Lewis Capaldi: cuando el éxito estalla en tu cabeza
La estrella pop que conmovió con sus baladas antes de la pandemia, canceló el resto de su última gira tras un accidentado show en el festival de Glastonbury. Los problemas de salud mental, registrados descarnadamente en un documental de Netflix, exponen también los escrúpulos de la industria musical.
Las últimas noticias de Lewis Capaldi siembran incógnitas sobre su futuro artístico. El cantante escosés tuvo que pedir ayuda del público para interpretar Someone you loved, en el monumental festival de Glastonbury el pasado 24 de junio. Fue su primer número uno en suelo británico en 2018, el hit que prometía a un digno sucesor de Ed Sheeran en el arte del pop edulcorado.
“Voy a ser sincero”, alertó, “estoy empezando a perder mi voz aquí. (...) Sólo necesito que canten todos conmigo tan alto como puedan, ¿vale?”.
El público, enterado desde el año pasado de los problemas de salud mental de Capaldi, respondió de inmediato con expresiones de apoyo. El coro fue masivo.
A la semana siguiente, la gran promesa del pop anglo, talento proclamado por divinidades de la canción como Elton John, anunció por IG la cancelación de los 26 conciertos que lo mantendrían en la ruta hasta octubre.
El cantante ya había hecho una pausa de tres semanas para enfrentar Glastonbury, quiebre insuficiente para aplacar las consecuencias de la condición que padece. Un show en Milán el pasado 31 de mayo disponible en Youtube deja en evidencia la necesidad del paréntesis, invadido de tics cuando conversaba con la audiencia.
“La verdad es que aún estoy aprendiendo a adaptarme al impacto de mi Tourette”, dijo en la misma declaración por Instagram, en alusión al síndrome caracterizado aleatoriamente por movimientos repetitivos, sonidos y groserías proferidas sin control.
Un tipo común
Hace cinco años, Lewis Capaldi parecía una estrella condenada irremediablemente al éxito. Inglaterra se rendía ante sus lacrimógenas baladas cargadas de sentimiento, y un carisma de tipo común y corriente sustentado en un carácter de chico inmaduro y mimado, que frente al micrófono expresa con épicas melodías y voz desgarrada cuánto sufre por amor.
Con su aspecto promedio, Capaldi provocó una rápida identificación. No hay ínfulas en él, a pesar de las bromas gruesas y poses de mal gusto subrayando un áurea de bebé eterno bien intencionado, y a la vez torpe tratando de parecer divertido.
Lewis Capaldi conquistó diversidad de premios y records en Inglaterra mediante singles y el primer álbum Divinely uninspired to a hellish extent (2019), logros replicados en EE.UU. donde llegó al número uno de Billboard, con la misma canción que lo superó en Glastonbury.
El tránsito de una estrella
How I’m feeling now, el documental de Netflix sobre el cantante escosés, es una de las crónicas musicales más brutales del último tiempo. El peso de la historia supera algunas decisiones discutibles con intención sensiblera, como una innecesaria toma subrayando el dolor provocado por un sucidio en la familia del artista.
El registro pone sobre la mesa una diversidad de asuntos atingentes al estrellato, los efectos de la fama, y las expectativas enfrentadas a una frágil salud mental.
Con la historia de Lewis Capaldi, el espectador experimenta un generoso paseo emocional que va de la compasión a la pena, pero también a la rabia cuando las cámaras que husmean a Capaldi como en un reality evidencian la necesidad de ayuda profesional. Nadie parece entenderlo.
Es apenas un veinteañero que ha vivido la mayor parte de su vida con su familia en una localidad donde todos se conocen, enfrentado a un éxito monumental multiplicado como reacción en cadena en diversas plataformas.
La industria discográfica y de los espectáculos contempló exprimirlo hasta la médula lo antes posible. Los extraordinarios registros en reproducciones, las diversas apariciones en shows de talentos y lates, festivales y giras, para luego cruzar el Atlántico y ser recibido con los brazos abiertos, formaron una tormenta perfecta para que la compañía discográfica cifrara expectativas aún mayores con el segundo álbum, que suele ser un drama reforzado en cualquier artista cuando el debut ostenta records. La única vía posible consiste en superar las marcas, hasta que la perspectiva se convierte en una carga.
El documental lo explica a través del síndrome del impostor, un trastorno psicológico que imposibilita asimilar éxitos abrumadores, derivando en una sensación íntima de encarnar un fraude.
Capaldi confiesa abiertamente inseguridades sobre su talento como compositor y capacidades vocales. El desafío del segundo álbum se vuelve cuesta arriba y las imágenes son implacables. Entre el debut oficial de 2019 y el regreso discográfico de este año Broken by desire to be heavenly sent, el joven envejece notablemente. La condición física y mental del artista se deteriora mientras la pandemia detiene toda actividad. Si no hay giras ni promoción, es conminado por el sello a producir un segundo álbum que avanza por goteo, en tanto afloran tics de manera progresiva.
Lewis muestra avances de canciones a sus padres y manager, recibiendo desaprobación apenas disimulada. Está atrapado en una fórmula que resultó brillante pero de rápido desgaste, y no logra dar con un nuevo apronte para despachar más éxitos. Si su música no recuerda a Ed Sheeran, remite a Keane. Las baladas se tornan predecibles y las ideas escasean.
Capaldi viaja a Los Ángeles para sesionar con productores y compositores de élite. El cambio de ambiente solo empeora su condición que todos alrededor parecen obviar, hasta que en un break comiendo y bebiendo le preguntan si está bajo tratamiento.
El cantante es evasivo y la escena, en apariencia inofensiva, resulta brutal.
Se esperan millones de dólares en ganancias de lo que ese chico evidentemente enfermo pueda producir.
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