Con 76 ediciones en el cuerpo, el Festival de Cannes sostiene su leyenda en base a respetar una serie de ritos. Uno de ellos estipula que las películas que compiten en su Selección Oficial se exhiben durante los días posteriores a su clausura en París, en L’Arlequin, el emblemático cine de la ciudad.
Tras estrenarse el 22 de mayo en la sección Un Certain Regard, y ganar el premio Fipresci que otorga la crítica internacional, la cinta chilena Los colonos se proyectó en ese complejo a comienzos de junio. El director Felipe Gálvez vio entre el público a compatriotas residentes en ese país -como las realizadoras Carmen Castillo y Marcela Said- y a reconocidas figuras de la industria local. Terminada la función, el montajista del filme, Matthieu Taponier, se acercó para comunicarle que alguien deseaba hablar con él.
Acompañada por su hijo, Isabelle Huppert quería compartirle sus impresiones. “Estaba maravillada con la película -dice Gálvez-. Estaba muy impresionada con que fuera una ópera prima y con su mirada particular”.
El cineasta revela esa anécdota con la reputada actriz tras conocerse una importante noticia: los votantes de la Academia de Cine de Chile escogieron a su cinta sobre el genocidio selk’nam como la representante chilena a los Oscar, el hito que todo filme no hablado en inglés debe completar si busca aspirar al galardón a Mejor película internacional en los Premios de la Academia.
En toda la historia de la mayor instancia de Hollywood, el país ha competido únicamente dos veces por esa estatuilla. Lo consiguió con No, de Pablo Larraín, en 2013, y con Una mujer fantástica, de Sebastián Lelio, que alzó el reconocimiento en 2018. Fuera de esos títulos, el otro largometraje que llegó lejos fue El agente topo, de Maite Alberdi, que hace dos años logró estar entre las 15 cintas que integraron la “lista corta” (o short list), el filtro que realiza la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas antes de detallar a sus nominados.
Curiosamente, este año Gálvez, con su primera obra como director, se impuso a los trabajos más recientes de Larraín y Alberdi. El fundador de Fábula presentaba El Conde, sátira en que describe a Augusto Pinochet como un viejo vampiro, y la realizadora de La once (2014) postulaba con La memoria infinita, su documental sobre la relación de amor de Augusto Góngora y Paulina Urrutia, que esta semana debutó con éxito en salas del país.
El responsable de El club (2015) contaba con el respaldo de Netflix y la directora estaba blindada por MTV Documentary Films, firma propiedad de Paramount. Dichas compañías no sólo son las responsables de sus estrenos en el mundo, sino que estaban comprometidas a otorgarles todos los recursos para conducirlas a los Oscar. Planes que quedaron trastocados tras el anuncio de este miércoles.
“Había dos películas de dos grandes directores, ya nominados y con mucha experiencia, y había una película de un director nuevo, pero muy acompañado. Mis productores nacionales e internacionales no son nuevos. Mubi tampoco. En ese sentido, la película se pudo parar de igual a igual”, señala Gálvez, quien siguió el período de votación desde Francia, donde reside. “Durante tres semanas trabajamos mucho para obtener este resultado”.
El principal objetivo consistía en que los miembros de la Academia del país vieran sus obras. Un universo de 354 profesionales de las diversas áreas de la industria audiovisual local, que tuvo entre el 7 y el 21 de agosto para escoger cuál sería la más idónea para transformarse en la carta local en los Oscar, honor que también perseguían el documental Punto de encuentro, de Roberto Baeza, y el drama romántico El vacío, de Gustavo Graef Marino. La carrera por conseguir lo mismo en los Goya, que declaró ganadora a La memoria infinita, tenía además otras tres posibilidades.
“Fue muy competitivo”, opina Gálvez sobre el proceso. “Creo que fue muy estresante para la gente que tuvo que participar y ver las películas, no sólo para nosotros. Había muchas expectativas y el medio se lo tomó en serio. Se generó un ambiente de mucha presión y eso habla de que nos importa el trabajo de los otros, de que nos importa qué película puede representar a la cinematografía de Chile”.
El gran interés se tradujo en hechos concretos. Si en los años anteriores se había vuelto una constante que se anunciaran prórrogas (para superar el quórum autoimpuesto de 50%), en esta oportunidad no fue necesario extender el período y se registró un 67% de participación en las votaciones correspondientes a los Oscar.
Según información a la que accedió Culto, Los colonos recibió 89 votos, sacándole 16 de ventaja a La memoria infinita. Luego, en el tercer lugar, El Conde quedó con 59 preferencias, y cerraron el listado El vacío (ocho) y Punto de encuentro (siete).
“Por el recorrido con el que venía, había un deseo por conocerla. Y a través de los mensajes que me llegaron, sentí mucho cariño hacia la película. La gente conectó de forma real con la historia detrás del proyecto, que tomó nueve años, y sobre todo con el resultado. Se quedó encantada y nos dieron la confianza de poder representar a Chile”, analiza Gálvez.
Una carrera intensa
Desde 2020, cuando empezó a organizar el proceso para escoger a la representante a los Oscar, la Academia de Cine de Chile cuenta con una plataforma habilitada para que las películas pueden ser subidas con el fin de que los votantes las vean online. Esa lógica se repitió este año, pero el proceso, además, estuvo acompañado de la realización de una serie de funciones en que se invitó a los miembros a los cines. La memoria infinita fue la primera en organizar una proyección para los académicos, luego fue el turno de El Conde (fue la única que no estuvo disponible de manera digital, por decisión de la producción) y Los colonos.
“Este fue el primer año en que hubo una campaña muy fuerte externa a nosotros. Se profesionalizó mucho”, apunta Josefina Undurraga, directora ejecutiva de la Academia de Cine de Chile. Explica que la organización optó por publicar los nombres de sus 354 integrantes, lo que facilitó que cada equipo los contactara y les compartiera la información que estimara conveniente. Atribuye esa modificación a que “este año había películas muy fuertes y a que algunas aún no se habían estrenado al inicio de la votación”.
El envío de cartas de apoyo suele ser frecuente en este tipo de campañas. Una en particular llamó la atención. Efe Çakarel, el fundador y CEO de Mubi, compartió una misiva en respaldo a la candidatura de la ópera prima de Gálvez. “Los colonos es una obra increíblemente poderosa, magníficamente realizada y políticamente oportuna”, expresó en el texto -al que accedió Culto-, destacando su debut en Cannes y su selección en los festivales de Toronto y Nueva York, dos de los mayores hitos del segundo semestre. “Tiene una serie de elementos que le permiten atraer a una amplia gama de votantes de la Academia”, consignó.
También recordó el paralelo que se hizo en Francia con Killers of the Flower Moon, de Martin Scorsese. La nueva cinta del director, que cuenta con Leonardo DiCaprio y Robert De Niro, y llegará a los cines en octubre, aborda los asesinatos de miembros de la Nación Osage a comienzos del siglo XX.
De acuerdo con Çakarel, esa comparación permitiría a Los colonos “entrar en una conversación más amplia que se desarrolla en Estados Unidos sobre cómo recordamos las atrocidades históricas cometidas contra nuestros pueblos indígenas y cómo esos crímenes aún repercuten en el presente”.
El filme de Gálvez es un western ambientado en el extremo sur de Chile a inicios del siglo XX, que se propone trabajar sobre los tópicos del género, reuniendo a tres jinetes -un británico, un estadounidense y un mestizo- en una brutal misión para crear una ruta hacia el Atlántico para las ovejas propiedad de José Menéndez (Alfredo Castro).
“Lo singular de Los colonos es su perspectiva auténticamente latinoamericana. La película representa una interpretación cruda, capaz de generar resonancias políticas y sociales de suma relevancia. Aspiramos a que la provocación y la densidad temática que esta obra plasma trasciendan las barreras de la pantalla para dejar una huella significativa en la esfera cultural y social”, indica Giancarlo Nasi, productor chileno del largometraje, a través de Quijote Films, y miembro de la Academia de Hollywood a partir de este año.
Gálvez reconoce que está intrigado por la recepción que pueda conseguir su cinta ante el público norteamericano, el próximo 11 de septiembre en el Festival de Toronto. “Trabajamos mucho para tratar de que no te deje indiferente”, afirma, mientras ya trabaja en llegar a la mayor parte de los votantes de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas.
Ajustes para La memoria infinita
Hace un par de años, la directora Maite Alberdi y la productora Marcela Santibáñez se convirtieron en las primeras chilenas nominadas a los Oscar. Lo consiguieron en la categoría de Mejor documental y en reconocimiento a El agente topo, el filme que mediante guiños al cine negro planteó un inusual retrato sobre la vejez.
Esta vez la cineasta aterriza en la temporada de premios con su íntimo y estremecedor acercamiento a la relación de amor de Augusto Góngora y Paulina Urrutia mientras enfrentan el Alzheimer del periodista. A juzgar por la recepción que alcanzó en el Festival de Sundance -donde obtuvo el Gran Premio del Jurado- y la determinación de MTV Documentary Films de llevarla a las pantallas de todo el mundo, La memoria infinita reúne los ingredientes necesarios para competir en los Premios de la Academia.
Apuntando a ese objetivo, la cinta realizó una serie de proyecciones en diferentes ciudades de Estados Unidos, contando con la presencia de Alberdi y Urrutia. Al término de esa gira, ambas volvieron a Santiago para liderar la promoción y la avant premiere nacional. Horas antes de ese evento, el equipo se enteró de que no había sido seleccionada por los votantes de la Academia. Aunque ese anuncio produjo decepción -y supone un cambio de planes en el diseño de la campaña-, no le impedirá intentar una candidatura a Mejor documental. Y contar con una nominación previa y sumar el respaldo de una firma internacional la pueden volver una rival de temer en esa carrera.
“Junto a MTV Documentary Films, que tiene a cargo la distribución mundial, hemos estado trabajando estratégicamente desde marzo de este año. Hemos tenido muchas funciones, no solo en EE.UU., sino que también en muchos territorios de todo el mundo, para los académicos AMPAS. Ahora concentraremos nuestras energías en una sola categoría, Mejor documental, y seguiremos presentando la película para que sea competitiva en el camino a los Oscar”, explica Alberdi.
En paralelo, la cineasta apuntará a conseguir su tercera nominación al Goya a Mejor película iberoamericana, premio al que ha estado nominada con La once y El agente topo, pero que hasta ahora no ha ganado. “Tendremos la primera exhibición en el mercado español en la sección Perlak del Festival de Cine de San Sebastián, que incluye en su selección a los mejores títulos del año, y es una oportunidad muy prestigiosa para presentar la película ante la industria española”, detalla.