Han sido semanas complejas para el Teatro Zoco, espacio cultural inaugurado a fines del 2022 que rápidamente se instaló como una de las propuestas más interesantes de las artes escénicas capitalinas. A pocos días del estreno de su segunda temporada, la obra Lluvia constante, escrita por Keith Huff e inspirada en una de las aristas del caso de Jeffrey Dahmer, debió ser cancelada. ¿El motivo? Una denuncia que comenzó a circular en redes sociales, y que acusaba al actor y protagonista del montaje, Willy Semler, de presunto abuso físico, sexual y psicológico.
Hoy, la sala tiene un nuevo título en su cartelera: Restos, obra del destacado dramaturgo norteamericano Neil LaBute, que ya estaba considerada dentro de la programación del lugar antes de lo ocurrido con Semler y que estrenará su cuarta temporada en las tablas de Zoco el próximo 16 de abril. En la versión criolla, el actor Cristián Campos encarna al único personaje en escena. Un hombre viudo que, frente al ataúd de su esposa y con cigarrillo en mano, se embarca en el recuerdo de momentos extraviados y oscuros de su propia vida. Todo, en el marco de una profunda reflexión sobre los límites del amor, el que Campos reconoce como uno de sus temas teatrales predilectos.
Para el actor, Restos es una obra que llegó a marcar dos hitos en su carrera. Además de ser su debut en los monólogos, es la primera vez que actúa bajo la dirección de Antonio, su hijo mayor, en una relación artística y laboral que describe como un verdadero lujo. “El nivel de confianza entre los dos facilitó mucho la tarea. Me dio el sustento y la seguridad como para lanzarme a esta aventura, que resultó muy exitosa”, confiesa a Culto desde el otro lado del teléfono.
El impulso para embarcarse en este formato también tuvo su origen en las características del texto, que Campos describe como una de las historias de amor más fascinantes que ha conocido. “Yo creo, con toda honestidad, que no me habría atrevido a hacer un monólogo si no hubiera sido porque, al leer la obra, me pareció la historia de amor más inesperada, sorprendente y original que había leído en mi vida. Y, probablemente, todos los que van a verla sientan igual que yo. Al leerla, me dije a mi mismo: ‘esta historia tengo que hacerla’. Fue como una señal, un llamado. No podía dejar que otro actor se hiciera cargo de un material tan valioso como el que habíamos encontrado”, afirma con genuino entusiasmo y convicción.
“Desde el punto de vista de la actuación, si bien en un comienzo es atemorizante, luego resulta una experiencia vertiginosa y muy agradable ese contacto directo con el público. Porque estás en un contacto absolutamente frontal con ellos. Tienes que estar tres pasos adelante para mantener la atención de la gente que te está viendo. Y sorprenderlos, no dejar que se acostumbren. Diría que es de las cosas más estimulantes que yo he hecho en mi vida. Es tener el control total y tener una cercanía absoluta con el público”, comenta el actor sobre el proceso que implicó la preparación de la obra, que en sus temporadas anteriores gozó de una gran recepción por parte de los espectadores.
Hay otro elemento que Campos destaca sobre la historia, y que resulta transversal en el trabajo de LaBute: el humor, el que ejerce como una de las características narrativas más inteligentes del guion. Para el actor, justamente eso “es lo que hace la diferencia entre un autor y un gran autor. Neil LaBute es capaz de acercarse al tema del fin de la vida, al término de una relación matrimonial por la muerte de uno de los conyugues, y hacerlo con una levedad. No hay que confundirlo con frivolidad. Se trata de una inteligencia, una agudeza y una levedad que desembarca en que tú haces el duelo junto con el marido, pero desde dentro”.
El teatro, un arma para los nuevos tiempos
Las artes escénicas fueron una de las expresiones artísticas más golpeadas por los años pandémicos. Campos vivió en primera persona las peculiaridades del teatro por Zoom, con la desesperación de estar separado del público y el temor vivo de que el interés disminuyera. Sin embargo, hoy ve que el entusiasmo por el teatro adquirió un nuevo impulso.
“Todos teníamos ese miedo de que se fuera a apagar la llamita, pero ocurrió todo lo contrario... Las salas se empezaron a llenar una vez que se levantaron las restricciones. Nosotros, con esta obra, hemos llenado donde hemos estado. Y los teatros, en general, han visto renovado el entusiasmo del público. Si uno lo piensa, es natural, porque la gente estuvo tan encerrada mirando Netflix que, de pronto, ir a una sala y ver actores al frente, con un buen espectáculo, era algo impagable. Y que es irremplazable. Se renovó el entusiasmo. Y creo que se incorporó una nueva generación al público habitual de teatro”, analiza el actor desde su vereda.
Para él, el teatro es una expresión artística que adquiere más urgencia que nunca. “Independiente de que uno sea de izquierda, de derecha o apolítico, estamos innegablemente en una época de cambios. Mundial y en el país. De cambio de estructuras, donde están cayéndose cosas que uno antes creía que eran inamovibles. En esa época de cambios que estamos viviendo, de valores, de costumbres, es importantísimo que la cultura y las artes sean un faro, una luz que vaya indicando, enriqueciendo la discusión, y que vaya aportando nuevas ideas para que esos cambios sean para mejor”, afirma Campos.
“La cultura tiene más sentido que nunca, pues estamos vaciándonos de costumbres que son antiguas y que ya están vacías, y tenemos que rellenar ese vacío con nuevas propuestas, nuevas reflexiones. Por eso la gente va al teatro, porque necesita contenidos. Y la cultura no es otra cosa que la creación de contenidos, orientación, luz”.
En ese contexto, el actor ve con buenos ojos el cambio de timonel en el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, que hace unas semanas pasó a estar bajo el mando del ex ejecutivo de televisión, Jaime de Aguirre. “Para mí, en lo personal, fue una gran noticia. No me quiero referir a la gestión anterior, pero sí creo que, a ese ministerio, y en general al gobierno, como dicen medio en broma, le han hecho falta canas. Y Jaime tiene hartas. Se las ha ganado, porque es un hombre de mucha experiencia que conoce no sólo la cultura, pues es un músico y un hombre de televisión, sino que conoce el mundo empresarial, de los negocios. La cultura no llega a ninguna parte si no es rentable y no es negocio. Y él domina los dos aspectos. El artístico y también el comercial. Aplaudí ese nombramiento y creo que va en la línea correcta”.
Teleseries: un espejo de nuestra idiosincrasia
En los últimos años, la presencia de producciones nacionales en la televisión abierta ha disminuido. El cierre del área dramática de TVN fue uno de los primeros llamados de alerta sobre los cambios que vendrían. Algo que Campos, un hombre con una vasta carrera televisiva, define como una verdadera tragedia.
“Si hay alguien que debería hacer productos dramáticos es Televisión Nacional, especialmente, y que debería estar subsidiado para que esas teleseries lleguen a todo el país”, afirma el actor. “Para mí, las teleseries son súper importantes porque son un espejo de nuestra idiosincrasia. Y es un estilo de trabajo que no es elitista. A través de la teleserie se pueden decir y se pueden enseñar cosas, como lo han demostrado los últimos 40 años”.
Aun así, valora el interés que algunas compañías de streaming han mostrado por contar historias locales. Pero insiste en que no es algo que pueda suplir el rol que cumple la TV. “Me ha tocado participar en un par de producciones de muy buen nivel de streaming internacional, con actores de otros países, con temas nuestros, que no vienen a reemplazar a las teleseries, sino que vienen también a complementar este esfuerzo de mostrar nuestra realidad a través de la televisión. Es algo que hay que mantener vivo porque es el medio más democrático que existe”.
La colaboración de Campos con las plataformas sigue afianzándose: aunque no puede revelar muchos detalles al respecto, adelanta a Culto que se encuentra participando en tres proyectos que pronto verán la luz. Donde, además, participarán otros colegas del medio criollo. “Eso también nos da una dimensión más internacional, porque siempre se ha dicho que nuestras historias y nuestra calidad profesional es muy buena”.
El caso Semler
Lo sucedido con el actor Willy Semler remeció al mundo actoral. En el caso de Campos, la noticia le llegó con más fuerza que al resto, pues Semler no sólo es uno de sus colegas coetáneos. También es alguien con quien mantiene una amistad muy cercana.
“Todos, yo especialmente, he vivido con gran dolor la experiencia que ha pasado mi buen amigo Willy Semler. Y no es mucho lo que uno puede hablar desde afuera, pero espero de todo corazón que las cosas se aclaren lo antes posible donde deben aclararse, que es en la justicia. Yo conozco a Willy desde que éramos estudiantes universitarios y lo considero no sólo un gran actor, sino que una muy buena persona. Pero no puedo manifestarme respecto a algo puntual que ni si quiera la justicia se ha manifestado todavía”, manifiesta el actor.
Hace unos años, hubo denuncias que apuntaron a nombres como Raúl Osorio, parte de la generación que precede a Campos y que, además, fue profesor de varios actores reconocidos en el medio. Hoy, son algunos de los compañeros del actor los que se han visto envueltos en acusaciones, como Luis Gnecco y el mismo Semler.
Para Campos, cada situación es distinta y convoca una reflexión diferente. “La verdad no tengo una opinión respecto a esto como un movimiento. Creo que son casos puntuales y hay que analizarlos en su mérito, cada uno de forma distinta, porque son personas distintas y conflictos distintos. Pero no puedo extenderme más allá porque no tengo los antecedentes”.
Aun así, y sin hacer referencia a un caso en particular, el actor comparte una reflexión en torno a lo que hoy se denomina como la “cultura de la cancelación”, y que, muchas veces, puede funcionar como un arma de doble filo. “Es delicadísimo porque acá hay dos temas cruciales. Es muy importante que las víctimas, las personas, hombre o mujer, que se sientan afectadas por algún tipo de abuso tengan voz para manifestarlo, pero también es muy importante que esa facultad, que es sagrada, no se utilice perversamente como un modo de venganza o de intención de hacer mal a otra persona, como también ha ocurrido”.
“Lo grave de esto es que es irreversible. Aparece algo, que no se prueba, pero igual, a nivel social, la persona es cancelada, pierde su trabajo, y puede perder incluso su nombre. Un nombre que, muchas veces, se ha demorado toda su vida en construir con buenas armas. Por un lado, muy bien, muy necesaria la denuncia. Pero, por otro, tenemos también que abrirnos a pensar que, como se ha visto en la historia reciente, en algunos casos no son testimonios verdaderos y le pueden destruir la vida a una persona. Y a una familia”.
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Restos tendrá funciones los días 14, 15, 21 y 22 de abril. Las entradas ya están disponibles en PuntoTicket.