Benjamín Lacombe espera en la oficina central de la Editorial Contrapunto, ubicada en plena Avenida Andrés Bello y a pocos metros del río Mapocho. Está sentado en uno de los salones emplazados en la casona, frente a un mesón de madera donde posan tazas de té y dulces para amenizar su mañana santiaguina. Mientras que, en su lado de la mesa, hay decenas de lápices y pinturas de todos los colores y estilos, esparcidas como si se tratara de una extensión de su zona de trabajo habitual.

A sus espaldas, una gran repisa expone algunos de sus libros ilustrados, donde Bambi y Alicia en el país de las maravillas ocupan un lugar privilegiado en el frente del estante. Pero lo más interesante de la habitación no son las cosas, sino él. Específicamente, la destreza y precisión con la que es capaz de firmar varios ejemplares de sus libros con cualquier dibujo a pedido.

Esa mañana, el motivo de su visita era el lanzamiento de La Sirenita, un clásico del danés Hans Christian Andersen que hoy vuelve a la vida gracias al más reciente trabajo de Lacombe: una nueva traducción de los manuscritos originales del cuento, que, además, contextualiza y reivindica la condición autobiográfica de la obra. Y que también recupera el desconocido primer final redactado por su autor.

La Sirenita, edición de Benjamín Lacombe

Una de las primeras entrevistas en que el francés habló de su labor en torno al cuento tuvo lugar el 2010, aunque afirma que su interés por la historia comenzó mucho antes. “Siempre es difícil decir de dónde viene un proyecto –dice a Culto mientras espera más libros para firmar-. No podría poner una fecha del momento en que nació este proyecto. Pero es una historia que me conmovió mucho desde la niñez. Lo que me conmovía mucho, más allá de la historia típica de la sirenita que se enamora del príncipe, era que, desde el principio, ella no se siente en su lugar. Ese fue el punto de partida que me cautivó. El hecho de que ella trataba de encontrar su lugar en el mundo”.

“Eso resonó mucho para mí, siendo un niño que también trataba de encontrar su lugar en el mundo. No sabía en ese momento todo lo que iba a encontrar en este texto, pero sí sabía que había más que la historia superficial, de la sirenita y el príncipe”, recuerda Lacombe. Y su intuición no falló. A medida que iba adentrándose en la historia y su contexto, descubrió que una buena parte del relato estaba inspirado en un amor frustrado e imposible para la época, pues Andersen, en pleno siglo XIX, se había enamorado de otro hombre. Su mejor amigo, Edvard Collin.

El hecho se confirmó en las epístolas resguardadas por el Instituto Andersen, encargado de resguardar la obra del danés. Y tras una intensa investigación junto al traductor Jean-Baptiste Coursaud, lograron configurar un libro que, incluyendo algunas de las cartas entre el escritor y Collin, un prólogo que ata todos los cabos sueltos y las ilustraciones de Lacombe que juegan con los límites entre lo femenino y masculino, muestra una lectura novedosa y fresca a un clásico que llegó a la gran pantalla de la mano de Disney.

Hans Christian Andersen y su mejor amigo, Edvard Collin

-¿Cómo fue encontrarse con la correspondencia de Andersen?

Yo no fui al Instituto Andersen, fue Jean Batiste. Porque lo que quería era llegar al idioma original del cuento. Él fue y pudo ver el manuscrito original. Tuvo acceso a todas las cartas. Fue como una búsqueda del tesoro. Y mientras él estaba allá, me mandaba todos los detalles por correo, me compartía todas las imágenes...

Fue como un tejido hecho con el fin de llegar al origen de la creación. Pero nunca imaginamos todo lo que íbamos a encontrar. Lo que encontramos fue la historia entera de La Sirenita contenida en estas cartas, condensadas en más de 10 años de correspondencia.

-Para ti, ¿cuál fue el mayor descubrimiento que encontraron en esas cartas?

El tesoro más grande fue descubrir el final inédito del libro, que jamás fue publicado. Todavía me emociono de haber encontrado eso. Y la potencia de ese fin, porque esto es en el año 1837… En esa época ya dice que puedes tener un alma con una identidad y un cuerpo con otro. En esos años, palabras como homosexualidad o transexualidad ni si quiera existían. Y él logró expresar eso en esa época.

A partir de ahí puedes entender muchas de sus historias, como la de El patito feo, La reina de las nieves... Da claves para entender muchos de sus cuentos.

-Entre todas las cosas que se comparten en el libro, llama la atención el dato de que la escritura del cuento coincidió con la época en que Collen contrajo matrimonio...

La Sirenita en un principio se llamaba Las hijas del aire. Nosotros revisamos toda la correspondencia, no sólo con Collin. Toda la correspondencia durante la época de la creación del cuento. Y, justamente, el día del matrimonio empieza a redactar La Sirenita. El día mismo. Eso dice mucho. A este matrimonio no fue invitado porque la gente sabía que si lo invitaban él podía causar problemas.

La Sirenita, edición de Benjamín Lacombe

-En su condición de clásico, el cuento de Andersen ha pasado por varias traducciones y versiones. Incluso una película de Disney. ¿Qué conservan en común todas las versiones del cuento?

Hay muchas versiones, pero algo en común es que la historia resuena mucho en las comunidades que se sienten al margen, un poco dejadas aparte. En este personaje está la alegría de sentirse diferente. Desde su nacimiento tiene ganas de otro lugar, de ser otra persona. También está el tema de la identidad. De la otra identidad. Pero igualmente resuena con los migrantes, con el hecho de ir a otro país, enfrentarse con otra cultura, otro idioma. Tiene la barrera de la lengua, literalmente, porque ella no puede hablar. Y atraviesa un océano...

Hay una escena del libro donde él la viste de hombre y le pone un cojincito para que duerma como un perro. Y esto puede verse en algunos países en la forma en cómo tratan a los migrantes.

-Entre todas esas versiones, la adaptación de Disney es la más popular. ¿Qué sentiste cuando comparaste esa adaptación con la original?

Disney siempre hace muchas adaptaciones, y en este caso, cambió el final. Porque el de ellos es un final feliz, mientras que el de la historia de Andersen es más trágico. Tiene la belleza de la tragedia.

-Han sido más de diez años estudiándolo y estando cerca de su vida y obra. ¿Cómo marcaron estos años tu relación personal, como lector, con el autor?

Sentí mucha empatía descubriendo a la persona de Andersen, descubriendo sus cartas... En el libro aparecen cerca de siete, pero nosotros vimos muchas más. Siento mucha empatía porque fue muy infeliz en su vida. Imagino que no era una persona siempre fácil de tratar, y por lo mismo, porque era infeliz.

Hay una anécdota famosa con Dickens. Dickens y Andersen tuvieron una correspondencia durante varios años, se admiraban mucho el uno al otro. Y Andersen no tenía realmente una casa propia. Él iba de visita por las casas de otras personas y se quedaba unas semanas ahí viviendo. A veces le costaba entender cuándo le tocaba irse. Y después de años de escribirse, de tener esta correspondencia y esta admiración, Dickens lo invitó a su casa. No sé cómo fue la convivencia, pero después de que se fuera Andersen, Dickens hizo grabar en el espejo de la pieza donde se hospedó la frase: “Aquí vivió Andersen durante siete semanas que nos parecieron años”.

Hans Christian Andersen, escritor y poeta danés.

-¿De qué forma fuiste tomando las decisiones estéticas para afrontar la ilustración de esta historia?

No hay receta. Cada proyecto es diferente. Y en el caso de La Sirenita, son todos estos descubrimientos que hice sobre la identidad y el cambio de sexo los que influyeron en mis decisiones para la inspiración. En la tapa se puede observar este color rosado fluorescente que usé… El azul para hablar del género masculino, el rosado para el femenino... Ambos son colores que atribuyen un género. Y ella circula entre los dos colores. Tiene la cola violeta porque se mueve entre los dos colores; el violeta es la mezcla de los dos, y es el color de la transidentidad.

Nunca había usado un rosado así. También me permitió pintar el océano. Cuando uno está dentro del mar y mira hacia arriba, los colores no son los mismos. Se ven más fluorescentes. Si tratas de tomar un coral, lo ves dentro del agua de un color, por ejemplo, rosa fluorescente o amarillo. Pero si lo sacas del agua se ve gris. Este juego de colores me permitió dar cuenta de esta luminosidad tan singular que se puede apreciar en los fondos marinos.

-También es interesante que los rasgos de esta sirenita evocan al rostro de Andersen

Para mí, La Sirenita es él. La ilustración tiene mucho de Andersen, pero claro que es diferente también. Porque el texto habla de ella como alguien muy bella y delicada, y él tenía un físico no tan agraciado.

-Hoy, a casi 200 años de la escritura del cuento, vivimos en una sociedad un poco más progresista. ¿Crees que ese escenario hace que esta edición sea mucho más contingente?

No sé si hubiera podido hacer esta versión hace 15 años. Hace como cinco o siete años que se puede hablar de estos temas en la literatura juvenil. Creo que es una buena evolución y que este trabajo permite dar una voz al autor. Poner un final distinto y publicar estas cartas también.

-¿Has pensado que este trabajo podría ser un precedente a propósito del ejercicio de reivindicar y ampliar las biografías de los autores y cómo eso repercutió en sus obras? Desde una vereda menos academicista y mucho más cercana al público común…

La idea no fue hacer un comic con la historia de Andersen, por ejemplo. En este caso específico, su biografía es la matriz del cuento. A partir de su historia, de su sufrimiento, de este amor frustrado, nace toda la historia. Entonces, en este contexto en particular, fue muy relevante toda la parte biográfica.

Para algunos autores no es tan relevante hablar de sus biografías. Pero, en general, para muchas obras maestras hay un vínculo entre su historia y obra. En el caso de Bambi, por ejemplo, donde su autor (Felix Salten) era judío y vivió toda la llegada del antisemitismo. Pudo plasmar ahí su miedo, en el bosque que representa, y todas sus inquietudes acerca del futuro, para dar un ejemplo.

La Sirenita, edición de Benjamín Lacombe

La búsqueda del sello personal

-Muchas veces, dedicarse al rubro artístico no es una decisión fácil. ¿Cómo te interesante en el dibujo? ¿Recuerdas en qué minuto te percataste de que podías hacer una carrera en la ilustración?

Siempre dibujé, pero de niño no me imaginaba que eso podía ser una carrera. Llegando a los 13 o 14 años comencé a interesarme a ir a visitar estudios, a gente que podía aconsejarme, y empezar a imaginar que podía hacer un trabajo, una carrera. Me gustaban mucho los dibujos animados, más que la ilustración en un principio. Hasta que me acerqué a la ilustración y vi todas las posibilidades que ofrece. Hasta el día de hoy, siempre estoy descubriendo cosas nuevas... Eso me parece maravilloso.

-Las ilustraciones también cuentan historias. Para ti, ¿Cómo convive la ilustración con el texto?

De eso se trata la ilustración, de hacer un diálogo entre el texto y la imagen, donde el texto no se tiene que repetir. Podrían existir casi por separado, pero al ser vistos juntos dan una lectura diferente.

-¿Cómo fue el proceso de encontrar tu sello personal?

Me sorprende todavía cuando veo mis dibujos de niño y me percato de todo lo que ya estaba ahí. En el fondo, la propia voz cambia, como la voz humana que cambia cuando uno crece. Pero sigue siendo la misma voz.

En tu visita a Chile tendrás varias actividades, como firmas de libros e incluso una charla en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos de la Universidad Católica. ¿Qué te parece que tu trabajo resuene en este lado del mundo?

Me da mucho gusto estar aquí. Ahora vengo de una gira por Argentina y Bogotá, y siempre me da mucho venir. Tengo mucho aprecio por Chile. Me siento muy afortunado de que aprecien mi trabajo aquí y de que lean mi obra.

La Sirenita, edición de Benjamín Lacombe

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La sirenita y otros libros de Benjamín Lacombe están disponibles en la librería Contrapunto.

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