*Álex Anwandter - El diablo en el cuerpo
El plan promocional de este cuarto álbum de Álex Anwandter subraya su enfoque bailable, parte de una supuesta explosión discotequera post pandemia pronosticada desde el encierro, de la que no existen mayores noticias. Efectivamente, a partir de un single como Maricoteca, hay cierto énfasis en el material para moverse y exorcizar demonios entre luces y alto volumen. Pero las canciones explícitamente bailables de El Diablo en el cuerpo son las menos interesantes en esta generosa entrega de 16 títulos. No se trata de material flojo o discreto.
Unx de nosotrxs con Javiera Mena, una construcción musical nostálgica de los primeros 90, funciona perfecto, pero también desemboca predecible. Por lo mismo, los mejores momentos ocurren cuando Anwandter fluye independiente de los límites del baile desenfrenado. La melancolía y las observaciones sobre las relaciones románticas y la sociedad son las encargadas de marcar un punto aparte, elevando la categoría del disco más allá del rótulo discoteque, finalmente estrecho. Ocurre, entre varias, en Ahora somos dos y Pueblo fantasma, pastiches ochenteros irresistibles. Mientras más se introduce en la nostalgia por aquella década, Álex Anwandter se despliega inapelable y ambicioso como siempre.
¿Su mejor álbum? Se abre la discusión.
*Ghost - Phantomime
Uno de los méritos de Ghost consiste en desafiar los límites del heavy metal. Devoto de los sonidos y movimientos clásicos del género en un collage espléndidamente logrado, la propuesta vocal de Tobias Forge, alma y cerebro de la banda sueca, colinda con el musical y el soft rock. Sin necesidad de chillidos, arrebatos guturales o fantasmas de la ópera para realzar el drama, las posibilidades melódicas de Ghost permiten los descuelgues de este EP dedicado a los covers.
La selección de Phantomime es parte de un proyecto mayor de versiones que, en esta pasada, dejó fuera una lectura al piano de Motörhead y Distant Early Warning de Rush. La partida con See no evil de Television replica en formato hair metal con fantásticos resultados, el juego de guitarras característico de la banda de Tom Verlaine. Jesus he knows me de Genesis no se aparta demasiado del guión original, pero el énfasis metalero combina perfecto. La versión de Hanging around de The Stranglers también confía en el músculo para validar su selección, jugada repetida en Phantom of the opera, clásico de Iron Maiden. En esta última asoma una licencia lírica aprobada por Steve Harris, con la letra interpretada desde la perspectiva del fantasma. El cierre con We don ‘t need another hero de Tina Turner, es un excelente homenaje a la recién fallecida reina del rock.
*Blur - The Narcissist
Entre los jinetes del brit pop, Blur siempre cabalgó más allá, hasta apartarse de la ruta por completo, distante de los estribillos masticables y una efervescente fórmula de guitarra, bajo y batería. En una reacción similar a la de Radiohead, rehusaron seguir con las combinaciones que les habían dado descomunal éxito, como un acto de sabotaje a sus habilidades. En ese sentido, este single que adelanta The ballad of Darren, el noveno álbum anunciado para el 21 de julio, a ocho años del elogiado y taciturno The magic whip (2015), contiene atisbos del pasado.
A pesar de la anticuada y aburrida base programada que acompaña los primeros segundos de la canción -un verdadero cliché vintage del rubro-, deriva rápidamente en un tiempo consistente con formación instrumental clásica sujeta un par de acordes. En ese ambiente económico, Blur se las ingenia para lucir (casi) juvenil. El hecho de que la voz de Damon Albarn prácticamente no registra el paso del tiempo, permite imaginar que esta canción es un descarte de Blur (1997) o 13 (1999). La letra es lo único que denota el calendario, una especie de crónica personal del líder como estrella pop. “Tanta gente de pie, caminé hacia ellos, a la luz de los focos, no oí ningún eco (ningún eco), había distorsión por todas partes (en todas partes)”.