Luis Miguel, por estos días, descansa. Así al menos se puede desprender del itinerario de su actual paso por Chile: el pasado martes 29 ofreció el séptimo de sus diez conciertos en el Movistar Arena, un récord para el recinto del Parque O’Higgins.
La maratónica tanda recién la retomará este lunes 4 de septiembre, para luego seguir el martes 5 y el miércoles 6. Será el final. Pero a medias.
El astro de la canción hispanohablante –junto a su equipo- alista por estos días su plan de retorno al país, a gran escala y con un espectáculo multitudinario. La fecha ya está anunciada para el 2 de marzo de 2024. Sin embargo, aún no se informa sobre el lugar.
Según fuentes consultadas por Culto, se negocia el Estadio Nacional como el gran sitio para su regreso. Ya por esos días, el coliseo de Ñuñoa va a estar abierto y habilitado para conciertos, luego de atravesar casi todo este año cerrado debido a los cuidados a los que fue sometido con miras a los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos que se realizarán a fines de temporada. De hecho, el grupo chileno Los Bunkers ya anunció un espectáculo en el reducto para el 27 de abril de 2024.
En el caso del hombre de La incondicional, sólo falta ajustar detalles y cerrar pormenores para un anuncio que se considera inminente. El plan es reunir alrededor de 60 mil personas en una noche, cifra que se ajusta sin problemas a la demanda que sigue exhibiendo en el país: cuando termine su residencia en el Movistar Arena, cerca de 125 mil espectadores habrán visto al intérprete. Unas 12.500 por jornada.
Por lo demás, el Nacional no es un lugar en absoluto desconocido en su trayectoria. El cantante se ha presentado ahí en cinco ocasiones, en 1993, 1996, 1999, 2002 y 2005. Después, prefirió la dinámica de materializar mayor cantidad de funciones en espacios más acotados.
Pero la cantidad de fanáticas y fanáticos que acumulará Luis Miguel en sus espectáculos no será la única cifra abultada que dejará su actual paso por la capital.
Un buen negocio
Su estadía récord también mueve millones de dólares y agita la industria en términos financieros como pocos otros artistas de la región e incluso del planeta.
Según averiguaciones que realizó Culto, el cantante cobra un millón de dólares (cerca de $853 millones chilenos) por cada show en el Movistar Arena. O sea, toda su venida totaliza diez millones de dólares (cerca de $8 mil 537 millones).
La cifra es lo que la productora encargada de su visita, Fénix Entertainment Group, le cancela a la compañía responsable de su tour, Cárdenas Marketing Network (CMN). Ahí, la firma internacional distribuye el monto entre distintos pagos que guardan relación con comisiones a representantes, sueldos para músicos e integrantes del staff, vuelos, etc.
Según fuentes de la industria, un artista se lleva por lo general alrededor del 50% de ese desembolso. O sea, por cada cita capitalina, “Micky” recaudaría más de US$500 mil sólo para él ($420 millones)
La cifra no considera lo que la promotora local debe pagar aparte, como arriendo del lugar para el recital, seguridad o derechos autorales.
Por su lado, las ganancias de los productores nacionales –sustentadas en la venta de boletos- también oscilan entre el 30% a 50% de lo que se invierte por traer al artista.
La tarifa de la voz de Entrégate es una de las más altas de la órbita latina, aunque se ajusta a lo que históricamente ha exigido en sus escalas en el país. Por ejemplo, para su retorno al Festival de Viña en 2012, también pidió un millón de dólares, convirtiéndose en uno de los números más onerosos de toda la historia del certamen.
Más atrás quedan otros nombres, como Luis Fonsi, que en Viña 2018 estableció su fee en US$700 mil. O Bad Bunny, que para la entrega 2019 de la cita veraniega solicitó US$800 mil, un poco antes de convertirse en el fenómeno global de la actualidad.
Por su parte, la gira anterior de Luis Miguel, desarrollada entre 2018 y 2019, recaudó US$101.4 millones y vendió 965 mil boletos en 116 funciones, según las estadísticas de Billboard Boxscore. Fue el tour latino más taquillero de la historia hasta el año pasado, cuando fue superado precisamente por Bad Bunny con El Último Tour del Mundo y World’s Hottest Tour.
En todo caso, “Luismi” aún está lejos de los peces gordos de la música en vivo, estrellas colosales como Paul McCartney o Taylor Swift, cuyas tarifas por concierto en algunos casos se empinan por sobre los dos millones de dólares.