A Ted Lasso le bastaron apenas un par de capítulos para convertirse en uno de los personajes más adorados de la televisión. Dueño de un optimismo desconcertante y un sentido del humor inconfundible, apareció por primera vez en pantalla con su serie en agosto de 2020, representando un soplo de aire fresco en medio del confinamiento que se extendió durante ese año.

Basada en un comercial emitido en 2013 por la cadena NBC, la ficción de Apple TV+ ostentó varias cualidades que la volvieron un título especial más allá del contexto que acogió su debut. Acertó con su tono amable y cálido, presentó un puñado de estupendos secundarios (Rebecca, Coach Beard, Keeley, Jamie Tartt, Roy Kent) y desarrolló con eficacia la lógica de pez fuera del agua que encarna el personaje principal, un entrenador de fútbol americano que toma las riendas de un atribulado club de fútbol de la Premier League. Dos Emmy a Mejor serie de comedia la terminaron de validar en la industria.

Sin embargo, tras 34 episodios, la historia de Lasso y el AFC Richmond parece haber llegado a su fin. Aunque ni los creadores ni la plataforma lo han anunciado oficialmente, el capítulo estrenado ayer cierra parte importante de los flancos de la trama protagonizada por Jason Sudeikis (ojo, spoilers a continuación).

Al inicio del tercer ciclo, el protagonista habla sobre el Coach Beard (Brendan Hunt) sobre su permanencia en Inglaterra y la posibilidad de regresar a Estados Unidos, donde viven su hijo y su exesposa. Esa hebra de la trama se retoma en el capítulo 11 de la temporada, donde la madre de Lasso (Becky Ann Baker), de visita en Londres, le plantea que su heredero lo extraña. Evitando mostrar la escena en que le transmitió la noticia a Rebecca (Hannah Waddingham), la dueña del club, y a los integrantes del equipo, So long, farewell (Adiós, nos vemos) comienza con la certeza de que el último partido de la Premier League, además de resolver al campeón, servirá como despedida del singular director técnico.

Eso no evita que el episodio se prolongue por 75 minutos –el más extenso de toda la producción–, siguiendo la lógica de capítulos inusualmente largos del tercer ciclo, en oposición al promedio de 30 minutos del primero. Cualquier otra comedia de episodios de media hora debería poder despedirse sin abandonar su formato original, pero no es el caso de Ted Lasso, que se esmeró en desarrollar múltiples subtramas y recovecos, en especial en la tercera temporada, generando más fastidio que admiración. Inevitablemente ahora debe hacerse cargo de concluirlas.

Una de ellas es la de Keeley (Juno Temple), la expareja modelo del futbolista Jamie Tartt (Phil Dunster). Tras crear su propia firma de relaciones públicas –y fallar y recuperarse con la ayuda de Rebecca–, debe encarar otra clase de dilema. Roy Kent (Brett Goldstein) y Jamie se pelean por enésima vez –tras limar asperezas– y le plantean que debe elegir entre uno de los dos. La respuesta de ella es que no estará con ninguno.

Rebecca enfrenta su propia disyuntiva. Medita si vender un 49% del club y luego incluso analiza si acaso debiera desprenderse definitivamente de una institución que alguna vez, cuando contrató a Lasso, pensó en hundir a modo de castigo en contra de su esposo, Rupert (Anthony Head). Al final se inclina por lo primero, dando la oportunidad a que los fanáticos puedan comprar acciones.

Nate (Nick Mohammed), el utilero que ascendió en la jerarquía del club y causó impacto tras irse como entrenador al West Ham United, completa su redención, regresando a AFC Richmond y volviendo a trabajar junto a la pandilla. De ese modo se explica que esté en el banco en el último partido, donde el equipo gana pero no puede quedarse con el trofeo de la Premier League. Su arco de la temporada, donde pasó de villano a héroe sin contar con una escritura competente, es por lejos uno de los aspectos más discutidos del último ciclo.

En otro plano lateral de la historia, el periodista Trent Crimm (James Lance) termina de escribir su libro y le pasa un borrador al protagonista. Tras leerlo, solo le sugiere que modifique el nombre tentativo de la publicación, The Lasso way (La manera de Lasso). “Yo cambiaría el título. No es sobre mí. Nunca lo fue”, apunta en una nota escrita.

Por su parte, un angustiado Coach Beard le cuenta a su dupla que no puede retornar con él a Estados Unidos, básicamente porque está muy enamorado de Jane (Phoebe Walsh). Así, Lasso vuelve solo a Kansas City a disfrutar de una nueva fase de su vida junto a su hijo. Es un desenlace feliz a un capítulo con varios momentos emotivos y otros tantos más débiles.

Según la óptica de Entertainment Weekly, la tercera parte “consistió en episodios inflados, tramas inconexas que mantuvieron a los personajes encerrados en sus propias pequeñas burbujas y arcos que serpenteaban hacia ninguna parte”. Sin embargo, indicó que “incluso con una duración épica de 76 minutos, el final de la temporada (¿o serie?), So long, farewell, no estuvo exento de placeres”.

“Fue el capítulo más emocionalmente satisfactorio de una temporada muy extraña y en ocasiones enormemente frustrante”, sostuvo Rolling Stone, medio que aseguró que “la ambigüedad sobre el futuro de la serie también le quitó algo de poder al episodio”.

En una de las críticas más duras, The Guardian la llamó “una serie que se hizo mucho más grande de lo que jamás hubiera merecido” y señaló que “a medida que los episodios pasaron de 30 minutos a 40, y luego a 70 minutos, durante tres temporadas, Ted Lasso se volvió irritante, despiadada, cínica, en torno a demostrar su amabilidad y no mucho más (…) Nunca había visto una serie tan singular y aburridamente enfocada en recordarle a su público que sea decente”.

Ted Lasso tuvo sus altibajos, en particular en esta tercera temporada (…) Pero seguramente será recordada por sus mejores cualidades, un don inusual para crear momentos conmovedores que se sintieron trabajados en lugar de forzados, y un personaje central definido tanto por su disposición a admitir sus defectos como por su contagioso entusiasmo”, cerró Vulture.

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