Columna de Daniela Lagos: Medicina Letal, un lejano segundo lugar
El problema es que hace poco más de un año vimos otra versión de lo mismo que era realmente excelente, prácticamente sin puntos bajos. Frente a eso, la apuesta de Netflix es un recordatorio para descubrir o ver nuevamente Dopesick, más que un llamado a aventurarse con esta nueva producción.
Quizás es injusto, pero también es inevitable. Cuando aparecen dos producciones similares en su temática y con estrenos cercanos, se compara y se elige quién lo hizo mejor.
Impacto profundo vs. Armageddon. Hormiguitaz vs. Bichos. Y cuando se trata de dos series que toman el mismo caso real, repiten varios de los personajes y coinciden en muchos puntos de su trama, la comparación ya se vuelve ineludible. Eso es lo que ocurre con Medicina letal, estrenada en Netflix, que muestra su punto de vista sobre la crisis de los opioides en Estados Unidos y la responsabilidad específica de una empresa farmacéutica. Lo mismo que hizo de gran forma a fines de 2021 Hulu (Star+ en Latinoamérica) con Dopesick.
Uzo Aduba (Orange is the new black) es la actriz que se pone al centro de este estreno, en el papel de la investigadora de una pequeña fiscalía, que empieza a ver irregularidades en la venta de Oxycontin, un opioide para el tratamiento del dolor, que está siendo sobre recetado, además de causar fuertes problemas de adicción que están llevando a crímenes y sobredosis. Ella es, en muchos momentos de la serie, la voz narradora que va contando cómo la familia Sackler y su ejército de vendedores están logrando que un medicamento que debería estar altamente controlado, esté siendo recetado para cualquier tipo de dolor.
Con un elenco coral y mostrando la historia desde el punto de vista de la investigación, la farmacéutica y también algunos pacientes, la serie opta por mezclar momentos de escenas largas y dramáticas con otros de edición y música rápida, para ir avanzando con la historia y buscando quizás una forma irreverente de enfrentar la historia. Es en esos momentos donde la serie toca sus puntos bajos, trivializando una realidad que es puro drama.
Y si bien junto con esto tiene momentos sobredramatizados y demasiados golpes de efecto y frases para el bronce, la verdad es que no es una mala serie; hay una historia muy interesante que contar, las actuaciones son algo irregulares, pero en general están bien y el relato se mueve a buen ritmo.
El problema es que hace poco más de un año vimos otra versión de lo mismo que era realmente excelente, prácticamente sin puntos bajos. Frente a eso, la apuesta de Netflix es un recordatorio para descubrir o ver nuevamente Dopesick, más que un llamado a aventurarse con esta nueva producción.
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