino también a la gran cantidad de fans que esperaban verlo desde sus casas a través de la transmisión online.

Estos últimos fueron sorprendidos por un decepcionante anuncio: a pesar de lo pactado con los organizadores, el artista había decidido a último minuto que su concierto no debía ser transmitido. Pocos minutos después, el músico entró al escenario argentino al ritmo de Sicko mode, el hit que tiene con Travis Scott.

Igual como lo hizo este último en su paso por los Primavera Sound sudamericanos el año pasado, el canadiense armó su setlist para dar cabida a la mayor cantidad de hits posibles: esto implicaba que solo se tocaran los primeros versos y el coro de una canción antes de pasar a la otra, generando decepción entre los asistentes. Solo dio 50 minutos de concierto, entre cánticos dedicados a la selección argentina que lograron sacar algunos elogios del público, antes de retirarse. Un tibio debut a una de las visitas musicales más esperadas de la última década en el continente.

En su debut en Chile al día siguiente, cerrando el festival luego de la exitosa presentación de Rosalía, se dio una situación similar. Prohibió transmisiones, empezó con 20 minutos de retraso, impidió que los periodistas que se encontraban cubriendo el festival entraran a la zona de prensa colindante con el escenario Costanera Center mientras cantaba, e hizo el mismo recorrido compacto por su discografía con hastío, terminando cuando llevaba solo 45 minutos en el escenario. Habían sentimientos divididos; mientras las primeras filas estaban completamente enfiestados por la presentación, aquellos más atrás se sentían algo insatisfechos. Lo tildaron de básicamente “un fiasco”.

La siguiente parada ocurrió el pasado viernes en Bogotá, donde el canadiense encabezó el segundo día del festival Estéreo Picnic dando una presentación descrita como “un karaoke frente a 40 mil personas”. Para el medio de entretenimiento colombiano Shock, ni potentes hits como Knife Talk alcanzaron “a compensar un concierto lánguido, más parecido a un entrenamiento que a un partido oficial”. Fans entrevistados por el mismo medio a la salida del espectáculo lo describieron como un espectáculo “muy plano”.

La cancelación en Brasil

El público brasileño del festival despertó ayer con la noticia de que Drake había cancelado la presentación que daría esa noche del domingo 26, convirtiéndose en el segundo headliner en bajarse después de Blink-182.

“Debido a circunstancias imprevistas, Drake está sin miembros de su equipo de sonido y producción, esenciales para la realización del show de Lollapalooza en Sao Paulo. Drake estaba animado para presentarse para sus fans en Brasil. Lamentablemente, esto está fuera de su control. Disculpas”, rezaba un comunicado firmado por el artista publicado a través de las redes sociales del festival.

El anuncio generó las reacciones esperadas, con el rapero casi convirtiéndose en persona non grata dentro de Brasil; ya había generado anticuerpos en el país luego de su polémico concierto en Rock in Rio 2019, donde suspendió transmisiones online y se negó a comer algo local al menos que fuese preparado por su chef privado. Un fuerte escepticismo con respecto a la veracidad de este comunicado empezó a surgir en las redes, impulsado por la viralización de un video grabado la noche del sábado que mostraba al cantante pasando el tiempo en un club de striptease de Miami, junto al icónico rapero 50 Cent.

Se sabe que, para cada parada en Sudamérica, el canadiense arribó en su lujoso jet Air Drake. La “patente” de este aeroplano es conocida, y con ella se puede encontrar su historial de vuelos, el cual revela que el artista voló directamente a Miami después de presentarse en la capital colombiana.

En la retrospectiva que hizo Culto sobre Lollapalooza Chile, el columnista Felipe Rodríguez dio una opinión sobre el canadiense que vuelve a resonar después de todos estos desarrollos: “Desafinado, soberbio, como que vino a pasear, le daba lo mismo. Tiene esa lógica antigua, como ochentera, del artista que viene a Sudamérica y que cree que la gente acá es inculta, ignorante, que no entiende nada, que no comprende su arte tan elevado y le da igual. No le importa que la gente esté agradada o desagrada con su espectáculo. Piensa que puede hacer lo que quiera”.

Sigue leyendo en Culto