* The Smashing Pumpkins - Atum
Este álbum triple presentado como la continuación de Mellon collie and the infinite sadness (1995) y Machina/The Machines of god (2000) conformando una trilogía, reitera cuánta falta ha hecho en la carrera de Billy Corgan un productor o una contraparte en la banda capaz de contener y acotar sus ambiciones, en beneficio de la concisión y la efectividad. La discografía del guitarrista y cantante de Chicago revela a un compositor brillante con capacidad para sintetizar rock duro, psicodelia y dream pop en pos de los rankings, que carece del mismo talento cuando se trata de combinar electrónica. Atum es una ópera rock tediosa que se explaya por dos horas y 18 minutos con pasajes embarazosos como Hooray!, un cliché synth pop de la peor calaña.
Hay un intento incomprensible por borrar las huellas del sonido del grupo. Las guitarras monumentales asoman rara vez y los solos incendiarios se cuentan con una mano. El toque y la textura de Jimmy Chamberlin, la clase de baterista que se reconoce de inmediato, están amortiguados con escasos descuelgues. La confianza de Billy Corgan en su capacidad creativa conduce a una sobrevaloración de sus indiscutidos talentos. El sonido de un sintetizador vintage carece de sentido si no hay buenas ideas detrás.
*Dave Lombardo - Rites of percussion
Promocionando este debut solista, el ex baterista de Slayer dijo que aún era capaz de interpretar el material de su antigua banda, a pesar de la demanda física. Explicó que la música que ha explorado con posterioridad es más compleja que la velocidad suicida del thrash clásico, una de las obsesiones del género, característica que los fans, al menos en los 80 y 90, solían confundir como sinónimo de máxima destreza.
El influyente músico acarició por largos años la idea de un disco basado en la percusión, desde que descubrió Top Percussion (1958) de Tito Puente gracias a Mike Patton. Reunió un arsenal de ad hoc análogo más un piano montando 13 piezas instrumentales, en poco más de media hora.
Rites of percussion captura la atención gracias al encuadre cinematográfico emparentado con su trabajo en Fantômas. La impronta de Lombardo, un sonido tribal cuadrado a toda metralla, se diversifica extraordinariamente. La intención constante es que cada corte posea una narrativa con distintas capas urdiendo una trama que jamás pierde el foco. La velocidad es un elemento más en su lenguaje, en una mezcla digna de aplauso. Es una clase de percusión rebosante de musicalidad, ambientes y tensión dramática más allá de la técnica.
*Ed Sheeran - - (Deluxe)
El primer álbum de Ed Sheeran, + de 2011, impuso los términos de esta seguidilla de entregas rotuladas por símbolos aritméticos, que han cosechado fenomenal éxito a nivel mundial. Estaba pendiente el signo de la resta y, llegado el turno, la vibra del disco funciona como un espejo a la señal. La energía es lúgubre con escasas excepciones. El mejor amigo de Sheeran falleció a los 31 años, y su esposa fue diagnosticada con cáncer en 2022 en medio de un segundo embarazo. La consigna de Sheeran es que hay que vivir con dolor, lidiando con las penas sin la esperanza de erradicarlas.
Producido mayoritariamente por Aaron Dessner por recomendación de Taylor Swift (el guitarrista de The National estuvo involucrado en los álbumes Folklore, Evermore y Midnights de la cantante), los ornamentos refuerzan la pesadumbre, pero sin empujar la obra hacia una definición emocional. Más que triste, Ed Sheeran parece cansado.
Resulta curiosa y discutible la presencia de Max Martin, el compositor y productor rey del pop, clave en Backstreet Boys y Britney Spears, a cargo del single Eyes closed, imprimiendo un tono de autoayuda y esperanza a la composición dedicada al amigo fallecido. Definitivamente no calza.