Fue torero, limpiabotas, taxista, cartero, boxeador, militar e incluso químico. Sin embargo, su verdadera vocación estaba lejos de los oficios convencionales. El destino de Mario Moreno Reyes, conocido en México y el mundo como el hombre detrás de Cantinflas, era el espectáculo. El cine, los focos y ese humor convocante, capaz de traspasar fronteras.
Muchas veces fue señalado como el Charles Chaplin latinoamericano, y con justa razón. Durante décadas, el actor fue el símbolo del humor y la idiosincrasia de los sectores más humildes de su tierra natal. El Papa Francisco, el director brasileño Glauber Rocha e incluso el mismo Chaplin coincidían en que su trabajo es de los mejores que dejaron los años dorados de la industria cinematográfica mexicana.
Nacido en Ciudad de México en 1911 y criado en el barrio de Tepito como el sexto de ocho hermanos, debió probar varios caminos antes de llegar al mundo de las carpas circenses. Un escenario itinerante que fue testigo del nacimiento de una estrella que, con su distintivo bigote y una verborrea que incluso se transformó en verbo (la acción de “cantinflear” definida por la RAE como “hablar o actuar de forma disparatada e incongruente y sin decir nada con sustancia”), llegaría incluso a los estudios hollywoodenses, de la mano de la adaptación de La vuelta al mundo en 80 días que en 1957 se hizo merecedora del Oscar a Mejor película.
Sin embargo, los 81 años de vida del hombre detrás del personaje tuvieron de luces y sombras. Por mucho tiempo se mostró receloso con lo que respectaba a su intimidad, pero los archivos de prensa y los testimonios de quienes lograron conocer su lado más reservado dejan en evidencia que Moreno fue una persona compleja y llena de matices, con una historia personal igual de fascinante y cinematográfica que las protagonizadas por Cantinflas.
Amores con finales trágicos
Es reconocido que el amor de su vida fue Valentina Ivanova, una actriz de origen ruso a la que acompañó por 32 años. La joven y su familia arribaron en México en 1919, en medio de la guerra civil rusa. Ya radicados en el continente americano, los padres de Ivanova se establecieron con un circo donde la muchacha y sus dos hermanas presentaban un espectáculo de baile.
A esa carpa llegó a trabajar Moreno, unos años antes de despegar su carrera en la pantalla grande. El flechazo fue evidente y pasó poco tiempo hasta que los dos artistas decidieron unir sus vidas.
Lo de Ivanova fue la relación más extensa y estable que se le conoció públicamente al actor. Estuvieron juntos hasta 1966, un año fatídico en la vida de Moreno. Ese enero, la rusa falleció tras batallar contra un cáncer de huesos, que terminó por quitarle la vida a los 50.
En 1960, el matrimonio decidió adoptar a su único hijo, bautizado como Mario. La pareja siempre sostuvo que se trató de una adopción regular y completamente ceñida a la norma. Pero el suicidio de su madre biológica comenzó a levantar las sospechas de una posible infidelidad del actor, que habría tenido un amorío con la joven que gestó a su único heredero.
Marion Roberts, una bella muchacha de origen estadounidense, llegó en diciembre de 1959 a la capital mexicana en un auto azul claro. Iba a pasar sus vacaciones con unos amigos, pero a los pocos días se percataron de que no contaban con el dinero suficiente para pagar la cuenta. El grupo decidió escabullirse, dejando a Roberts en el Hotel del Prado como la única responsable de la deuda.
Ante la desesperación, uno de los empleados del hotel le compartió una lista con los nombres de varios personajes del país que podían ayudarla a pagar lo que debía. Y entre ellos, figuraba el de Cantinflas. El actor fue el único que aceptó, y, desde entonces, la joven quedó enamorada de él. Pasó el tiempo y el empleado del recinto se mantuvo en comunicación por cartas con Roberts. Según le dijo al periodista Alfonso Diez, la última vez que la vio con vida fue apenas unos días antes del incidente, cuando la norteamericana llegó a su casa para compartir una cena con su familia. Al momento de despedirse, la chica le confesó que tenía un hijo con Moreno.
Una nota de prensa publicada en el diario Revelación consignó que la joven se encontraba en un hotel de la zona cuando “ingirió una fuerte cantidad de barbitúricos”. En la habitación había cuatro cartas, una de ellas dirigida al actor. En su despedida, la joven le pide que sea bueno con el niño, agregando: “Estoy segura de que serás bueno con nuestro hijo y estoy segura, también, que él me disculpará en el futuro. Te ama, Marion”.
Moreno nunca confirmó abiertamente la paternidad de su único heredero. Eduardo, su sobrino y parte de los preservadores de la obra del comediante, asegura que era estéril y que compró al bebé por 10 mil dólares. Sin embargo, son al menos dos periodistas (Diez y Jacobo Zabludovsky,) los que aseguran que fue el mismo Cantinflas el que les confesó que sí era el padre del chiquillo. Incluso el hijo afirmó a El País que estaba consciente de la paternidad del actor, pues él mismo se lo dijo cuando cumplió los 18 años.
Pero Roberts no fue el único fantasma que rondaba por la vida del ídolo. La reconocida actirz de origen checo, Miroslava Stern, fue coprotagonista de Cantinflas en la película ¡A volar joven!, rodada en 1947. En el set, abundaban los rumores de un posible amorío entre ambos, el que Moreno habría abandonado tras negarse a terminar su matrimonio con Ivanova.
En marzo de 1955, la intérprete fue encontrada muerta en su habitación, con signos de sobredosis que concluyeron que su fallecimiento fue un suicidio. Hay varias teorías acerca de cuáles pudieron ser los motivos de su decisión, entre ellos, que lo hizo por una pena de amor con su ex pareja, Luis Miguel Dominguín.
Sin embargo, Jacobo Zabludovsky aseguró en una entrevista que, para el momento de su muerte, Stern se encontraba afectada por la no correspondencia de Moreno. “Ella se enamoró mucho de Cantinflas y confiaba en que dejaría a Valentina, pero llegados ya a un punto de quiebre, Cantinflas le dijo en una carta a Miroslava que él jamás dejaría a Valentina, que no se hiciera ilusiones. Conozco al que le llevó la carta, vive… no quiero revelar su nombre en este momento. Al día siguiente la encontraron muerta”, señaló en una oportunidad.
Una truncada carrera política
Hay una anécdota que electoral que resume lo que simbolizaba el personaje para los mexicanos. Por varios años, y aunque nunca llegó a oficializarse como candidato, fue bastante común que los votantes incorporaran el nombre de Cantinflas junto al de los otros aspirantes de la presidencia mexicana.
Basta con ver algunas de sus películas para notar que Moreno tenía un pensamiento político bien delimitado y cargado a la crítica contra las diferencias de clases sociales. Algo que se condice con su origen y que lo afianzó como el representante del sentir de los sectores más populares y queridos de su país.
Sin embargo, el actor también cimentó una carrera dentro del ámbito político, especialmente en lo que respecta a la sindicalización de su profesión en México, siendo presidente de la Asociación Nacional de Actores (ANDA) y el primer secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica (STPC).
Su período al mando de ANDA se extendió de 1942 a 1944. Y aunque el actor postuló para su reelección en el cargo, fue vencido en las urnas por Jorge Negrete, otro ídolo de la industria cinematográfica mexicana. Moreno intentó volver a la presidencia de la asociación en 1949, pero el Charro Cantor logró mantenerse a la cabeza por un nuevo ciclo. La pelea electoral fue intensa y comenzaron a aflorar los rumores de una rivalidad entre ambos intérpretes, que se extendía mucho más allá de lo profesional.
En ese contexto, hubo un hecho que marcó la historia del organismo actoral. En 1952, en plena asamblea, la actriz Leticia Palma –que se había mostrado activamente a favor de Cantinflas durante su candidatura- se apareció para acusar a Negrete de haberse abalanzado contra ella con su auto y, por consecuencia, de intentar asesinarla.
Durante la época, se rumoró que la actriz de La palma de tu mano (1951) estaba siendo investigada por incumplimiento de contrato, y que incluso robó el expediente de su caso para evitar ser juzgada. Lo único cierto es que, dentro de la asociación, Moreno fue el único que apoyó su versión de los hechos.
Pero fuera de su participación en los organismos de representación actoral, Cantinflas también tuvo una tendencia política bastante definida. Se le consideraba un activo promotor del Partido Revolucionario Institucional (PRI), e incluso se dice que fue una suerte de consejero para uno de los presidentes de México pertenecientes al PRI.
Se trata de Gustavo Díaz Ordaz, que estuvo al mando del país entre 1964 y 1970. Y a pesar de que las cifras de crecimiento económico fueron positivas durante su gobierno, también es cierto que durante su período se vivió una fuerte represión a los movimientos sociales. Uno de los casos más emblemáticos es el de la Masacre de Tlatelolco, donde cientos de estudiantes fueron heridos y asesinados por las fuerzas militares, en el marco de una operación bautizada como “Operación Galeana” y que fue ordenada directamente por Díaz Ordaz.
Hay otro dato de color que relaciona al actor con el mundo político. El 2019, una serie de archivos desclasificados revelaron que, más allá de la intervención de sus fanáticos en las papeletas, Cantinflas sí fue tanteado como un posible candidato a la presidencia de México, para el período que iba de 1982 a 1988.
Los documentos afirman que su nombre apareció en una encuesta realizada por organismos estatales. La pregunta señalaba: “Si usted siente que otra persona, fuera del gabinete, debería de ser Presidente de la República (1982-1988) indique su nombre”. Y entre todos los personajes mencionados, el de Cantinflas fue el tercero más citado.
El PRI terminó por decantarse por Miguel de la Madrid Hurtado como el candidato del partido. Aun así, la aparición espontánea del personaje de Moreno es otra de las tantas pruebas de la popularidad y trascendencia que tuvo para sus compatriotas, a los que siempre ayudó a través de obras benéficas.