“Por supuesto, soy feminista”: Greta Gerwig, la arquitecta de Barbie, el mayor éxito de 2023
Hija de una enfermera y un consultor financiero, la realizadora jugó con muñecas hasta que tenía 13 años. Margot Robbie la convocó a escribir el guión de la película sobre el juguete de Mattel y, tras enamorarse de la ficción que había creado, se hizo cargo de la dirección. Estos últimos días ha hecho historia en los cines del mundo.
Su mamá era enfermera y su papá, consultor financiero. La familia acudía con regularidad a la Filarmónica de Sacramento y gracias a su progenitor conoció a Monty Python. “Siempre sentí que ambos eran artistas sin ser artistas”, resumió Greta Gerwig en 2017.
Pero en su casa también existían reglas claras: no había televisores, no se permitía usar ropa con marcas a la vista y, debido a que no existía una buena opinión de lo que representaba Barbie, tuvo que luchar para lograr tener la propia.
“Mi madre era una niña de los años 60. Ella pensaba: ‘¿Para esto llegamos tan lejos?’”, contó a The Guardian, junto con revelar que se entretuvo con sus muñecas al menos hasta los 13 años, cuando algunas de sus compañeras ya se besaban o tenían otra clase de intereses.
Jamás imaginó que terminaría dirigiendo la primera película de Barbie con actores de carne y hueso. La persona que le acercó la propuesta fue la actriz y productora Margot Robbie, quien estaba a la cabeza de intentar llevar a la pantalla grande al juguete, contando con el respaldo de Warner Bros. y Mattel. Gerwig aceptó escribir el guión junto a su pareja, el cineasta Noah Baumbach, pero el asunto tomó tanto impulso que también se terminó haciendo cargo de la dirección.
La dupla trabajó durante la pandemia en una historia que aborda la problemática historia de la muñeca y se permite reflexionar en torno a los roles de género en la sociedad contemporánea. Cumplen ese objetivo a través de un filme colorido, lúdico y astuto que se ha convertido en el mayor fenómeno cinematográfico de 2023.
“Nunca he sido parte de algo como esto. Pero de una manera divertida, se siente como si los fundamentos fueran los mismos. Aunque es Barbie y es una marca conocida internacionalmente, la película se siente muy personal. Se siente tan íntima como Lady Bird o Mujercitas”, planteó a Rolling Stone, en alusión a sus dos primeros largometrajes como directora.
Nacida en Sacramento en 1983, Gerwig se hizo notar en cintas inscritas en el mumblecore, el subgénero que apuesta por diálogos y actuaciones naturalistas, muchas veces recurriendo en la improvisación. Coescribió algunas de ellas y codirigió Nights and weekends (2008), en dúo con Joe Swanberg, uno de los referentes de esa especie de movimiento.
Su impulso la llevó a trabajar en Greenberg (2010), la comedia dramática con Ben Stiller en el rol de un hombre desadaptado. Fue su primer proyecto con Noah Baumbach, de quien se enamoraría y terminarían formando una sociedad creativa que daría pie a Frances Ha (2012) y Mistress America (2015), ambas protagonizadas y coescritas por Gerwig.
Por cuenta propia, la actriz comenzó a crear una historia con ecos autobiográficos: la historia de una adolescente de San Francisco que sueña con asistir a una universidad en la costa este de Estados Unidos. Un retrato muy personal que se aproxima al vínculo con sus curiosos padres, al lazo con su mejor amiga y a sus primeros amores.
Decidió que no había una persona más idónea que ella para dirigir ese filme. Y acertó. Lady Bird fue un acontecimiento en el cine de 2017 y le reportó nominaciones a Mejor guión original y Mejor director, convirtiéndose en la quinta mujer en la historia en alcanzar una candidatura en esa categoría.
Luego vino su aproximación a la célebre novela de Louisa May Alcott, a la que le dio su propio enfoque y contó con un elenco estelar (Saoirse Ronan, Emma Watson, Florence Pugh, Laura Dern, Timothée Chalamet, Meryl Streep). Si su ópera prima fue una revelación, Mujercitas (2018) la consolidó en la industria. Y pavimentó el camino para Barbie.
Gerwig llevó sus propios métodos a una superproducción de US$ 145 millones. Acostumbrada a que sus filmaciones se desarrollen en un ambiente cálido, decidió comenzar el rodaje con una instancia especial: invitó a una pijamada en un hotel londinense a todas las actrices que interpretarían a las diversas Barbies de la ficción. Los actores que encarnarían a los Kens estaban considerados, pero no a pasar la noche.
Estableció otro rito: cada domingo el elenco se reunía en un cine de Londres para ver largometrajes en sintonía con el tono de la cinta. Entre ellas estaban Ayuno de amor (1940), de Howard Hawks, y The red shoes (1948), de Emeric Pressburger y Michael Powell. Buscaba que el elenco se empapara de una idea: “No se preocupen. La gente ha hecho películas realmente salvajes antes”.
Gerwig era consciente de que estaba trabajando en torno a un ícono del siglo XX, una muñeca definida por su apariencia y no por su riqueza interior. Eso se convirtió tanto un desafío como en un pie forzado para construir el guión. El filme sigue el viaje de Barbie (Margot Robbie), quien se desencanta al conocer el impacto que ha causado en el mundo de los humanos y descubre su deseo de ser más que un juguete en un universo rosado e idílico. Y, en paralelo, Ken (Ryan Gosling) vive su propio descubrimiento, como el líder de un grupo que ha vivido como ciudadanos de segunda categoría.
“Por supuesto, soy feminista –señaló Gerwig a Rolling Stone–. Pero esta película también trata (la idea de que) cualquier tipo de estructura de poder jerárquica que se mueve en cualquier dirección no es tan buena (...) La estructura inversa de lo que sea que es Barbie Land sería casi como El planeta de los simios. Puedes ver lo injusto que es esto para los Ken porque es totalmente insostenible”.
En última instancia, Barbie es una cinta rosada, chispeante y conciliadora. Un filme que seguirá llenando las salas del mundo y probablemente la corone como la primera mujer directora en realizar el largometraje más taquillero del año. Ella ha dicho que quiere dirigir hasta los 70 u 80 años. No podría ir mejor encaminada.
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