A primera vista, una dato cruza las vidas de los poetas Gonzalo Rojas y Elvira Hernández, ambos nacieron en Lebu, en la zona costera de la región del Biobío, plena región carbonífera. También han desarrollado un trabajo poético similar. Así lo cree el editor de Penguin Random House, Vicente Undurraga.

“Aparte del dato de haber nacido ambos en Lebu, creo que en los dos, aunque en cada cual de muy distinta manera, se produce ese quiebre de la palabra, de la sintaxis, sin que por eso sean poesías alejadas del habla. Al contrario. Es un quiebre el que trabajan que por supuesto implica no sólo una fractura sino también una recomposición. Cada cual permaneció en la palabra, resistentes en ella cuando más en entredicho estuvo, por las circunstancias históricas o por las derivas literarias de su tiempo. Diría también que en cierto modo de acercarse sutil e inteligentemente a lo político podría indagarse otra proximidad entre ambos. Pienso por ejemplo en el poema Liberación de Galo Gómez, de Rojas, y en tantos de Elvira Hernández”.

Elvira Hernández.

Elvira Hernández fue quien hizo la selección y edición de 90 poemas, un reciente volumen publicado por Lumen que reúne parte del trabajo poético de Rojas. Para realizar la selección, la autora de La bandera de Chile se basó en la antología Íntegra (2013), que publicó el Fondo de Cultura Económica donde compiló la totalidad del trabajo del poeta.

“Seguí al pie de la letra las señales del poeta en sus poemas -explica Hernández a Culto-. Entré en su territorio creador -el volumen de Íntegra editado por Fabienne Bradu- donde se desenvuelve su obra. De toda aquella complejidad y riqueza poética, me interesó ir tras la huella de su temporalidad que lo perfila, una subjetividad llena de preguntas y dudas, un apasionado existir, en cuya sucesión y devenir se encontraba la cifra misteriosa que lo hacía poeta”.

¿Cómo fue el proceso de selección? Hernández indica: “Fue muy interesante. Gonzalo Rojas entra en diálogo con toda la poesía, sin aspavientos como lo hacen los grandes. Desde sus orígenes en la antigua Grecia hasta estos tiempos recientes y los poetas que la sostienen. Labra sus versos teniendo presente las cumbres místicas de San Juan de la Cruz y Santa Teresa. Pound, Celan, Rimbaud y otros pilares de la poesía se le aparecen tanto como Vallejo y nuestro idioma. Polemiza con su época. Va a la disputa de la palabra porque esa es tarea de los poetas, pero lo fundamental es la declaración de autonomía para la poesía, que no tiene amarras”.

Undurraga destaca “el buen ojo y oído de Elvira Hernández”, en la hora de la selección. “Supo escoger 90 poemas de una obra poética de casi 900 páginas y armar con ellos un nuevo libro atravesado por un fino hilo de sentidos, ecos y contrastes que, me parece a mí, consigue el efecto de traer renovada, es decir vuelta novedad, la obra de un poeta ya clásico de la tradición chilena a doce años de su muerte”.

Poesía con ritmo

Rojas, Premio Nacional de Literatura 1992, Premio Municipal de Literatura de Santiago 1965 y uno de los tres chilenos ganadores del Premio Cervantes (2003), desarrolló un particular trabajo poético, mezclando lo mundano con lo literario y con un gran sentido del ritmo y la musicalidad en los versos. Según escribe Hernán Lavín Cerda en revista Altazor, el mismo poeta era consciente de esa cualidad. “Siempre le oí decir a Gonzalo Rojas: ‘Soy un animal rítmico’”.

Vicente Undurraga incursiona en ese aspecto, que caracteriza la poesía de Rojas: “Quizás la manera tan marcada de arquear la lengua castellana, de transformar sustantivos en verbos y de producir y combinar sonidos y alusiones literarias y mundanas sea lo más característico de la poesía de Rojas. Mucho mejor lo dejó dicho, por supuesto, el gran poeta y crítico venezolano Eugenio Montejo: ‘El núcleo de la fuerza mágica que recorre la poesía de Rojas arraiga principalmente en el ritmo’”.

Por su lado, Elvira Hernández agrega: “La poesía de Gonzalo Rojas es poesía de hoy. Sustantivamente está por la vida <contra la muerte>. El eros amatorio que despliega excede la pareja humana; es energía vital y afinidad con los seres del universo del que se siente parte en la rotación y traslación de la vida. Lo alerta el tiempo que nos devora, la caducidad inevitable. No pasa por alto las circunstancias de su vida - un provinciano del recóndito Arauco de América que sale al mundo - ni los hechos de nuestra historia política y social: el golpe militar, la pérdida de la democracia, el exilio, la democracia globalizada. Siente el apretón de nuestra cultura y ahí pone la poesía para respirar. En lo oscuro es una invitación a vivir”.

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