Pasó dos noches en la casa de una especie de gurú sexual, Ricardo Badani, y sus seis esposas; hizo de webcamer en un sitio para adultos; le pidió a una Dominatrix que la azotara (y le cumplió); entrevistó al actor porno Nacho Vidal, y tuvo la experiencia de practicar swinger junto a su esposo. Esa vivencias junto a otras, siempre en primera persona, la periodista Gabriela Wiener las plasmó en las páginas de Sexografías, acaso uno de los libros ícono del periodismo narrativo latinoamericano.
Publicado por primera vez en 2008, en 2015 tuvo una nueva edición con Random House. Hoy, la casa editora lo vuelve a presentar, actualizado y revisado. “Sexografías siempre ha tenido las mismas crónicas clásicas grandes, pero en el original había una sección de textos cortos. Esos se han ido cambiando, porque estaban más envejecidos, eran más breves. Acá introduje textos breves nuevos”, comenta la autora a Culto, desde España, donde reside.
Junto con ello, hay un notable prólogo de la escritora argentina Camila Sosa Villada y en un detalle muy llamativo, Wiener sumó unas reveladoras notas al pie. “Son cosas que me callé por diversas cuestiones éticas, moralistas, personales, matrimoniales que no conté en aquel momento pero que finalmente decido contar”.
De alguna manera, con Sexografías, Wiener quiso enfocar la mirada en una visión más profunda de lo que es la sexualidad, y evitando el sensacionalismo. “Es el lado más íntimo y menos visitado de los temas revisitadísimos de la sexualidad. Por ejemplo, el tema trans, algo tan tratado y -maltratado- puede hacerse con una mirada de respeto, de cuidados. De restablecer de toda su humanidad a personas que han sido tan discriminadas y hablar desde su intimidad más humorística y también la más precaria. Mis acercamientos a los temas siempre han sido intimistas, a mí me han dicho que hago ‘Periodismo gonzo’, pero lo mío nunca han sido los viajes lisérgicos o la experiencia por la experiencia. Creo que se percibe una manera de entrar cuidadosa en el territorio de la otra y del otro, que nunca es tan de otredad. Mi mirada nunca es la del turista, que visita un lugar y se va, una mirada ascéptica del cronista que no se embarra. En cambio, yo me embarro porque sentía un vínculo con las historias. Hay una continuidad entre mi vida antes de la historia que narro con mi vida posterior”.
Hay mucho vivencial, como la vez en que hiciste de webcamer, ¿Es para ti un requisito para el periodismo narrativo hacerlo en primera persona para contarlo?
No, para nada. Dentro del periodismo narrativo hay muchos enfoques, muchas miradas para contar una historia. De hecho, hay gente que lo hace catastróficamente mal contándolo en primera persona, o en tercera. La persona que narra no hace la efectividad de una crónica, es la capacidad de mirar y de escribirla más seductora y al mismo tiempo visionaria y al mismo tiempo profunda. Lo bueno del periodismo narrativo es que tiene una amplitud mayor del periodismo el día a día, o de los reportajes. Yo no he podido hacer otra cosa que un periodismo narrativo en primer persona, como también he hecho novela, performance y poesía. Me gusta hablar de una escritura degenerada, de género fluido, que puede ir de un lugar a otro. Mi escritura empezó en la crónica pero luego tuvo otras derivas y no quiero que se encauce en una sola. Mi novela Huaco retrato es un libro de ese tipo, podría ser una crónica, podría ser una autoficción, podría ser novela, podría ser una memoria familiar, tiene cartas, poemas. Lo híbrido, lo fragmentario es algo con lo que siempre me he sentido muy cómoda.
En tu libro hablas abiertamente sobre tus experiencias sexuales, ¿cómo te sientes al exponer tus vivencias tan íntimas en un libro?
Sexografías es un libro sobre cuerpos, esa es su temática. Es sobre cuerpos disidentes, sobre identidades y orientaciones disidentes, porque yo misma me siento una disidente, que es algo que está fuera de la norma. Siempre hay una comprensión de lo que son estas personas, y yo misma. Cuando escribí de los cuerpos de las demás, en el sentido de dar a conocer sus experiencias y sus vidas, me sentía con la necesidad de devolver esa confianza y esa intimidad, por eso es que está contada mi vida junto a la de ellas, porque en realidad lo que yo cuento es una historia de convivencia, eso es del ABC del periodismo narrativo, y si voy a convivir con alguien para que me cuente sus historias íntimas evidentemente voy a terminar compartiendo mi intimidad. Además, me parecía algo divertido de hacer, son cosas que yo quería hacer. ¿Sabes? era una manera de entrar a eso porque quería vivirlo, y creo que la sexualidad es una de las dimensiones más importantes del ser humano y de la vida en general.
¿Qué te pareció la recepción que tuvo?
En ese momento, por el tema del club swinger en Lima me hacían entrevistas sobre eso, como algo muy transgresor. Pero ahora el sexo no escandaliza a nadie. Aceptemos que el valor de ese libro está en que es un libro narrativo, que es un libro de una serie de personajes que no vas a olvidar y también es la historia de una voz, la mía. Por cierto, lo que me ocurrió que al ponerme como una sujeta con deseo, inmediatamente me cayó todo el racismo y el normativismo encima, es decir, recibí mucho hater porque yo era una persona marrón, latinodescendiente, chola, una mujer no normativamente bella y creían que una persona así no tenía derecho a hablar de cuerpos, mucho menos de su deseo. Porque sabes que el racismo es así, muy animalizador, segregador, me decían que cómo se me ocurre, que me habían inventado todo, y estamos hablando de un tema queer. Pero aún así, la gente hacía estos comentarios racistas.
¿Cómo piensas que “Sexografías” dialoga con otros libros que exploran la sexualidad?
Se de dónde vengo, las coas que leía cuando era unversitaria, era mucho de la literatura francesa, las escritoras del cuerpo. También la Pizarnik, Anne Sexton, Sylvia Plath, Blanca Varela, Marguerite Duras, Catherine Millet, Arthur Miller, el Marqués de Sade. En alguna época, la década del 2010, me nutrí muchísimo de relatos que tenían que ver con la sexualidad, pero siempre me ha gustado mucho dialogar con Pedro Lemebel, o Mario Bellatin. Ahora conecto con autoras como Arelis Uribe, desde el cuerpo marrón, cholo, mestizo.
Ya que vienes a Chile, ¿hay algún autor o autora chilena que haya podido leer en el último tiempo que le llame la atención?
Me encanta Claudia Apablaza, Alejandro Zambra, Alejandra Costamagna, Alia Trabucco, Paulina Flores.
Gabriela Wiener vendrá a Chile invitada por la Universidad Alberto Hurtado. Estará en la ceremonia del Premio Periodismo de Excelencia que entrega dicha universidad, el próximo 26 de abril desde las 19.00 horas en las dependencias de la Universidad Alberto Hurtado. Además, participará en el festival Penguin Providencia, donde presentará Sexografías, el domingo 23 de abril en la Fundación Cultural de Providencia, a las 17.00 horas.