Pepe Rovano tenía 35 años y no vivía en Chile cuando conoció una parte crucial de su historia familiar: su padre biológico era un condenado por crímenes de lesa humanidad.

El director ya estaba dedicado a la realización documental, pero tardó un tiempo en imaginar que podía crear un largometraje en torno a ese tema tan personal. “Me daba vergüenza decir que era hijo de un criminal”, indica. “Con el paso del tiempo, me di cuenta que mi historia podía ayudar a mucha gente como yo, que probablemente le daba vergüenza tener a un padre violador”.

Bastardo. La herencia de un genocida es el fruto de una serie de conversaciones –grabadas y no grabadas– con su progenitor. Sin embargo, comienza con una certeza y luego introduce una interrogante.

“Yo ya tengo asumido que soy un hijo de un criminal, y es a ese viaje al que invito al espectador. Sabiendo eso, ¿qué haces tú para hacerte cargo de esta herencia?”, dice. “¿Qué heredé de él? ¿Lo machista? ¿Lo violento? Siempre me va a perseguir, porque soy biológicamente su hijo y algo tuve que haber heredado de él”.

El documental llegará a los cines locales el próximo 31 de agosto, a través de Miradoc, coincidiendo con la conmemoración de los 50 desde el golpe de Estado. Aunque tiene sus propias particularidades –una hebra del filme es la temática LGBTIQA–, la cinta de Rovano se emparenta con títulos nacionales como El pacto de Adriana (2017), El color del camaleón (2017) y Onkel Günter (2020), largometrajes en que los propios directores indagan en la responsabilidad de miembros de su familia en crímenes de lesa humanidad.

“Todas estas películas vienen a entregar la perspectiva desde el otro lado, pero no avalando el otro lado. No pidiendo un empate. Para nada. Somos una continuación de una memoria que ya viene contada por las víctimas. Y somos una continuación de una memoria antinegacionista principalmente”, sostiene.

Por su parte, El don absoluto, que debutará en la cartelera el 28 de septiembre, cuenta la historia de Sebastián Acevedo. Padre de dos hijos detenidos por la CNI, en señal de protesta se inmoló frente a la Catedral de la Santísima Concepción el 11 de noviembre de 1983.

La documentalista Josefina Morandé era una estudiante que vivía en Viña del Mar cuando sucedió ese hecho. Se vinculó con esa historia mientras realizaba Hoy y no mañana (2018), filme en torno a “Mujeres por la Vida”, movimiento femenino que nació a propósito del caso de Acevedo.

“A mí me marcó mucho este hombre, que podría haber sido mi papá. Personalmente, me conecté mucho con la figura del padre. La reflexión provino de ahí: ¿mi papá hubiera hecho esto por mí?”, detalla.

La cinta se aproxima al “Movimiento Contra la Tortura Sebastián Acevedo”, el grupo creado en su memoria, y los dos hijos del protagonista, María Candelaria y Galo Fernando Acevedo Sáez.

Bajo la idea de que era indispensable contra con sus testimonios, Morandé viajó a Coronel en 2017 para conocerlos. “En la mesa de la cocina, en una conversación muy familiar, los dos se abrieron. Ahí me di cuenta que era una herida totalmente abierta, por lo que había que tratarla con mucho cuidado”.

Mediante sus relatos, la cineasta se propuso elaborar una reflexión sobre la violencia. “Qué hace que un ser humano no quiera pegar de vuelta”, resume. “No estoy diciendo que la no violencia es el camino y la violencia no es el camino, sino que quería plantear algo abierto: cómo uno contestaría ante una dictadura, por ejemplo”.

El documental llegará a medio siglo del golpe militar y a 40 de la inmolación en Concepción. En ese contexto, “quería ver cómo estaba ella hoy (María Candelaría). Quería que me hablara de su papá. Ella y su hermano eran los únicos que me podían contar cómo era este hombre. Así fui descubriendo la figura de Sebastián Acevedo, para poder conocerlo y entender por qué hizo eso”.

Según la óptica de Paola Castillo, directora ejecutiva de la Corporación Chilena del Documental (CCDoc), Bastardo. La herencia de un genocida y El don absoluto son “películas que trabajan la importancia de la memoria, y como esta sigue siendo necesaria para la construcción de nuestro presente y futuro; es vital recordar y reflexionar sobre experiencias pasadas que no podemos repetir”.

Sigue leyendo en Culto