De carpintero a estrella: el sorprendente camino de Harrison Ford para convertirse en Indiana Jones
A poco más de 40 años de su estreno, el arqueólogo encarnado por Ford continúa siendo uno de los personajes más populares del cine. Sin embargo, debieron suceder varias cosas para que George Lucas y Steven Spielberg se decidieran a convocarlo para encabezar la saga, disponible desde estos días en Disney+ y que ya tiene lista su quinta entrega.
Fueron seis minutos de ovación ininterrumpida. Habían pasado quince años desde la última vez que Harrison Ford, uno de los actores imprescindibles del cine anglosajón, vistió por última vez el desgastado sombrero que por tanto tiempo lo unió a Indiana Jones, el asombroso arqueólogo creado por George Lucas y Steven Spielberg que revolucionó el cine de aventuras.
Hoy, una de las sagas más taquilleras de la historia regresa con nuevos aires: por primera vez sin Spielberg en la dirección –ahora la silla fue ocupada por James Mangold– y con un protagonista octogenario rejuvenecido digitalmente, las peripecias de Indy están prontas a volver a la gran pantalla con Indiana Jones y el dial del destino. El filme llega a marcar varios hitos cinematográficos, pues no implicará sólo la despedida oficial de Ford con uno de sus personajes más icónicos. También será la última banda sonora de John Williams, el mítico compositor responsable de las melodías más entrañables del cine moderno.
Por todo eso es que su reciente estreno en Cannes estuvo cargado de una emotividad especial. Ninguno de los presentes dudó a la hora de levantarse de sus butacas para aplaudir profusamente el trabajo de Mangold y un Harrison Ford que apenas podía contener las lágrimas. Y es por eso también que la organización del festival decidió aprovechar la instancia para homenajear al actor con la Palma de Oro de Honor, como una forma de reconocer sus casi seis décadas de carrera en la industria.
Sin embargo, su camino hacia la actuación no fue del todo sencillo. Para llegar a encarnar al profesor Henry Walton Jones, Ford debió pasar por varios oficios, papeles y prejuicios que pusieron en jaque su elección como el protagonista de Indiana Jones, cuyas películas arribaron la semana pasada al catálogo de Disney +.
De carpintero a un indispensable de la industria
Sus inicios en la actuación son más o menos conocidos. Hijo de padre católico y madre judía, nació en Chicago el 23 de julio de 1942. Durante sus años escolares no fue precisamente un alumno destacado por su desempeño académico, pero igualmente ingresó a la universidad para estudiar literatura inglesa y filosofía. Ahí fue cuando comenzó a frecuentar cursos de arte dramático, los que, poco a poco, terminaron por convencerlo de que su vocación estaba en la actuación.
Al tiempo decidió trasladarse a Los Ángeles con su primera esposa, la también actriz Mary Marquardt, pero acercarse al territorio hollywoodense no fue suficiente para mejorar sus oportunidades laborales. De hecho, al principio le fue bastante dificultoso encontrar papeles medianamente relevantes: los primeros trabajos de Ford fueron, justamente, secundarios y de extra. Algunos de ellos ni si quiera fueron suficientes como para que su nombre figurara en los créditos, como en Ladrón y amante (1966), su debut en la pantalla grande, y Luv... quiere decir amor (1967).
El poco movimiento dentro de la industria lo llevó a ejercer como carpintero autodidacta, y fue ahí cuando, en medio de un trabajo en los Estudios Goldwyn, conoció a un joven director que cambiaría su vida para siempre: George Lucas. Con él, Ford consiguió uno su primer rol importante, en la película American Graffiti (1973). Y aunque el papel le significó un aumento considerable de ofertas, todavía faltaba para que sellaran el contrato que haría que ambos saltaran al estrellato definitivo.
Mientras Ford realizaba algunos arreglos de carpintería en su casa, Lucas aprovechó de pedirle ayuda con los castings para su próximo proyecto, una suerte de ópera espacial que pronto decantaría en la exitosa saga de Star Wars. En un principio, el director se mostró reacio a ofrecerle una audición oficial. No le gustaba trabajar con los mismos actores y Ford ya había sido parte de American Graffiti. Pero al ver su desempeño, terminó por convencerse de que no había otro actor tan indicado como él para encarnar a Han Solo, acaso uno de los personajes más queridos de la saga de Skywalker. Un rol para el que incluso se consideró a Al Pacino.
Evitando la fórmula Scorsese-De Niro
En mayo de 1977, Star wars: Una nueva esperanza explotó en la taquilla y junto con ella, la fama de ambos. Las cifras de recaudación fueron más que buenas y Ford pudo por fin dedicarse exclusivamente a la actuación. El día del estreno, Lucas se encontraba de vacaciones en alguna playa de Hawái acompañado de Steven Spielberg, uno de sus amigos más entrañables de la industria. Entonces, Spielberg venía saliendo del éxito de Tiburón, y entre la vorágine que significó el recibimiento de aquel trabajo, le comentó a Lucas su intención de dirigir una nueva película de James Bond.
Lucas recordó el proyecto que dejó archivado a principios de los setenta: la historia de un aventurero llamado Indiana Smith que rememoraba la épica de las películas que solía ver cuando niño, y que llevaba un tiempo trabajando junto a Philip Kaufman. Ese día en la playa, el hombre detrás de E.T. aprobó la idea de su amigo, sellando uno de los matrimonios creativos más exitosos de la historia del cine. Sólo tuvo una acotación: cambiar el apellido Smith por “Jones”.
Al año siguiente, ambos cineastas se embarcaron en la escritura del guion y la odisea por encontrar una casa cinematográfica. A pesar de que ambos ya gozaban de un nombre en el medio, Spielberg era conocido por ser un director que se excedía en los presupuestos y las fechas de grabación. Sin embargo, Lucas no estaba dispuesto a transar un cambio en la silla de dirección, y finalmente fue Paramount quien aceptó, a regañadientes, financiar la película.
Con los principales problemas resueltos, la dupla se sumergió en otra tarea tanto más importante, y que era encontrar al actor perfecto para encarnar al héroe arqueológico que recorrería el mundo buscando artilugios y luchando contra quienes buscaran hacer el mal a través de ellos. Spielberg nunca tuvo dudas: para él, Harrison Ford era el hombre indicado para vestir el traje de Indy. Pero Lucas mantenía su postura de no repetir a sus actores entre proyectos.
Su respuesta quedó registrada en el anecdotario del cine moderno, pues, tras haber trabajado dos veces con Ford, se negaba rotundamente a que éste se convirtiera en su “Bobby De Niro”, haciendo referencia a la relación cinematográfica de Martin Scorsese con Robert de Niro y lo que vulgarmente se conoce como los “actores fetiches”. Sin embargo, encontrar otro nombre no sería fácil.
Entre los actores que desfilaron como posibles Indianas estuvieron Tim Matheson, Peter Coyote, John Shea y Tom Selleck, hasta que decidieron contratar a este último. De todas formas, Selleck no pudo aceptar el papel, pues tenía un contrato con la serie Magnum, P.I. El tiempo pasaba, la fecha del rodaje se acercaba y aún no tenían al actor principal. Dos semanas antes de que iniciaran las grabaciones, y luego de que los productores de la película vieran el desempeño de Ford como Han Solo en El imperio contraataca¸ Spielberg volvió a proponerlo para protagonizar el filme. Quizás fue por la presión del tiempo o la dificultad para encontrar más candidatos. Lo importante es que Lucas terminó por aceptar a Harrison Ford para el protagónico, sin imaginar que probablemente sería una de las mejores decisiones en torno a la franquicia.
La entrega de Ford a la hora de encarnar al arqueólogo es cuento aparte. Desde un principio, el actor insistió en ser él mismo quien realizara las escenas de acción de la película, que componían una parte no menor de la historia. Aun así, contó con un doble de acción que, en la práctica, se limitó a realizar sólo algunas tomas.
Sin embargo, la decisión también tuvo sus consecuencias. Durante el rodaje de El arca perdida se lesionó los ligamentos de una rodilla y un hombro, y para El templo de la perdición sufrió de una hernia discal tras subir a un elefante, que lo dejaría paralizado justo cuando se rodaba la escena del combate contra un thuggee en su habitación.
Hay una historia particularmente llamativa dentro del anecdotario de Indiana Jones, y que tiene que ver con una de las escenas más recordadas de la saga, donde el arqueólogo se enfrenta a un árabe que hace vistosas maniobras con su espada. Justo ese día, Ford y parte del equipo se encontraban enfermos del estómago. El malestar del actor lo hacía ir al baño constantemente, por lo que las grabaciones de esa jornada se realizaron en intervalos de 10 minutos. Para aquella escena, Spielberg tenía planeada una de las tantas peleas épicas que caracterizaron a la franquicia, hasta que Ford, indispuesto por la gastritis, le dijo: “¿Y por qué no simplemente le disparo?”. La idea le hizo mucha gracia y terminó por configurar uno de los momentos más recordados de la película. Otra razón para reafirmar que, a pesar de las dudas y dificultades, la dupla Lucas-Spielberg tomó una buena decisión. El resto es historia.
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