Rodeados de basura y desechos, unos peces moribundos se apilan en la orilla de un río contaminado. Esas aguas sucias acogen el renacer de una mujer que porta un casco de motociclista, tiene el rostro cubierto de fango y la mirada desorientada.

Prescindiendo de palabras, el filme introduce a Magdalena (Mía Maestro), una mujer fallecida décadas atrás en ese mismo río del que acaba de emerger empapada. Su regreso a la vida provoca el estupor de su viudo (Alfredo Castro) y gatilla un viaje de emergencia de su hija, Cecilia (Leonor Varela), una doctora que reside en Santiago. El negocio familiar es una granja lechera, con lo que la cinta enfatiza que su interés reside tanto en los lazos de sangre y los traumas de los humanos como en la tierra y sus animales.

Francisca Alegría (Viña del Mar, 1985) imaginó los ejes de esa historia hace cerca de una década. La creó pensando en todos los fines de semana y vacaciones que disfrutó en el campo de sus abuelos maternos en Los Andes, “donde pasé los momentos más lindos y trágicos de mi infancia”, dice a Culto.

Antes de materializar esa idea, se fue a estudiar a la Universidad de Columbia y dirigió Y todo el cielo cupo en el ojo de la vaca muerta (2016), cortometraje de 18 minutos sobre una mujer conmocionada con el retorno de su patrón, presuntamente fallecido. Ganó varios festivales –entre ellos Sundance– y volvió más concreto el sueño de realizar su primer largometraje.

Ahora que su película debut, La vaca que cantó una canción hacia el futuro, está cerca de llegar a salas chilenas (3 de agosto), Alegría describe a ambas cintas como “primas”. Es el rótulo al que apela para vincular a dos filmes ambientados en el mismo universo, uno donde la naturaleza agoniza y los eventos sobrenaturales son presentados de manera tangible. Y donde las vacas juegan un papel trascendental.

“En el campo de mis abuelos, las pocas vacas que había eran tratadas como animales tontos. Cuando hice el corto empecé a entrar mucho más en su mundo y a quitarme ideas muy arcaicas, como que algunos animales son más inteligentes que otros. Que las vacas siempre hayan sido tratadas como inferiores de pronto se me volvió muy familiar. Lo empecé a conectar con cómo hemos sido tratadas las mujeres históricamente. El largometraje entra ahí”, explica.

Foto: Wood Producciones

Con su cine la directora persigue cuestionar otros conceptos arraigados en la sociedad occidental, como la ruptura entre los vivos y los muertos. “En ambas películas hay una pequeña tesis en torno a que esa separación no es real, que estamos conviviendo en un mismo espacio. Quizás la forma de ilustrarlo era mediante que el muerto no tuviera diferencias con los vivos”. En ese sentido, Magdalena, la mujer que precipita los acontecimientos de la trama de La vaca que cantó una canción hacia el futuro, “viene a vivir con más voracidad que los vivos que tenemos en la pantalla”.

Su retorno causa diferentes reacciones en el clan de la historia coescrita junto a Manuela Infante y Fernanda Urrejola. Uno de los personajes que sintoniza con su inexplicable reaparición es la hija trans de Cecilia (Enzo Ferrada), a la que su madre sigue llamando Tomás.

La cineasta profundiza: “Los personajes no están fielmente basados en la realidad, pero sí tienen en ellos códigos o símbolos que vi impregnados en mi familia cuando era más chica. Cecilia está basada en mi mamá y yo me posicioné en Tomás, por ejemplo. Ambos personajes están vistos desde mi experiencia años atrás, cuando recién entendía que mi identidad de género iba mucho más lejos de lo que la sociedad me hacía dicho”.

Los bordes del realismo mágico

La ópera prima de Francisca Alegría es un artefacto poco usual para el contexto local: es cine autoral, con debilidad por evocar cierto lirismo y un subtexto ambientalista, pero que no tiene temor en recurrir a elementos de fantasía. La directora cree comprender por qué no existe una abundancia de propuestas similares a esa en el país.

Yo creo que en Chile hay un gran miedo al concepto de la magia. Un rechazo total a hablar de magia”, señala. Piensa que, debido a las particularidades del género, el realismo mágico no ha sido trasladado correctamente a la pantalla. “Es más accesible y digerible en la literatura, porque la página sostiene mucho. Entiendo por qué muchas personas nunca querrían tocarlo”.

Junto a la actriz Fernanda Urrejola, su pareja, se comprometió en una tarea que implica el salto de un medio a otro: ambas trabajan en la nueva adaptación de La casa de los espíritus (1982), de Isabel Allende. A diferencia de la película de 1993, esta vez se trata de una serie para una plataforma de streaming, el rodaje se desarrollará en territorio nacional y estará hablada en español. Eva Longoria (Desperate housewives) encarnará a una de las protagonistas.

“Es un mundo distinto, pero podría ser otra ‘prima’. No hay muchos momentos surreales en que uno deba entender que, en vez de en un espacio terrenal, estás en un espacio psicológico. Además, La casa de los espíritus tiene mucho de historia y para mí es importante ser fiel a esos hitos, porque es parte de la riqueza de la novela”, advierte. “Me siento preparada para hacerlo. Es un tremendo honor y responsabilidad. Ni en mis sueños me lo hubiera imaginado”.

Gozan de la bendición de la autora hispanohablante más exitosa del planeta. “Leyó el piloto que escribimos con la Fer y le gustó mucho, y se ha reunido algunas veces con nosotras. Es un amor y una mujer muy entretenida que tiene historias que se le salen por todos lados”.

Alegría tiene otros proyectos que espera rodar más adelante. Uno es un filme de ciencia ficción sobre un grupo de mujeres en el desierto chileno. El otro es un largometraje en inglés producido por la compañía de la actriz Margot Robbie, LuckyChap Entertainment, que ya participó en su corto El arrullo de la bestia (2021).

“Conocí al equipo de LuckyChap porque les gustó un guion que escribí sobre una mujer mayor que entra en una dimensión paralela dentro de un mall. Es una historia surreal y nuevamente tengo a mi familia presente en los personajes. Betty, la protagonista, está basada en mi abuela materna, Patricia, que tiene un alma hermosa e inocente”, revela.

Esos son proyectos concebidos a partir de ideas propias. Pero también recibe otra clase de ofrecimientos. Cuenta que hace poco la invitaron a sumarse a un proyecto elaborado mediante inteligencia artificial. “Es un gran dilema, porque la tecnología ya está, no va a ser frenada. Contesté que me parecía un terreno muy complejo y que no sabía si podría hacerlo”, indica.

“Pero mi lado realista dice que esto no se va a detener y que, pese a que nuestra industria pueda ser muy endiosada, quizás llegó la hora de ver cómo nosotros también vamos a ser reemplazables. Es muy heavy lo que digo, y probablemente a gente le caiga pésimo, pero todo va para allá. El cine ya está siendo reemplazado por TikTok. Es un hecho que la audiencia está eligiendo TikTok en vez de ir al cine. Lo que sí se puede hacer es crear regulaciones y al mismo tiempo proteger las creaciones originales y nuestro oficio. Apoyarnos entre seres humanos”.

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