El pedido no fue en condición de una súper estrella del pop que exige respeto a la vida privada, sino aludiendo a su calidad materna velando por la sanidad de los suyos. “Extiendo esta petición ya no como artista”, clamó Shakira por Twitter este lunes, “sino como una madre que desea proteger y cuidar del bienestar psicológico y emocional de sus hijos para que puedan vivir una vida sana y feliz, como todo niño lo merece”.
Son razones más que atendibles. Quién podría oponerse a una solicitud que esgrime la felicidad de un par de menores, qué culpa tienen ellos de la fama de sus padres. Milan (10) y Sasha (8) se mudaron a Miami desde Barcelona, y cualquier proceso de cambio conlleva adaptación y estrés. Nada sano ingresar y salir del colegio con un enjambre de cámaras alrededor.
Hasta fines de diciembre, Shakira no parecía tener inconvenientes en exhibir a sus hijos en redes, como remate de un 2022 altamente mediático. “En el desierto buscando la serenidad en esta Navidad”, escribió en Instagram en una foto donde se le ve posando con un halcón y look beduino, tanto ella como los chicos. “Gracias por todo el amor y el apoyo que nos disteis a mí y a mis hijos durante este año”, continuó, acompañando una imagen que de seguro tomó un buen rato producir. Ninguna foto de un astro a ese nivel es un clic espontáneo o a la rápida.
Shakira pide una tregua a los medios tras casi un año en que el bombardeo corre por cuenta suya, revelando distintos aspectos de su quiebre amoroso. El 21 de abril de 2022 lanzó Te Felicito, un single perfectamente teledirigido, la primera de cuatro andanadas que dejó caer implacablemente durante 2022 y comienzos de este año, en contra de su ex pareja Gerard Piqué.
Junto a Monotonía, Shakira: BZRP Music Sessions, Vol. 53 y TQG con Karol G, forman una detallada crónica personal de despecho envasada en el mejor pop, que augura un renacer musical de sintonía urbana, donde desfila incluso el nombre de la mujer por la cual fue abandonada. Un cahuín perfectamente posible en cualquier vecindario o el trabajo, pero a escala global y con millonarias ganancias económicas y registros. La canción junto a Bizarrap inscribió cuatro récords Guinness, incluyendo el tema más reproducido en Youtube en 24 horas, y el corte más cliqueado en Spotify en una semana.
El 9 de enero, como una manera de calentar el ambiente previo al lanzamiento del sencillo con BZRP, la cantante posteó en Twitter “Una loba como yo no está pa’ tipos como tu!”, mensaje que además recorrió las alturas de Miami y Mar del Plata en un lienzo arrastrado por una avioneta, gritando por los cielos su desprecio.
Shakira y Gerard Piqué expusieron tempranamente a sus hijos en las redes sociales, y los hemos visto crecer a través de ellas. El 4 de febrero de 2013, con menos de dos semanas de vida, la cantante subió a Twitter una imagen de Milan sostenido por el ex jugador arrobando a Unicef, organismo del que es embajadora de buena voluntad desde 2003. Con apenas un par de meses de vida, el rostro de Sasha ya aparecía en la cuenta de Facebook de la artista.
Aún así, en enero Shakira manifestó públicamente su molestia por la aparición de Milan en una actividad de Twitch organizada por Piqué.
En el mensaje publicado este lunes por la red de Elon Musk, Shakira acusó el carácter despiadado del acecho mediático “con el fin de obtener capturas fotográficas o mejores ratings”.
La escala valórica de la artista recuerda el desparpajo del príncipe Harry y su esposa Meghan Markle demandando privacidad y el derecho a una vida normal. Cuesta entender la exigencia en la medida que la intimidad de estas figuras, convenientemente revelada en tramas que pueden abarcar canciones como sucede con la colombiana, o libro, docuserie y cuanta entrevista victimizante sea posible, en el caso de la pareja de linaje real, ha sido parte del combustible de sus existencias públicas.
Los hijos de Shakira y Gerard Piqué no han tenido la oportunidad, por ejemplo, de la hija de Ozzy Osbourne que a los 18 años se rehusó a integrar el reality de MTV, emitido entre 2002 y 2005. “Había crecido teniendo un padre bastante conocido, y siempre valoré mucho mi intimidad dentro de esa familia”, declaró Aimme Osbourne a la radio Q104.3 de Nueva York. En su reflexión, pesó la decisión de desarrollarse “como ser humano en lugar de ser recordada sólo por ser una adolescente”.
“Realmente no se alineaba con lo que yo veía en mi futuro”, remató.
En ningún caso es imposible que una figura pública pueda sostener su privacidad alejada de los medios. Hay suficientes ejemplos de artistas, deportistas y políticos de los que se desconoce esa esfera. Pero cuando la decisión involucra que parte del atractivo con la consiguiente rentabilidad pública y monetaria depende de la intimidad, en un juego con los medios y el público, la posibilidad de manejar las riendas y hacer llamados con tono de moralina, acusando réditos en esa contraparte usufructuada largo tiempo, no se sostiene.
Shakira no solo abrió su corazón en excelentes piezas pop durante un año, sino que invitó a todo el mundo a su espacio íntimo para escuchar, bailar y suspirar lo que tenía que decir en canciones autobiográficas de amor y quiebre, cada vez más explícitas. Por lo demás, es una rúbrica histórica en su discografía.
Ahora pretende acabar con la fiesta. Pero a un paparazzi y a un medio sensacionalista no se le convence de que es hora de retirarse con buenos modales y lecciones de comportamiento. Para ellos, la juerga a costa de los famosos nunca acaba. Y para el público, tampoco.