La acusación suena seca y sin mucho margen de duda: “Por lo visto, soy una ‘mala feminista’”. Quien la pone en escrito es la misma mujer a quien se le atachan esas palabras, la célebre autora canadiense Margaret Atwood. Lo que ocurrió es algo que se ha vuelto más visible desde los días del #MeToo. Una acusación a un académico, Steven Galloway, jefe del Departamento de Escritura Creativa de la Universidad de Columbia Británica (UCB), por una supuesta agresión sexual. Pero, tras una investigación judicial, se demostró que no había culpabilidad alguna.
Por ello, en 2016, la autora fue una de las personas que pidió que la universidad “depurase responsabilidades” por la forma en que se manejó el caso, en que se le pidió al acusado firmar un acuerdo de confidencialidad -que le impedía decir algo para defenderse- y pese a su inocencia, fue despedido. Por ello, Atwood fue criticada por otras feministas, ya que a pesar del veredicto, se siguió atacando a Galloway.
“Una persona ecuánime se habría reservado el juicio sobre la culpabilidad del profesor hasta conocer el dictamen y las pruebas. Somos adultos: podemos formarnos nuestras propias opiniones, en un sentido u otro. Los signatarios de la carta dirigida a la UCB siempre hemos sido de ese parecer”. Agrega, y compara el caso con los juicios a las Brujas de Salem, en que la acusación era sinónimo de culpabilidad. Por ello, comenta, las funas y críticas por Twitter harían el trabajo que no hace el sistema judicial.
“Si el sistema jurídico se obvia porque se considera ineficaz, ¿qué ocupará su lugar?, ¿Quiénes serán los nuevos agentes del poder? Las Malas Feministas como yo, desde luego, no”, anota.
El ensayo ¿Soy una mala feminista?, de 2018, forma parte de un contundente volumen de ensayos titulado Cuestiones candentes, que en castellano publica Salamandra y que ya se encuentra en nuestro país. En volumen recopila una serie de ensayos de la autora de El cuento de la criada, y donde aborda desde su mirada particular cosas como el feminismo, o el cambio climático.
Sobre este último tema, de hecho, escribe ensayos contundentes como Humedales (2006). “Quizá ha llegado el momento de dramatizar un poco. La tesitura en la que estamos no puede abordarse a menos que empecemos a llamar a las cosas por su nombre”.
“El aire, la tierra y el agua son bienes comunes y deberían ser protegidos en común. Si lo están, todos nos beneficiaremos; si no, todos sufriremos. Es preciso legislar para que las reglas sean iguales para todos...si esperamos demasiado, será demasiado tarde...y llegados a este punto me dicen que soy una alarmista. Pero ser alarmista es bueno cuando la casa está ardiendo. Suena la alarma y esperas que alguien te ayude a apagar el fuego”.
También se explaya sobre el tema en el ensayo Árboles de la vida, árboles de la muerte. “En Canadá se encuentra el mayor bosque boreal del mundo. Desde antiguo ha estado asociado a los árboles y la tala: los primeros colonos cortaron cuanto pudieron por miedo a los incendios, pero también para ganar tierra de pasto, obtener carbón y exportar a Europa. Hoy en día seguimos talando, a menudo de forma estúpida e indiscriminada. Seguimos creyéndonos la fantasía de los recursos inagotables. Seguimos diciéndonos que todo cuanto produce la naturaleza es legítimamente nuestro y gratuito. ¿Por qué seguimos pensando que la tala rasa es algo natural porque los incendios también lo son y queman grandes áreas y por tanto vienen a ser lo mismo?”.
Blancos móviles y una carta a un país
Pero hay más. La dimensión ensayista de Atwood también se puede ver en otro volumen que por estos días y se encuentra en los escaparates nacionales. Blancos móviles: escribiendo con intención (1982-2004), y que publica en castellano Elefanta Editorial. Acá piensa de manera lúcida sobre literatura y política.
Un ensayo notable es su Carta a Estados Unidos, donde revela una visión crítica del gigante del norte. “No entraré en las razones por las cuales pienso que tu reciente aventura en Irak fue, viéndolo a largo plazo, un error táctico desacertado. Para el momento en que leas esto, Bagdad puede o no haberse transformado en un hot cake y se examinarán muchas más entrañas de oveja. Entonces, en vez de hablar acerca de lo que le estás haciendo a los demás, hablemos acerca de lo que estás haciendo a ti mismo”.
“Estás destripando la Constitución. Ya pueden entrar en tu hogar sin tu conocimiento y sin tu permiso, te pueden arrestar y meterte a la cárcel sin causa, pueden espiar tu correo, pueden investigar tus registros privados. ¿Acaso no es esta una receta para el robo corporativo generalizado, para la intimidación política y para el fraude? Sé que has dicho que todo esto es por tu propia seguridad y protección; sin embargo, piénsalo por un minuto. De todos modos, ¿desde cuándo te has vuelto tan miedoso? No eras de los que se asustaban con facilidad”.