Una misión al rescate de la música chilena
En los últimos meses han aparecido en vinilo, CD y streaming una treintena de títulos que sintetizan la mejor música chilena que se hizo entre mediados de los años 60 y los primeros días de dictadura. Una colección que va de Los Jaivas a Frecuencia Mod, y que recoge tanto psicodelia como pop bailable. Esta es la historia de un patrimonio imperdible.
Discos muy buscados que por décadas estaban desaparecidos. Álbumes que el gran público no conoce. Grandes títulos que en su época gozaron de escasa promoción y de acotadísimo tiraje. O piezas medulares de la música chilena que siempre vale la pena tener en formato físico.
De alguna forma, esos son los propósitos que busca una de las misiones de rescate más voluminosas emprendidas por la industria local en los últimos años: reeditar en vinilo, CD y streaming una treintena de álbumes que retratan uno de los períodos más prolíficos de la música popular chilena, el lapso que va entre 1965 y los primeros años de la dictadura, precisamente la era donde el cancionero del país consolidó un sonido embrionario pero distintivo, y maridó lenguajes tan diversos como el rock, el folclore, la psicodelia, el hard rock, el funk, el jazz y las sensibilidades acústicas.
La colección la encabezan nombres de sobrada popularidad, como Los Jaivas, quienes traen al presente una edición renovada de La ventana (1973), su segunda entrega, o un compilado bautizado Todos juntos, que reúne sus himnos mayúsculos.
También está Aguaturbia con ese debut de 1970 tan provocador como eléctrico, con sus cuatro miembros desnudos en portada y con un sonido donde casi por primera vez el rock local abrazaba riffs afilados y texturas sombrías. A estas alturas, un eslabón de culto de la psicodelia global.
Si se trata de arrojos emblemáticos, los Blops hacen su contribución con su tercer disco, conocido como La locomotora, estrenado en marzo de 1973 y donde abandonan el folk para correr tras la fusión, la experimentación y los ropajes altisonantes del rock progresivo.
Hay espacio además para otras experiencias fundacionales y pioneras, como las primeras cuatro entregas de Los Mac’s, incluyendo Kaleidoscope men, obra donde viene el legendario hit La muerte de mi hermano; también asoman el flujo más lisérgico de Los Vidrios Quebrados, las melodías sugerentes e interpretadas en español de los Beat 4 -integrados por el después comediante Willy Benítez-, el ruido agitador de Los Jockers, la vocación Beatle de Los Larks y el pulso instrumental de Los Rockets, a cargo del posterior director de orquesta Horacio Saavedra.
El listado resulta aún más estimulante cuando gira hacia bandas recónditas. Ahí están Frutos del País, Amerindios y dos agrupaciones para apuntar: Combo Xingú, un colectivo que sintetizó la cadencia del funk y el soul; y el ensamble Fusión, con un álbum envolvente que viaja hacia los parajes del jazz rock.
Los Sacros, por su parte, guardan el relato más singular: su disco se lanzó en septiembre de 1973, pero la inmediata llegada al poder de los militares -recelosos de todo lo que oliera a rock- hizo que las 450 copias en tiendas fueran confiscadas, lo que llevó a sus propios integrantes a rescatar algunos ejemplares desde las mismas oficinas del sello IRT. Es un trabajo que podría haber desaparecido para siempre.
¿Más? El pop fiestero e histriónico de Frecuencia Mod también levanta la mano con la edición de su imperdible álbum ¡Show rock!, de fines de 1973. Pura sonrisa en días plomizos.
“La idea es esa: rescatar álbumes que hoy la gente puede tener la oportunidad de escuchar en mejores condiciones y que representan un período súper especial de la música chilena, con muchos estilos y muchas apuestas distintas. Hay de todo. Es una invitación a descubrir estos días”, ofrece Felipe Domínguez, productor general de Al Abordaje Muchachos, la discográfica encargada del proyecto.
Un proceso que empezó hace cerca de cuatro años, cuando gran parte de estos títulos se comenzaron a trabajar a partir de las cintas originales que poseía Pedro Valdebenito, un ingeniero eléctrico que en 1996 compró todo el catálogo de IRT, RCA Víctor Chile, Colorado, Alba y CRC, sellos históricos que eran dueños de esos discos. Con tal movimiento, Valdebenito pasó a ser el propietario de los derechos conexos de tales producciones, por lo que pudo comercializarlas bajo sus propios términos.
A partir de ahí, el sonido se digitalizó, luego se remasterizó y posteriormente se pasó al vinilo, fabricándose en compañías que están en República Checa, España y Chile. También se mantuvieron los diseños originales de sus carátulas, algunas de ellas restauradas con Inteligencia Artificial.
Claudio Parra, fundador de Los Jaivas, asevera al respecto: “La memoria de un país, sus expresiones culturales y la historia musical de Chile está en su discografía, por lo que es muy importante estar reeditando grabaciones antiguas o el catálogo de IRT, que estaba bloqueado por asuntos legales. Creo que el Estado debería intervenir y tratar de solucionar estos problemas, para darle el pase a la edición de la memoria musical histórica chilena”.
Además, el propio pianista dice que el sello IRT actuó en su momento con miras a testimoniar lo que estaba pasando en términos creativos en el país, a capturar el pulso de una era, por lo que se trata, para él, de un patrimonio irrepetible.
Carlos Corales, guitarrista de Aguaturbia, se suma: “Lo que se está rescatando fue grabado a partir de los años 60 y la mayoría de esos álbumes han sido siempre muy difíciles de conseguir. Se trata de un gran trabajo”.
Las reediciones tanto en vinilo como en CD ya se pueden encontrar en tiendas especializadas. De igual forma, también se puedenescuchar en las plataformas de streaming. b
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