*Depeche Mode - Memento Mori
Lo nuevo de Depeche Mode posee la capacidad de movilizarse en el tiempo y eludir las tendencias. Pasajes de Memento Mori evocan la electrónica del siglo XX, sobre todo los patrones de Kraftwerk, rememorados con absoluta clase en cortes como Wagging tongue y People are good. En otros, es una banda del presente señalando un futuro que siempre parece desolador, como sucede en el magnífico corte inaugural My cosmos is mine, una pieza densa orquestada de fenomenal equilibrio entre maquinaria y voces, con Dave Gahan cantando como una víbora encantadora y Martin Gore declamando dramático, ambos encauzando una lenta sinfonía.
A pesar del alto nivel general, este décimo quinto título de Depeche Mode no contiene singles demoledores. La muerte de Andy Fletcher no afectó en lo absoluto la trayectoria y calidad musical, pero si el ánimo del álbum. Sin ser fúnebre, irradia una energía más emotiva que dinámica, sostenida en las vetas soul y crooner que empujan el canto de Gahan.
Tras un leve bajón en el segundo tercio del disco, remonta fenomenal hasta cerrar con Speak to me, una súplica cósmica que asciende en una muralla de resonancias digitales y análogas convergentes en un ruido, como un punto final preciso.
*Lana Del Rey - Did You Know That There’s a Tunnel Under Ocean Blvd
Hace una década era tildada de invento. Una tibia presentación en Saturday Night Live en enero de 2012, se agitaba como prueba para asegurar que Lana Del Rey (37), gracias al origen acomodado y las conexiones de su padre, encarnaba un capricho de la industria, antes que verdadero talento. Una discografía siempre interesante de nueve títulos aplastó las dudas y críticas hacia la artista neoyorquina dueña de un seductor pastiche, donde es una heroína vintage que canta entre susurros en paisajes oníricos y sugerentes.
Este nuevo álbum, de larga duración con una hora y 17 minutos, resulta autoindulgente sin que la licencia se convierta en un estorbo. La gran mayoría de los cortes carece de una estructura tradicional, sin estribillos y otros enganches típicos. Domina el tono confesional en una especie de crónica plagada de detalles y cotidianidades. Los fondos musicales son soportes tenues que a ratos ceden a logrados desvíos en clave hip hop, parte de la genética de la cantante.
El disco comprueba que Lana Del Rey fabricó una llave que le permite abrir las puertas de diversos estilos, derivados en un gran relato musical estadounidense, que abarca desde los años 60. Su obra alcanzó dimensiones enciclopédicas.
*Pink Floyd - Live at Wembley 1974
Pink Floyd impuso un estándar de excelencia en la música rock en vivo. Mientras contemporáneos como The Who apenas se preocupaban de replicar en directo lo grabado en estudio, Pink Floyd era de una fidelidad abrumadora. Detallistas hasta convertir un concierto en una cita sónica y visual superior, ofrecían experiencias que este registro íntegro de Dark side of the moon (1973) en el Wembley arena en 1974, rescata en un despliegue de perfeccionismo, retroalimentado por la energía natural del escenario.
La ejecución resalta muscular y las versiones se alargan -The Great gig in the sky, Money, Any colour you like, entre varias-, generosas en solos sin perder la mesura. El nivel de diálogo musical es sublime, en una amalgama entre rock progresivo, psicodelia, jazz y soul. Como intérpretes están en su mejor forma. El bajo de David Gilmour resalta punzante y creativo, los teclados de Richard Wright son una demostración de gusto, en las antípodas de las extravagancias de la época; el pulso de Nick Mason acopla perfecto para servir a la canción, y la guitarra de David Gilmour irradia una textura adelantada a su tiempo. Una gran suite sin pausas con espléndido sonido y la reacción del público, ante uno de los mejores discos de la historia.