La cantante Sinéad O’Connor, una de las máximas estrellas del pop global de las últimas tres décadas, murió el pasado 26 de julio a los 56 años. La noticia impactó al orbe.
Publicó diez discos y, entre las muchas de sus conquistas más resonantes, está el cover de Nothing compares 2 U -original de Prince- que la catapultó a la popularidad planetaria en 1990. También asestó otros hits de vasta rotación radial, como The emperor’s new clothes o Three babies, además de las muchísimas giras que alcanzó a materializar.
Por tanto, medios de todos el mundo se han dedicado estos días no sólo a descifrar su indudable patrimonio artístico y creativo: también han indagado en su caudal económico y en su herencia más material.
Según la revista People with money, la irlandesa era una de las artistas mejor pagadas del mundo y había ganado 46 millones de dólares entre junio de 2022 y junio de 2023. Todo ello lo heredarían sus descendientes. Pese a ello, se trata de montos rodeados por cierta confusión: a pesar de tratarse de cifras abultadas, la misma intérprete desde 2017 declaraba problemas de liquidez y precariedades financieras.
En ese mismo 2017 intentó vender su mansión en Dublín por un millón de dólares, y estuvo viviendo en un motel de Nueva Jersey, según publicaron varios medios internacionales. De hecho, O’Connor pagaba entre 70 y 80 dólares por hospedarse en dicho recinto, alejada de todo glamour y sin grandes lujos.
En 2021, Irish Daily Mail publicaba que la voz de Mandinka tenía un patrimonio de cinco millones de dólares, mientras que información de Celebrity Net Worth contrastaba el dato y postulaba que, cuando falleció, la artista solo contaba con una riqueza de 500.000 dólares. Por tanto, su crisis económica de los últimos años era real.
Además, si bien Nothing Compares 2 U fue su mayor éxito, O’Connor nunca percibió todos los beneficios de la canción, ya que debió pagarle un elevado porcentaje a Prince, escritor y compositor del tema, hasta 2016, el año en que el estadounidense falleció.
El linaje
Por otro lado, gracias a las inversiones en acciones que había hecho O’Connor, además de su participación en propiedades y contratos por patrocinios, como el que realizó con la marca de cosméticos CoverGirl, su patrimonio podría ascender hasta los 145 millones de dólares.
Y es muy posible que, con la natural atención que resurgirá en torno a su figura tras su deceso, sus ganancias derivadas del streaming e incluso de la venta de álbumes, puedan incrementar. Por tanto, su patrimonio podría volverse un poco más cuantioso con el curso de los años recientes.
Por otro lado, ¿quiénes recibirán tal herencia? O’Connor fue madre de cuatro hijos. Jake es el mayor, lo tuvo con el músico y productor musical John Reynolds y hoy tiene 36 años.
Ambos se emparejaron a fines de los 80, cuando la intérprete grababa su primer disco. Como quedó embrazada, los ejecutivos del sello discográfico le sugirieron abortar: esperar un hijo arruinaría su potencial ascenso a la fama y la dedicación total a su carrera. Por supuesto, O’Connor no les hizo caso y Jake llegó igual. Fue una de las actitudes más impresentables con las que debió lidiar en su ruta a la consagración.
Hoy, el joven trabaja como chef y junto a su pareja Lia fue padre en 2015 de un niño. Por ese entonces, O’Connor compartió la noticia de que había sido abuela.
La cantante tuvo además otros tres hijos de relaciones que no perduraron. Tuvo con esas parejas una vinculación áspera y caótica, pues llegó a perder su custodia debido a los problemas diversos con los que lidiaba.
Su segunda hija Róisín Waters, nació de su relación con John Waters, columnista de The Irish Times. Tiene actualmente 27 años y también se dedica a la cocina aunque, como contó su madre en una ocasión, su mundo es la repostería.
En 2004 nació Shane, hijo de Donal Lunny, un músico folk y productor irlandés. Su muerte en enero de 2022 fue lo que tumbó casi sin retorno a la artista y lo que en el último año la hizo ingresar en una de las etapas más oscuras de su existencia. En redes sociales, hace unos meses, publicó frases lapidarias como “he decidido seguir a mi hijo. No tiene sentido vivir sin él. Todo lo que toco, lo arruino. Solo me quedé por él. Y ahora se ha ido”.
También agregó: “Fue la luz de mi alma. Éramos una misma alma en dos mitades. Era la única persona que me amaba incondicionalmente”.
Su hijo menor, Yeshua Francis Neil, nació a finales de 2006 de su relación con el empresario estadounidense Frank Bonadio. No existe una información rotunda sobre su presente; sólo se sabe que también se ha dedicado a la música, igual que su progenitora. “Es un músico increíble y toca el piano de manera espectacular. Tiene una voz preciosa puede hacer lo que quiera”, declaró O’Connor en 2021.