El tipo que definió lo que era cool o lo que apestaba en la cultura pop de los 90 dominada por MTV, no tenía nada de cool sino que era un adulto luchando por ganarse la vida y no morir de aburrido en el intento. Prematuramente calvo, casado y residente en los suburbios de Dallas, Mike Judge tenía más de 30 años cuando llegó el éxito de Beavis y Butt-Head, el programa más visto de la cadena en los 90 y que ahora goza de un excelente tercer revival.
Estos horrorosos adolescentes de inteligencia limítrofe, amantes del heavy metal, misóginos, obsesionados con el sexo y la violencia, desconectados de la moral y la empatía, siguen encajando en este presente donde el contenido audiovisual se ha democratizado y multiplicado como una reacción en cadena. Sin dejar de ver videos musicales, ahora Beavis y Butt-Head comentan material de Youtube y Tik Tok.
La clave para resistir el paso del tiempo y las modas está en una decisión inicial de Mike Judge sobre el carácter de ambos. Nunca tendrían onda, jamás serían modernos. Por eso llevaban camisetas de AC/DC y Metallica, ya veteranos en aquel entonces, y no de las bandas grunge del momento. “Ni siquiera iba a intentar competir con nada de eso”, declaró el dibujante.
30 años después la pareja revivió en un segundo filme -Beavis and Butt-Head do the universe (2022)-, y dos nuevas temporadas disponibles en Paramount+. Los cambios entre el programa original de los 90, el breve segundo ciclo de 2011, y esta etapa con una primera tanda de capítulos en agosto del año pasado y otra que arrancó en abril, son relativamente menores. La animación ha mejorado, pero los chistes mantienen el grosor. Cero concesiones a los tiempos que corren, leales a un humor negro, adolescente, escatológico y erotizado. Las nuevas generaciones, distantes y críticas de otros clásicos de los 90 mucho más comedidos como Friends, difícilmente podrán sentir cariño por las cáusticas y destempladas observaciones de la pareja de amigos. En cambio, para la Generación X y eventualmente los millennials, significa un reencuentro con viejos conocidos que no han perdido la chispa.
Así como el Coyote nunca atrapa al Correcaminos, Beavis y Butt-Head viven aventuras insólitas tratando de tener sexo sin resultados. Los comentarios mientras ven videos siguen cáusticos e hilarantes, y la selección es brillante: un ex presidiario que enseña a tatuarse artesanalmente; un par de tipos que dejan caer ojos de vaca desde distintas alturas como si se tratara de una investigación crucial; un adolescente que dedica demasiada energía a lanzar frisbee, y un programa como Ghosted con el caso de un tipo harto de su novia adicta al sexo. Beavis se desquicia. No computa cómo es posible quejarse de algo así.
La pareja comenta las últimas novedades del pop incluyendo a Olivia Rodrigo y Ariana Grande, estrellas latinas como Karol G, y los reyes del K-pop BTS. Para profunda desilusión de Butt-Head, los astros coreanos son los nuevos favoritos de Beavis.
La novedad del ciclo radica en algunos segmentos protagonizados por Beavis y Butt-Head en un mundo paralelo donde han envejecido, beben cerveza, fuman y viven de la asistencia social del gobierno o, en el caso de Beavis, de vender sangre y esperma.
Obeso y deteriorado, Butt-Head al fin tuvo sexo. Lo hizo con la mamá de Beavis. “Una puta” reitera, sin dejar de reír.
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Mike Judge tuvo una profesora de cálculo que había sido cheerleader de los Cowboys de Dallas. Era despampanante y su figura distraía al curso, en particular a un futuro ingeniero nuclear que solía reír nervioso y excitado ante su presencia. La imitación de Judge -la futura risa de Beavis- se convirtió en un celebrado chiste de la clase. Todos intentaban copiar aquella carcajada ahogada, pero nadie lo hacía como él.
Nacido en Guayaquil en 1960 mientras sus padres participaban de iniciativas para fomentar la agricultura en Ecuador, Mike Judge se tituló en física en la Universidad de California en 1985. Tuvo dos trabajos en Silicon Valley pero duró apenas tres meses. A pesar de sus conocimientos académicos, el vecino que reparaba automóviles hacía más dinero que él. “Durante mucho tiempo”, declaró, “me preguntaba cómo iba a ganarme la vida sin sentirme desgraciado”.
En un giro radical se fue de gira como bajista con un artista de blues. Paralelamente estudiaba matemáticas pensando en ejercer como profesor en una universidad comunitaria para llegar más holgado a fin de mes, hasta que en 1989 se compró una cámara para producir cortos animados. No dibujaba muy bien pero en 1991 una de sus animaciones fue a dar a Comedy Central. Al año siguiente Beavis y Butt-Head debutaron en MTV en el corto Frog Baseball.
El ciclo arrancó en 1993 concluyendo cuatro años más tarde, con Mike Judge superado ante la demanda de capítulos de MTV. Entre distintos proyectos como creador y director, siguió con la serie animada King of the hill emitida entre 1997 y 2010 (con anuncio de un nuevo ciclo para este año), la aclamada Silicon Valley entre 2014 y 2019, la comedia negra Office Space (1999) con Ron Livingstone y Jennifer Aniston, y el clásico de culto Idiocracy (2006) coescrito con Ethan Cohen, ampliamente rememorado cuando Donald Trump fue elegido presidente.
Judge ha revelado la dificultad de escribir para personajes tan estúpidos. Cuando hizo Beavis y Butt-Head Do America, buscó inspiración en las películas del inspector Clouseau, particularmente A Shot in the Dark (1964), la segunda parte de La Pantera Rosa, y en la saga de Cheech y Chong, famosos personajes de los 70 y 80 que vivían toda clase de aventuras bajo los efectos de la cannabis.
“Están muy bien hechas”, contó el realizador a Rolling Stone el año pasado. “La gente puede pensar que son películas tontas, pero están muy bien hechas, más de lo que se piensa”.
Aunque ninguno de los dos es intrínsecamente malvado, Mike Judge concede que Beavis estaría mejor sin su compañero. “Es aún más ingenuo que Butt-Head. Tal vez tenga algo de cerebro en alguna parte, pero sólo es el loco. No es malicioso. Probablemente sea más amable que Butt-Head”.
Así como volvió la serie, Mike Judge no descarta que alguna vez Beavis y Butt-Head lleguen al cine en carne y hueso. La posibilidad de una cinta se remonta a los 90, cuando Johnny Depp ofreció encarnar a Beavis junto con relatar a Mike Judge que mientras rodaba Don Juan DeMarco (1995), Marlon Brando imitaba a Butt-Head. Hace un par de años, cuando se encaminaba este ciclo con Paramount, el estudio manifestó interés en hacer la película. El proyecto consideró que Beavis y Butt-Head fueran animados en el mundo real. Según contó Judge a The New York Times el año pasado, se avanzó hasta el casting pero “no salió tan bien como esperaba”.
Para el realizador, la dupla es su creación favorita. A cargo de ambas voces y de otras en el show, dice que su garganta se resiente en particular con Beavis, proclive a los gritos. Judge sabe que son tipos “despreciables” sin “nada a su favor”.
“Pero hay algo gracioso en ellos poniéndose por encima de todo esto”, continúa. “A veces estoy totalmente de acuerdo con lo que tienen que decir, y luego, a veces, la broma es llevarlo a un lugar en el que estoy completamente en desacuerdo”.