Valeria Sarmiento cita una reflexión de un tercero. Un amigo escritor inglés, señala, consideraba que las películas eran como “observar castillos en ruinas: fueron palacios maravillosos, pero después de las diferentes etapas quedan solo restos”.
Ese planteamiento la ha acechado en días en que ha vuelto a revisar las imágenes en blanco y negro de El realismo socialista, la última de las cintas de Raúl Ruiz que se propuso completar y que este año finalmente verá la luz. “No imaginas cómo he pensado en esas frases, que creo que en este caso se aplican literalmente”, indica a Culto a través de correo electrónico desde Europa.
La cineasta lleva seis años trabajando en la idea de terminar el largometraje que su difunto marido filmó durante la Unidad Popular a modo de “lectura satírica de la época”, como él mismo expresó en vida. Una obra de la que por años se ha hablado y escrito, aunque en verdad nunca ha existido una versión definitiva.
La labor de la directora de María Graham (2014) y de la productora Poetastros se ha acelerado en el último par de meses: en marzo pasado, y tras sumar el apoyo de la Fundación Cangrejo Inmortal Cultura, el proyecto consiguió la Subvención Presidencial, un fondo gestionado por el Ministerio de Hacienda con el que podrán financiar su rescate, reconstrucción y finalización.
La noticia llegó tras sufrir varios reveses en los fondos concursables del Ministerio de las Culturas y tras una ardua búsqueda de los materiales fílmicos de la película, desperdigados por el mundo porque fueron protagonistas de una historia digna de una odisea, de acuerdo con la perspectiva de Sarmiento.
Rodada entre 1972 y 1973 junto a amigos y actores no profesionales, la cinta se exhibió en un primer corte ante cercanos y estudiantes de Ruiz. Luego del golpe de Estado de 1973, y el exilio de la pareja, la Embajada de Alemania se encargó de conservar los materiales fílmicos. Según el recuerdo de la directora, en los años 80 “los enviaron a Londres cuando se hizo una retrospectiva de Raúl en el British Film Institute (BFI) y se mostraron copiones relativamente ordenados”. Más tarde estos fueron devueltos a la casa del matrimonio en París.
Las averiguaciones emprendidas por la realizadora junto a Chamila Rodríguez y Galut Alarcón –fundadores de Poetastros– pasaron por Chile, Europa y Norteamérica, pero sólo tuvieron éxito en la Universidad de Duke (Durham, Estados Unidos) y en la Cinemateca de Bélgica. Gran parte de las nueve horas del material que lograron reunir estaba en la primera institución, donde el autor de Tres tristes tigres (1968) fue docente y se resguardan cerca de 180 de sus fílmicos, mientras que un fragmento más breve se hallaba en Bruselas, donde habría arribado proveniente de Róterdam, Países Bajos, sede de una retrospectiva en torno a su obra.
“Durante la investigación encontramos escritos, anotaciones, retazos y sinopsis escritas de puño y letra de Raúl, y en el tiempo que duró la pandemia trabajamos con la Universidad de Duke para repatriar digitalmente en baja todo el material de imagen y sonido, y así transcribir los diálogos. Luego en la sala de montaje se reconstruyó el guión que dirigió Valeria”, detalla Rodríguez, directora de producción.
“El film actual es como las partes de un cuerpo repartido que hemos reunido”, expone la viuda y colaboradora habitual de Ruiz. En efecto, todo el material escaneado en 4K aterrizó en el país hace unas semanas –será preservado por la Cineteca de la Universidad de Chile y por el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, afirman– y durante los próximos meses se ejecutará la restauración de su imagen y sonido en la Cinemateca Portuguesa, en Lisboa, hasta donde viajarán Sarmiento y Alarcón, montajista y responsable del diseño sonoro.
Todos los esfuerzos apuntan a un estreno nacional al aire libre en septiembre, coincidiendo con la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado. “Me parece un gesto valiente. Y una época que es capaz de mirar su pasado con los ojos abiertos es un país que progresa”, opina Sarmiento sobre la instancia, aún en preparación.
Con la característica ironía del cineasta que luego rodaría Diálogo de exiliados (1974), El realismo socialista sigue alternadamente a un grupo de obreros, encabezados por un hombre llamado Lucho, y a un grupo de intelectuales partidarios de la UP que forman un frente poético (interpretados por Darío Pulgar, Waldo Rojas y Javier Maldonado). “Estos personajes se cruzan en una aparente amistad que termina en escenas de mucha acción, con cruce de balazos y canciones destempladas”, consigna la sinopsis de Ruiz.
“Creo que Raúl se sintió llamado, como buen chileno en la época, a registrar las vicisitudes del proceso chileno. Hay que reconocer que duró muy poco tiempo para tener la distancia de una reflexión más pausada. Como artista siempre guardó una insolencia y ningún convencionalismo. Lo hizo más tarde también en el exilio”, plantea la directora sobre el origen de la cinta que ahora, cinco décadas más tarde, cierra la trilogía iniciada con La telenovela errante (1990-2017) y El tango del viudo y su espejo deformante (1967-2020).
“Saber cómo confluyen los dos relatos es una reflexión que es mejor dejarla a los espectadores, pero a nivel narrativo son las ambiciones personales y el egoísmo de los personajes lo que de alguna manera detona este cruce”, explica Galut Alarcón, junto con adelantar que “siempre pensamos en una película de unos 120 minutos, sin embargo, todo eso de las duraciones de un largometraje son convenciones y nada más que eso. La sala de montaje está para liberarse de esas y otras convenciones”.
“La idea fuerza y foco es generar una colección de la trilogía Ruiz-Sarmiento, proyecciones juntas y un cofre”, revela Rodríguez sobre los planes que manejan, que también contemplan la exhibición de El realismo socialista en el Festival de Valdivia 2023, su estreno en un certamen internacional y su posterior lanzamiento en salas comerciales del país.
“Hay un film taiwanés de Raúl filmado en mandarín. Quizás algún día lo podamos rescatar, por el momento El realismo socialista se ha llevado todas nuestras energías”, concluye Sarmiento. “Para mí, fue como un viaje al pasado bastante doloroso, pero necesario. Siento que acepté el reto y cumplí con Raúl y la parte del cine chileno que le corresponde”.